Las explosiones de una estrella nova, en un mapa 3D

Las explosiones de una estrella nova, en un mapa 3D

En la antigüedad, a la aparición de una estrella en el cielo se le denominaba nova o estrella nueva. Se pensaba entonces que era una estrella nacida entre las miríadas que se podían contemplar a simple vista. Pero los científicos dieron con la clave de la cuestión.

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En realidad, no se trata del nacimiento de una estrella, sino de un acontecimiento prodigioso y de gran magnitud que tiene lugar en el Universo. La mayoría de las estrellas que podemos contemplar son sistemas dobles, triples o sistemas de más estrellas que giran las unas alrededor de las otras. Lo raro es el Sol, que es una estrella solitaria. De momento, no se le ha descubierto ninguna compañera y si un día ocurriera lo más probable es que se tratara de una estrella lejana y pequeña, aún sin detectar.

Las estrellas novas son pares de soles, cuyos componentes son muy diferentes. Una de ellas suele ser una gigante roja de avanzada edad, decenas de veces más grande que el Sol y la otra una enana blanca, que suele ser del tamaño de la Tierra pero con una densidad enorme, tanto, que de coger una cucharadita de café de materia de la estrella, pesaría varias toneladas.

Las enanas blancas son la fase final de una estrella como el Sol, que se ha despojado de las capas externas mientras se hinchaba para convertirse en una gigante roja. Al deshacerse de estas capas, al cabo de millones de años, sólo queda el núcleo al descubierto de la estrella. Las enanas blancas y las enanas rojas son las estrellas que más abundan en el Universo. El Sol se convertirá en una enana blanca tras hincharse en forma de gigante roja y engullir a los planetas Mercurio, Venus, la Tierra y tal vez Marte.

Las estrellas novas suelen estar compuestas de una estrella gigante y poco densa y una enana super densa. La enana blanca, con mayor fuerza de gravedad que su compañera, arranca parte de las capas exteriores de la gigante roja, mientras una estrella gira una alrededor de la otra. Durante este baile estelar, la enana blanca prosigue sustrayendo el hidrógeno y el helio de las capas altas de la gigante roja, y estos gases comienzan a caer de forma espiral, conformando un disco y acumulándose sobre la enana blanca. La gravedad de un enana blanca es tal, que si dejáramos caer, por ejemplo, una pelota sobre ella, bajaría a una velocidad de 6.400 km/s, mientras en la Tierra caería a sólo 11,2 km/s. Por ello la enana blanca absorbe a gran distancia las capas exteriores de la gigante roja.