Los ‘Comandos del Amor’ protegen a los amantes fugitivos de la India

Los ‘Comandos del Amor’ protegen a los amantes fugitivos de la India

Los ‘Comandos del Amor’ combaten en la India por el derecho a estar con quien se ama y no con la persona que imponen los padres, más preocupados por la dote, el estatus social o la casta, que en aceptar la voluntad de Cupido.

Moncho Torres/EFE





La lucha no es fácil; este grupo aguerrido, que cuenta con más de un millón de voluntarios en todo el gigante asiático, se enfrenta en muchas ocasiones a la furia familiar que ve en el asesinato de los amantes el único modo de recuperar la honra perdida.

Por ello, lo primero que hacen los ‘comandos’ cuando reciben la llamada desesperada de alguna pareja, es pedirles que se desplacen a Nueva Delhi, para acogerlos allí en alguno de los once refugios que tienen diseminados a lo largo y ancho de la capital india.

“¡Regresa conmigo o te mataré! Si os veo a los dos donde sea, no preguntaré nada, simplemente os mataré”, relata Akash -pseudónimo elegido por él, como hicieron los otros fugitivos entrevistados- al citar las amenazas de su suegro a él y a su compañera, Chabi.

Akash y Chabi se conocieron hace tres años en una boda en Benarés (en el norte de la India) y tras charlar durante un par de horas, se intercambiaron los teléfonos y regresaron a sus lugares de origen: ella a Calcuta (este) y él a Bombay (oeste).

Después, la relación continuó vía telefónica y pasado un tiempo se dieron cuenta de que se habían enamorado y que querían casarse, por lo que pidieron permiso a sus familias, pero estas, al descubrir que pertenecían a castas diferentes, se opusieron.

“Así que, para poder estar juntos, huimos”, recuerda Akash (de 28 años) sentado en una cama junto a Chabi (de 23) en una habitación fría y húmeda situada en la azotea de una humilde vivienda en Nueva Delhi, en cuyas paredes azules alguien pintó con tiza un corazón.

Empezó para ellos una nueva vida en la clandestinidad, sin ningún tipo de comunicación con el exterior, temerosos de sus progenitores y de la Policía, que los buscan porque el padre de ella denunció a Akash por secuestro, lo que hace sonreír a la joven al oirlo.

“Con los ‘Comandos del Amor’ nos sentimos seguros. Si salimos nos podrían encontrar y no sé qué sería de nosotros. Así que nos sentamos aquí dejando que transcurran los días”, dice resignado Akash, tras casi tres meses recluidos.

En la actualidad hay 68 parejas más diseminadas en los refugios de la organización en la metrópoli india, aunque Sanjoy Sacudev -fundador en 2010 de los ‘Comandos del Amor’- afirma que han llegado a tener “más de 80”.

“En cuanto se sienten seguros abandonan el refugio para comenzar una nueva vida. Pero debemos analizar antes la situación de la pareja, su estado legal y de seguridad”, explica Sacudev desde un austero despacho, acompañado por su colega Hars Malhotra.

El fundador de los ‘comandos’ justifica la terminología bélica de su organización porque afirma que se hallan en “una guerra contra los fundamentalistas religiosos, quienes ofenden a la religión porque ningún credo predica el odio al amor”.

“Nuestra experiencia nos dice que las más afectadas son generalmente las chicas, a las que torturan, golpean o asesinan. Todo el país se preocupa en estos momentos de la seguridad de las mujeres, ¿pero qué sucede con las chicas enamoradas?”, sentencia.

Sacudev asegura que algunos días han recibido más de 700 llamadas de parejas solicitando ayuda.

Mahek, de 23 años, tirita por el frío y se protege con una gruesa manta antes de comenzar a narrar la historia de cómo fue maltratada por su padre y sus cuatro hermanos cuando les dijo que mantenía una relación con un chico de diferente casta y que querían casarse.

“Me encerraron en una habitación, no me daban nada de comer o beber, y me golpeaban con la primera cosa que se encontraban, con el cinturón, lo que fuera. También me ataron”, relata con los ojos llorosos mientras señala las partes de su cuerpo magulladas.

Después de los sucedido, Mahek, de 23 años y natural de Agra -donde se encuentra el emblemático monumento al amor del Taj Mahal-, decidió fugarse con su novio, pero éste, temeroso, descubrió al padre de la chica el plan de huida.

“Nadie me preguntó nada, simplemente comenzaron a golpearme de nuevo. Durante tres días me insultaban y golpeaban sin parar. Salían de casa, se emborrachaban, y cuando volvían me pegaban. Todo el tiempo era igual”, relata.

Mahek huyó por segunda vez el 17 de enero y , desde entonces, los “Comandos del Amor” la protegen hasta que cumpla su deseo de comenzar una nueva vida y ser “independiente”. EFE