La mamografía no es perfecta pero aún es la mejor arma de prevención

La mamografía no es perfecta pero aún es la mejor arma de prevención

Realizar una mamografía anual no se traduce en una reducción en la mortalidad por cáncer de mama en las mujeres entre 40 y 59 años, ya que, su tasa de muerte es similar a la que se obtiene mediante la exploración física o la atención médica habitual. Y por ello, los autores de este seguro controvertido estudio que se publica en «British Medical Journal», que ha analizado la incidencia y mortalidad de más de 89.000 mujeres durante 25 años en Canadá, sugieren que el «valor de la mamografía en el cribado del cáncer del mama debe ser reevaluado». abc.es

Además, la investigación realizada por un equipo de la Escuela de Salud Pública Dalla Lana de la Universidad de Toronto, muestra que el número de sobrediagnósticos es un 22% mayor en el grupo de cribado con mamografía que en el grupo control. Es decir, por cada 424 diagnósticos, hubo uno erróneo. (Un error pronóstico es cuando se atribuye al cáncer bien diagnosticado la misma gravedad que a los cánceres invasivos, pero son cánceres «histológicos», que no se desarrollan o que desaparecen solos. Por ello es sobretratamiento el tratarlos y sobreseguimiento el preocuparse por ellos durante años).





No todo es mortalidad

«Pero no todo es mortalidad», asegura José Enrique Alés, del Grupo Español para la Investigación en Cáncer de Mama (GEICAM). Este estudio, asegura este oncólogo clínico, arroja «más leña» a un debate muy «complejo» con muchas «aristas». Alés afirma que hay un hecho incuestionable: «La mortalidad por cáncer de mama se ha reducido en los últimos años, pero no así su incidencia».Y las causas pueden ser varias: detección precoz y mejores tratamientos.

Laura García Estévez, directora de la Unidad de Mama de HM Sanchinarro coincide con Alés. «Debemos ser muy cautos con los resultados. Desde luego, yo no creo que debamos dejar de recomendar la mamografía anual a las mujeres españolas». García Estévez apunta el comentario que hace un radiólogo de la Universidad de Harvard al estudio, al recordar que los mamógrafos utilizados en Canadá no eran muy sofisticados y las pruebas tampoco se interpretaban por expertos radiólogos, lo que podría haber influido en los resultados.

Pero no es ésta la primera vez que se cuestiona la eficacia en términos de mortalidad de estos programas. Hace 30 años se introdujo en EE.UU. la mamografía como método de cribado o «screening» para el cáncer de mama. Los datos después de tres décadas de programa, publicados en «The New England Journal of Medicine» (NEJM), mostraban que a pesar de un aumento sustancial en el número de casos de cáncer de mama detectados en etapas tempranas, la mamografía solo había reducido la tasa de mujeres identificadas con cáncer avanzado de forma muy limitada. Y, al igual que el estudio canadiense del «British Medical Journal», apuntaba que había un sobrediagnóstico de la enfermedad, que representaría casi un tercio de todos los cánceres de mama diagnosticados.

Suiza ya ha recortado su cribado

Lo cierto es que uno de los temas más debatidos en los últimos años en términos de salud pública es la eficacia de los programas de screening de cáncer de mama en mujeres sanas, a qué edad empezarlo y cuál es la verdadera utilidad de la mamografía. A raíz de estos y otros estudios, las autoridades suizas han reconsiderado sus programas de cribado con mamografía y la Sociedad Americana del Cáncer va a reevaluar sus recomendaciones durante este año.

En el trabajo que ahora se publica en «British Medical Journal», los investigadores han comparado la incidencia y mortalidad por cáncer de mama en más de 89.000 mujeres de 40 a 59 años de edad que participaron o no en un programa de cribado con mamografía. Las que sí, se sometieron a un total de cinco mamografías (una cada año durante un cinco años ).

Los resultados mostraron que, en los 25 años analizados, 3.250 mujeres del grupo de mamografías y 3.133 en el grupo de control recibieron un diagnóstico de cáncer de mama; en total 500 y 505, respectivamente, fallecieron como consecuencia de la enfermedad. «Es decir –aseguran los autores del trabajo-, la mortalidad acumulada por cáncer de mama fue similar en los dos grupos».

Sin embargo, Alés considera que antes de «terminar» con estos programas de cribado nos deberíamos preguntar «¿qué papel tienen los programas en la reducción, demostrada por ensayos clínicos, del 20% en la mortalidad por cáncer de mama en los últimos años». En España, añade, hemos visto que la mortalidad ha disminuido y tratamos tumores cada vez más precoces. Y añade, «el cribado tiene que tener algún impacto porque cada vez vemos menos mujeres con cáncer de mama metastásico». En este punto profundiza Antonio Llombart, de la Sociedad española de Oncología Médica: «el perfil de las pacientes ha cambiado totalmente; actualmente apenas vemos en consulta tumores localmente avanzados».

Para Llombart, la cuestión no es tanto si debemos o no seguir promoviendo los cribados poblacionales, «sino más bien determinar los beneficios reales de estos programas». Y esto, dice, es un debate «médico, científico y de gestión sanitaria» que todavía no debe trasladarse a la «política».

¿Una opción individual?

Aunque Alés si señala, como opinión personal, que es posible que el cribado podría ser una opción «individual». Y si algún país se atreve a retirarlos, «probablemente Canadá o Reino Unido lo hagan», habría que esperar a ver «qué ha pasado dentro de 10 años». Es posible, comenta, que se vean «más mujeres con tumores más avanzados (mayores a 2 cm) y que ello supongo un aumento en las mastectomías». Además, apunta el oncólogo de la Seom, es probable que ello supongo un mayor gasto relacionado con los tratamientos.

Por último, Llombart apunta un «beneficio colateral» de estos programas. «El cáncer de mama ya no es tabú» y, desde luego «no aconsejaría a una mujer que dejara de hacerse una mamografía». Y un dato para termina, añade Llombart: «estamos viendo una pérdida en el seguimiento de los programas de cribado sucesivos, que está casi por debajo del 65%, cifra en la que empiezan a ser ineficaces».

Lo que si tiene claro Alés es que se debería relajar el debate en cuanto a la edad a partir de la cual se deberían realizar las mamografías y si deben hacerse anual o bianualmente. En España las recomendaciones aconsejan los programas de cribado mediante mamografías a partir de los 45 o 50 años y cada dos años, mientras que en Canadá y EE.UU. son anuales, lo que supone un mayor coste.