Carlos Sabino: La retórica antiimperialista de Venezuela desaparece ante China

Carlos Sabino: La retórica antiimperialista de Venezuela desaparece ante China

El presidente chino Xi Jinping en una de sus recurrentes visitas a Venezuela.

El presidente chino Xi Jinping en su reciente visita a Venezuela (minci.gob.ve)

 





Como en los mejores tiempos de la Guerra Fría, los gobiernos socialistas de Venezuela –el de Hugo Chávez y el actual de Nicolás Maduro— se han caracterizado por su encendida retórica antiimperialista contra Estados Unidos: de todo han acusado al “imperio”, desde conspiraciones urdidas con apoyo de la oposición local, hasta una risible denuncia de que a Chávez le inocularon el cáncer que le llevó a su prematura muerte.

Pero Estados Unidos, no está demás recordarlo, ni son un verdadero imperio ni se han comportado como tal en estos años. A los errores y vacilaciones de la política del presidente Obama debería sumarse la línea de extrema prescindencia que la potencia del norte —ya desde tiempo de George W. Bush— ha tenido hacia la dictadura venezolana. Esto no quita que Venezuela, guiada por criterios poco realistas y una visión totalmente errada de la economía, no esté cayendo ahora en una dependencia cada vez mayor hacia otras potencias.

La principal es China, la que todavía se dice comunista, aunque en realidad sigue abriendo su pujante economía al libre juego de los mercados y va atrayendo a su alrededor a multitud de países que compran sus productos y ahora reciben sus inversiones. Venezuela es uno de ellos. El país está escaso de divisas, a pesar de los enormes ingresos petroleros que ha tenido: sus gastos han sido desmedidos, pues Chávez fue dadivoso con los países a los que quería incorporar a su bloque, y el chavismo se ha caracterizado por una política social que consiste en repartir dinero a multitudes, sin una contraprestación adecuada.

El país ha invertido poco, casi nada, en su infraestructura; ha comprado empresas privadas exitosas con fuertes sumas de dinero y no ha mejorado su industria petrolera. PDVSA, la petrolera monopólica estatal, perdió casi 20.000 miembros de su personal más calificado cuando Chávez los echó sin miramientos hace más de una década. Desde entonces no ha podido recuperar su nivel de producción, que era de unos 3 millones de barriles diarios. Ahora supera escasamente los 2,3 millones de barriles por día.

China está prestando a Venezuela los fondos que necesita con urgencia. En los últimos siete años ha dado al país sudamericano más de US$40.000 millones para invertir en la compra de sus productos y en dos fondos —el Fondo Mixto Chino-Venezolano y el Fondo Pesado Chino-Venezolano— que supuestamente se emplean para ejecutar grandes proyectos de desarrollo. Las inversiones, mal manejadas por el inepto gobierno local, no han dado todavía sus frutos y es discutible que puedan hacerlo en un futuro próximo.

Pero el dinero que ha llegado al país, tarde o temprano, deberá devolverse a China. ¿Cómo paga Venezuela, que tiene ahora muy escasas reservas en divisas, las deudas que se van acumulando con el gigante asiático? Pues nada menos que con petróleo, el petróleo crudo que podría vender para obtener el dinero que urgentemente necesita. En estos momentos la deuda se está saldando con un promedio de 524.000 barriles diarios y los cronogramas prevén que esta cantidad aumentará hasta llegar a 1 millón en un par de años.

La producción de Petróleos de Venezuela S.A. ha financiado el proyecto socialista hace más de una década.

A estos envíos hacia China, que representan casi una cuarta parte del total que produce el país, hay que agregar los casi 100.000 barriles que Venezuela envía diariamente a Cuba, para sostener la ineficiente economía de la isla y, con eso, el régimen dictatorial de los hermanos Castro. Petrocaribe, otra iniciativa más de Chávez, compromete también una buena cantidad de la producción del país que prácticamente se regala, pues se vende en condiciones mucho más favorables para los compradores que las que existen en el mercado internacional.

De todas estas cifras surge una realidad muy poco auspiciosa para Venezuela: su producción petrolera, sobre la que descansa toda la economía nacional, está prácticamente hipotecada por largos años, pues entre los pagos a China, el consumo interno y los otros compromisos políticos del país, quedarán apenas poco más de 500.000 barriles para vender a los buenos precios que hay ahora en los mercados libres.

Mientras China se garantiza el suministro de esa materia prima tan importante para su desarrollo a precios de liquidación, los venezolanos verán caer sus ingresos reales en dólares estadounidenses durante los próximos años. La crisis económica que hoy vive el país se seguirá profundizando, con sus secuelas de devaluaciones e incontenible inflación.

Sin llegar a decir que los chinos actúan ahora como una potencia imperialista, cabe concluir, sin embargo, que están haciendo muy buenos negocios con Venezuela, aprovechando la ineptitud y la ceguera ideológica de gobiernos que todavía creen en las falsas recetas económicas del socialismo.

____________

 

Carlos Sabino Sociólogo, escritor y profesor universitario, Sabino es director de programas de máster y doctorado en Historia de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala

 

Publicado originalmente en Panampost