Si no ayuda, no estorbe por @nancyarellano

Si no ayuda, no estorbe por @nancyarellano

 

“la verdadera ignorancia no es la ausencia de conocimiento
sino el hecho de negarse a adquirirlos” K. Popper

thumbnailnancyarellanoAbr2013Muchos critican el estado actual de las cosas. Es fácil abocarse a la crítica, es cómodo. No impone responsabilidad alguna. Lanzar una pelota al vacío es sencillo, crear un equipo de béisbol exitoso, es otro tema. Así, en la política, en la economía o en los medios.





Me causa profundo asombro ver cómo hay “masoquistas de la contemporaneidad” que se dedican a criticar, a diestra y siniestra, con supuesto dolor, el estado de las cosas: sufren, pero no hacen nada. En estos días escuchaba con atención a dos “viejitos” —con todo respeto— de la televisión peruana, hablar desde la “élite” sobre cómo la política y la televisión están en “su peor momento”. Me causa curiosidad qué papel jugaron estos dos señores en la descomposición, tanto de la política como de la televisión, que reseñan. Me causa curiosidad qué hacen hoy día para mejorar la situación; además de hablar.

Luego uno de ellos, ya para rematar, comenta sobre la esperanza que una agrupación política de izquierda en España le da. ¿La esperanza en otro? ¿La esperanza en la indignación? ¿En desafinar? ¿La comodidad nuevamente a través de los grupillos que quieren “lo nuevo”? Quizás me equivoque, pero me parece que optan, como todas las élites zombies del siglo XX, por mirar la realidad desde el balcón y regodearse en su “superioridad” o de olvidarse de la historia que dicen conocer con todos sus “itsmos”. Comprenden, sin comprender nada, que los tiempos han cambiado. Valoran, con viejos sistemas de medidas, una realidad de la que no son parte. Y encuentran, supongo, placer en sentirse de “otro nivel”. Entonces no hay flagelo, sino justificación. Es encontrar un “medio” de supervivencia. Medio cómodo e inútil.

Si nos ponemos liberales, ellos sencillamente no pertenecen a este mercado. Por tanto, no están en capacidad de establecer los “benchmark”. Su propio discurso los excluye de la posibilidad real de incidir, y no inciden porque el mercado los excluye y ellos no se adecúan. La serpiente se muerde la cola. No hay responsabilidad en comprender que la “esperanza” no está en “lo nuevo” sino en la “innovación”. En política lo “nuevo” no es evolución sino disrupción. Nada más peligroso.

Volviendo a Popper, “La toma de conciencia de que necesitamos la ayuda de otros conduce a la tolerancia basada en nuestra ignorancia: es el fundamento de la democracia”. En el momento en el que “las élites del Brandy” se dedican a criticar el estado actual de las cosas sin profundizar, me hacen pensar sobre la poca noción de democracia, y sus retos, que tienen en sus cabezas “instruidas”. Recuerdo el caso venezolano del Dr. Arturo Uslar Pietri. Muy versado, muy “razonable” pero incompatible con el mercado. Más ávido de reivindicarse en su estatus de superioridad que de ensuciarse con astucia para cambiar efectivamente el status quo. Se cita la célebre frase “Sembrar petróleo” que tanto los venezolanos han citado del Dr. Pietri; y que no es más que la actualización del Dr. Alberto Adriani, —de quien Pietri fue discípulo— en “El Café y Nosotros” (mayo, 1929) con “Nunca se insistirá lo bastante en lo deplorable de la situación de un país cuya economía descansa sobre uno o pocos cultivos”. Adriani despreciaba al petróleo, decía “esa industria es precaria; está en manos extranjeras; es, desde el punto de vista económico, una provincia extranjera enclavada en el territorio nacional” El problema central del retraso económico Adriani lo sustentaba en una única razón: “nuestra incapacidad para enfrentar sus problemas de manera racional y científica”. Ciertamente la industria petrolera no se mostraba en 1929 como la opción sobre la que toda nuestra economía versaría —en el Perú son los minerales—. Pero Adriani había ya identificado el problema central de la dependencia y proponía enfrentarlo con diversificación productiva. Con ciencia e innovación. ¿Suena familiar? No puedo menos que decir que Adriani hizo lo que pudo, la muerte le sorprende a los 38 años en plena reforma agrícola en Venezuela.

Los problemas de las economías rentistas se agudizan además si son monoproductoras y exportadoras. El problema real es que son economías dependientes del mercado internacional, son subordinadas de la innovación —del consumo— de los países desarrollados. El problema no es el sistema, sino cómo lo abordamos. A medida que la oferta de nuestros países está concentrada en materia prima, su vulnerabilidad es casi inmanejable. No hay auténtica soberanía económica si nos dedicamos a ser proveedores de insumos primarios —sea petróleo, gas, oro, cobre o carbón— de los países que sí generan demanda. El mercado no es ya un simple agregado de necesidades básicas, es la “modernidad líquida” —a lo Bauman— de consumidores que buscan satisfacer necesidades que se ofertan día con día, desde la innovación. Si no innovamos, nos subordinamos. Pero ojo, la solución tampoco es tan fácil. Y cuidado con quienes, dándoselas de Robin Hood, pretendan presentarlas en fórmulas electorales. También vemos a los “Don Hood Morados” españoles, con absoluto recelo.

Vuelvo a Popper para cerrar, “La sociedad abierta es una en la que los hombres han aprendido a ser hasta cierto punto críticos de los tabúes, y a basar las decisiones en la autoridad de su propia inteligencia” y basar las decisiones en la autoridad de su propia inteligencia radica en identificar problemas para plantear soluciones, para innovar, para entender las oportunidades en el mercado. Repito, en el mercado. Luchar por cambiar al mercado, trastocar el sistema, es una estafa. El tiempo pasado no fue mejor, simplemente ya fue. El que no mira hacia adelante, el que no innova, es un subordinado más, quizás masoquista, del presente. O estafador del futuro.