Sembremos progreso por @Jorgebarrosod

Sembremos progreso por @Jorgebarrosod

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Humillar, controlar, perseguir, sembrar, encerrar, enjuiciar, aislar. Verbos simples. Palabras claves. Misma película. Un objetivo: desmoralizar al adversario, al llamado enemigo único.

El guión está clarísimo, y cumple cada uno de los principios básicos de la propaganda de guerra, usada para justificar lo injustificable y culpar al contrario de las atrocidades que sufre el país. Solo a ellos les conviene una crisis social. No caigamos en el peine.





“Nosotros no queremos la guerra… el enemigo es el único responsable…”, dicen quienes mal llevan las riendas de Venezuela, en su intento de demonizar a quienes disentimos de la llamada revolución del siglo XXI. Hablan de “guerra económica”, en plena economía de guerra. Detienen arbitrariamente a opositores que abrazados a la Constitución del 99 intentan ejercer pacíficamente su derecho a la protesta legítima. Los encierran, aíslan y acusan de conspiración, para tapar el desastre que mantienen a lo interno de Miraflores, pero sobre todo para ocultar su ineptitud como gobierno.

Y con la eterna cantaleta de “pretendemos nobles fines”, expropian tierras y fábricas, destruyen el aparato productivo venezolano, mantienen un control de cambio que solo los beneficia a ellos, fiscalizan qué compramos o dejamos de comprar, persiguen y humillan a quienes pensamos distinto. Nos ahogan en violencia y miseria, porque saben que están derrotados.

Son más de 16 años sembrando odio, en un suelo 100% fértil para el progreso. Tenemos petróleo, pero cuando sus ganancias excedieron lo calculado, no les interesó invertir en el país, sino en sus propios bolsillos. Esa es la verdad de la mal llamada “Revolución bonita”. Éramos conocidos en el mundo entero por el petróleo sí, pero también por nuestro delicioso café, el cacao y la arepa. Hoy cuando se menciona el nombre de Venezuela la gente pregunta ¿cómo están haciendo para comer?

Y mientras este valiente pueblo de Bolívar hace magia para llevar alimento a la mesa o encontrar un medicamento, ellos se mantienen indolentes. Como si nada estuviera ocurriendo en la otrora “Pequeña Saudí”.

Llenos de odio, desespero por la pérdida de legitimidad y en nombre de una causa “de carácter sagrado, divino, o sublime” siguen en su intento de dominar a la gente, y lo hacen a través de lo verdaderamente sagrado: la vida, la seguridad, la alimentación y la salud.

Lo que ellos saben, pero fingen ignorar es que en Venezuela pese a las dificultades, los controles y el sometimiento seguimos cultivando progreso, porque lo llevamos en el corazón. No hace falta sembrar matas de acetaminofén para calmar las dolencias de la crisis política, económica y social. Hace falta invertir y creer, como lo hacemos los ciudadanos que amamos a nuestro país, que seguimos creyendo y apostando por él.

Así somos los venezolanos. Hombres y mujeres con guáramo, principios y muchas ganas de salir adelante.

¡Sigamos en la lucha!