Gonzalo Himiob Santomé: Divide et impera

Gonzalo Himiob Santomé: Divide et impera

thumbnailgonzalohimiobA nadie puede sorprenderle que al TSJ, justo ahora, cuando hace nada se ha abierto el plazo para postular a los candidatos para la AN, le haya dado por decidir en la disputa que involucra a las diversas facciones de COPEI, que no lo olvidemos, llevan ya varios años en pugna sin que el poder haya dicho ni “esta boca es mía”. La decisión tiene el mismo olor que emana de las inhabilitaciones express que han sacado recientemente del juego a varias prominentes y muy meritorias figuras opositoras, y también, no hay que dejarlo pasar por debajo de la mesa, debe enlazarse con la decisión también reciente de un tribunal penal de admitir la nulidad de la causa seguida a Manuel Rosales, allanando con ello el camino para su retorno a Venezuela.

La estrategia está clara, y lamentablemente, a ciertos niveles, está funcionando. Cuando la ecuación opositora ya estaba consolidada, cuando ya marchaba el modelo de la unidad, al menos electoral, logrando incluso que hasta los más sectarios aceptasen la tarjeta única, el poder le añade por las malas nuevas variables que la distorsionan y que irrumpen como rinocerontes en cristalería para colocar, a los diversos elementos que componen ese tejido complejo que es la oposición política en Venezuela en un escenario en el que, el gobierno lo sabe y se aprovecha de ello, se van a dar rupturas y confrontaciones, las mismas que ya estamos viendo y que han puesto a más de uno en situaciones muy incómodas y difíciles de manejar. Es la vieja máxima romana del “divide y vencerás” o “divide y reinarás”, aplicada con descaro y sin contemplaciones.

Antes dije que el gobierno había actuado en esto con plena intención, con alevosía, entendida ésta en su sentido tradicional, “a traición y sobre seguro” ¿Por qué? Porque para que la vieja consigna funcione debe existir en la oposición, o al menos en algunos de sus factores, una clara propensión a colocar los anhelos y aspiraciones personales, apenas se dé la oportunidad, que es el caso, por encima de las necesidades del país. Sin esto, no hay maniobra divisoria que funcione, pero el poder sabe que tales jugadas, con tristeza hay que reconocerlo, a muchos peces de la oposición les han abierto las agallas.





A esos políticos, que los hay, debemos recordarles que a estas alturas, a apenas cuatro meses de las elecciones parlamentarias, y ya definido el cuadro opositor, el tema ya no es quién es más o quién es menos, o quién debió estar y no fue tomado en cuenta ni quién está sin haber hecho méritos para ello. Puede doler, pero es así. Para las parlamentarias los tiempos para esas consideraciones ya pasaron, y si lo que tenemos ahora, el producto final de las primarias y de los consensos, no nos gusta (valga la autocrítica) debimos haber alzado la voz cuando correspondía, no ahora. No debería ser así, y estoy absolutamente seguro de que a todos nos gustaría haber participado más directamente en la selección de toda la terna que integra el bloque opositor para la AN, y también conocer de primera mano los méritos, trayectoria e intenciones reales de todas y cada una de las opciones que ahora se proponen para la AN en todo el país, pero nada se gana negando realidades: El pueblo necesita un frente unido, monolítico e impenetrable que confronte al poder, sus ineficiencias y sus abusos, y de cara a la reconstrucción de la nación, es una de nuestras tareas (nótese que no escribo que sea “nuestra única” tarea) tratar de que ese barco, ya en manos de esa tripulación, llegue a buen puerto. Capriles llamó hace poco a jugar “cuadro cerrado”, e intuyo en sus palabras un mensaje positivo que sí enlaza con la necesidad de superar con éxito la prueba que se avecina, dejando de lado, al menos por ahora, otras consideraciones que comparadas con el reto inmenso de la reinstitucionalización del país, comenzando desde la AN, lucen menores, mezquinas e inoportunas.

No creo, por ejemplo, que hubiese una mejor opción para la AN que la de María Corina Machado. Creo que Freddy Guevara es, vista su injusta inhabilitación, una muy buena alternativa, como también lo era Isabel Pereira; pero quizás faltó en la MUD un poco de anticipación, un poco más de malicia, para que situaciones como las que ahora vemos con la ilegal inhabilitación de María Corina fueran previstas, abriéndole la posibilidad, a ella y a todos, de enrocar con quien ella propusiera si se daba el caso, que se dio, de su imposibilidad para postularse. “Pero los rusos también juegan”, le dijeron al técnico de la oncena brasilera, Mário Zagallo, alguna vez, cuando comentaba “sobrado” sobre la que sería su estrategia en un amistoso contra los rusos, y a veces parece que la MUD se le olvida que “los rojos también juegan”; pero eso es una cosa, de la que hay que aprender y tomar nota, y otra muy diferente es caer ahora en un juego divisionista que a todos nos puede costar mucho más de lo que podemos pagar.

En este sentido, creo que el gesto de María Corina, al aceptar la decisión final de la MUD sobre su intención personal, debe ser reconocido sin ambages como una muestra de grandeza y de gallardía. Ella vio claramente hacia dónde iban los tiros del poder, no mordió el anzuelo y se apartó del camino a conciencia, sin inmolarse y, lo que es más importante, sin sacrificarnos a todos. En la otra acera, en la de los que no saben leer el país, quedarán los que le sigan el juego a la estrategia divisoria del poder montando, a conveniencia exclusivamente personal, tienda aparte.

Y no, no soy defensor a ultranza de la MUD, tampoco creo en la “unidad” como chantaje, que a veces lo ha sido, ni en los adalides de la vieja política, con sus componendas y triquiñuelas. No creo en “reaparecidos” ni en quienes, a la primera pelada de dientes, nos dejaron solos “por estas calles”; pero tampoco creo en pajaritos preñados. La contienda que se avecina necesita de una estrategia unitaria, al menos electoral, en la que todos los que darán la cara por nosotros tienen una responsabilidad histórica enorme, pues solo superado este trance podremos luego animarnos a más, a lograr los cambios que Venezuela necesita para volver a ser una nación próspera, libre y justa.

Pero no todo serán rosas, queden advertidos los candidatos ya definidos. Ingenuidades, traiciones, “saltos de talanquera” y faltas en el cumplimiento de la tarea encomendada serán absolutamente inaceptables. Ya esa es lección aprendida. Tan dañinos son los que se voltean, dándole la espalda a quienes pusimos nuestra fe en ellos, como los que solo van a la AN de cuando en vez, que los ha habido también, para salir en una que otra foto. Si superamos los obstáculos, los previstos y los que nos sorprenderán, y llegan a la AN, seremos los primeros que les exigiremos responsabilidad, compromiso y coherencia. Al final del día, no estarán allí para calentar curules ni para ser voceros de sí mismos, sino para representarnos a todos… No se equivoquen.

@HimiobSantome