Espondilitis Anquilosante: El verdugo de la espalda

Espondilitis Anquilosante: El verdugo de la espalda

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La espondilitis anquilosante es una enfermedad inflamatoria crónica que se distingue por su afectación del llamado esqueleto axial, que comprende la columna vertebral y las articulaciones sacroilíacas. Es un padecimiento que forma parte de un conjunto de enfermedades denominadas espondiloartritis.  Su evolución es progresiva y puede deteriorar la calidad de vida al limitar la movilidad de la persona produciendo así discapacidad.

La médico internista y reumatólogo, Verónica Liendo, destacó que el síntoma característico de esta patología es el dolor en la zona lumbar que se intensifica durante el reposo y puede estar acompañando de sensación de rigidez al despertar. La enfermedad puede afectar también las articulaciones de las extremidades inferiores en forma asimétrica, también comúnmente se puede  presentar una forma inflamación  y enrojecimiento que puede afectar los dedos de manos o pies dándoles un aspecto de “dedos en salchicha”.

 

La galena comentó que con frecuencia los pacientes con espondilitis anquilosante se quejan de dolor y engrosamiento del tendón de Aquiles, debido a la inflamación del tendón en su sitio de inserción en el hueso. En algunos casos también puede afectarse el ojo,  produciendo un proceso inflamatorio denominado uveítis. Los indicios de esta enfermedad suelen manifestarse entre los 20 y 30 años de edad, siendo más frecuente en hombres que en mujeres.

Desafortunadamente, el diagnóstico de la espondilitis anquilosante puede tardar entre 5 y 10 años, ya  que con frecuencia los síntomas se confunden con lumbalgia mecánica de origen muscular (el llamado lumbago). La falta de un tratamiento adecuado  por períodos prolongados conlleva a la progresión insidiosa de la enfermedad y desencadena el daño articular, deformidades, así como la aparición de manifestaciones pulmonares, cardiovasculares y oculares.

La doctora Liendo enfatizó que esta enfermedad es potencialmente severa y se asocia a la disminución de la expectativa de vida, a discapacidad   temporal o permanente. A menudo, el reumatólogo es quien diagnostica la espondilitis anquilosante. El diagnóstico temprano basado en sus características clínicas, con métodos de laboratorio y de imágenes, especialmente el uso de resonancia magnética nuclear, permite la instauración oportuna del tratamiento multidisciplinario temprano.

Así mismo, acotó que la meta del tratamiento integral de la enfermedad es mejorar la calidad de vida del paciente, aliviar los síntomas, prevenir el daño estructural y restaurar las capacidades funcionales. Bajo una supervisión estrecha y un tratamiento adecuado este objetivo puede lograrse y mantenerse por largo tiempo. Se utilizan varios tipos de medicamentos para tratar la espondilitis anquilosante. Es importante la colaboración  con su médico para encontrar el medicamento más seguro y eficaz para cada caso. Los medicamentos para la espondilitis anquilosante incluyen: Los medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINE) alivian el dolor y la hinchazón y las drogas antirreumáticas modificadoras de la enfermedad, también conocidas como DARMEs, actúan de diferentes maneras para reducir la inflamación en la espondilitis anquilosante. Los agentes biológicos son también un tipo de medicamentos relativamente nuevos, que bloquean las proteínas implicadas en los procesos inflamatorios.

 

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