La libertad, cuando pierde sus grillos se convierte ella misma en el grillo de una libertad mayor Por @maggidilena

La libertad, cuando pierde sus grillos se convierte ella misma en el grillo de una libertad mayor Por @maggidilena

thumbnailMaggiDiLenaEn mi propio baúl de recuerdos, me reencontré con un texto que sembró  la semilla de la poesía en mi adolescencia, un pensador Libanés que conquistó muchas noches de sueño y logró recurrentes vueltas a esas páginas que alumbraron para siempre la inquietud juvenil que tanto añoro. Khalil Gibran, escribe en su obra EL PROFETA, un capítulo sobre La Libertad, que hoy retumba mi pensamiento, en estas horas previas al pasatiempo de escribir ideas; algo así:

Si es una ley injusta la que deseáis abolir, esa ley fue escrita con vuestra propia mano sobre vuestra propia frente. No podéis borrarla quemando vuestros Códigos ni lavando la frente de vuestros jueces, aunque vaciéis el mar sobre ella. Y, si es un déspota el que queréis destronar, ved primero que su trono, erigido dentro de vosotros, sea destruido. Porque, ¿cómo puede un tirano mandar a los libres y a los dignos sino a través de una tiranía en su propia libertad y una vergüenza en su propio orgullo? Y si es una pena lo que queréis desechar, esa pena fue escogida por vosotros más que impuesta a vosotros. Y si es un miedo el que queréis disipar, la sede de ese miedo está en vuestro corazón y no en la mano del ser temido. En verdad, todas las cosas se mueven en vosotros como luces y sombras apareadas. Y, cuando la sombra se desvanece y no existe más, la luz que queda se convierte en sombra en otra luz. Y, así, vuestra libertad, cuando pierde sus grillos, se convierte ella misma en el grillo de una libertad mayor”.

Entonces, surge una duda, ¿Y qué otra cosa ha sido sino que hemos dejado de escuchar los grillos de nuestra libertad?, cabe preguntarse si es que acaso nosotros mismos, hemos silenciado los gritos de cambio, y en su lugar le subimos el volumen a la macabra banda sonora de la represión, persecución, mordaza, cadenas, ajustes, y venida a menos de los espacios de diálogo y expresión en cada una de nuestras vidas.





Muchos continúan preguntándose si vale la pena volver a dar un paso en democracia. No los juzgo, de verdad, a ninguno. No juzgo a las personas, pero si a ese pensamiento que se arraiga en las recónditas y oscuras paredes del imaginario colectivo denominado pesimismo adherido a ellas como hiedra.

Decía el poeta que si es un miedo el que queréis disipar, la sede de ese miedo está en vuestro corazón y no en la mano del ser temido”; afirmación que nos asegura que el poder de paralizar nuestras acciones, ciertamente NO radica en lo “fuerte” de quien pretende infundirnos miedo, sino en nuestra propia alma, y el alma no miente jamás.

Si dejas espacio para esa hiedra, no te sientas orgulloso de ser VENEZOLANO.

 

Maggi de los Angeles Di Lena García