Entrevista a un ex pran: “Eso no es nada”

Entrevista a un ex pran: “Eso no es nada”

sanantonio

Videos de denuncia difundidos en Twitter donde se aprecia a varios reclusos disparando armas de guerra al aire, desde el techo del Centro Penitenciario de San Antonio ubicado en la isla de Margarita, encendieron las alarmas de la población venezolana la semana pasada. Los privados de libertad presuntamente despedían a Teófilo Cazorla Rodríguez, alias “El Conejo”, quien se hiciera conocido como el “pran” del referido centro, y quien había sido asesinado días atrás.

Por Gabriela Buada Blondell 





Hoy día, “pran” es la manera como se autodenominan los presos que manifiestan detentar el poder dentro de los recintos carcelarios de Venezuela. El término proviene de un famoso villano de Bollywood (la industria de cine de la India) cuyas películas se hicieron populares en Colombia durante el siglo pasado. Era corriente entonces llamar “pran” a quienes controlaban la distribución de las drogas en las cárceles colombianas como un manera de decir “padrino”. Según explica Humberto Prado, director del Observatorio Venezolano de Prisiones, en la actualidad incluso los directores de las cárceles para poder ingresar a las mismas “deben solicitarle permiso a los pranes”.

Un ex pran, quien pidió mantener su identidad en completo anonimato, accedió a concederme una entrevista de cuatro preguntas. Escuchar cómo con toda naturalidad plantea su punto de vista, da fe de un grave descontrol por parte de las autoridades.

¿Cómo obtienen las armas?

Dentro de las cárceles hay armas más potentes que las que salieron en ese video. Nunca es suficiente, y los negocios que se hacen dentro se pagan desde afuera. Hay mucha gente que ayuda para que eso funcione así, y estemos protegidos para que protejamos los penales. En todos lados hay un pran o alguien que manda y eso es lo que ocurre, “nada del otro mundo”.

¿Cuál es la situación actual en las cárceles?

Quienes vivimos en ese mundo sabemos que no podemos estar en desventaja con nadie, nos complacen en algunas cosas porque nosotros damos garantías que los periodistas no se enterarán de lo que pasa allí.

Cuando sale la información es porque queremos que todo el mundo se entere.

En resumen, muchos de los que estamos adentro tenemos que sobrevivir porque nunca se dan los plazos de presentaciones, vivimos en la pudrición, no hay medicinas, no hay comida buena si no la compramos o la traemos de afuera, somos muchos y hay que sobrevivir con las armas.

¿Cómo viven los reclusos que no están armados?

Nosotros distribuimos las armas en el penal, porque debemos crear una custodia entre nosotros mismos. Las armas largas y las granadas las tienen quienes se las han ganado y los que no están armados no viven, hay un grupo que no tiene nada y se respeta mientras “no se come la luz” y los evangélicos que se ganan su sobrevivencia porque nos ayudan a buscar Dios.

¿Qué se debería hacer para que mejore esta situación?

Una vez hablaron de “humanizar las cárceles” y pensamos que no pasaríamos más por esto, creímos que íbamos a comer de verdad sin forzar a nuestros familiares que dieran dinero para que no nos mataran dentro, que los custodios no nos robarían, que tendríamos juicios y que tal vez muchos de los que son inocentes saldrían, pero nunca pasó y hoy no creo que ningún preso quiere que la situación cambie, porque estar dentro es fácil siempre y cuando sepas que eso significa seguir reglas para poder vivir y al final te acostumbras y las respetas y también haces que los demás las respeten.

No hay acceso a las cifras oficiales que detallen lo que está ocurriendo en realidad en las cárceles en Venezuela, pero el Observatorio Venezolano de Prisiones en compañía de otras ONG han manejado números que comprueban el hacinamiento y ponen en evidencia la falta de política en cuanto a este tema. De 1999 a 2015 habrían fallecido 6.500 personas dentro de las cárceles de Venezuela. El año pasado también habría más de 190% de hacinamiento.

Amnistía Internacional resalta dentro del capítulo que dedica a Venezuela en su último informe sobre el estado de los derechos humanos en el mundo, que un buen número de prisioneros mueren o sufren heridas cada año producto de la violencia en las cárceles venezolanas, y que el gran número de armas dentro de las prisiones sigue siendo motivo de preocupación.

A pesar de las reformas en el sistema penal venezolano, las condiciones de las prisiones siguen siendo muy duras.

La falta de acceso a la salud, comida y agua potable, condiciones sanitarias, sobrepoblación y violencia en las prisiones y estaciones de policía, continúan siendo una preocupación. Es este contexto, las autoridades encargadas de administrar las prisiones no están en capacidad de proteger los derechos de las personas privadas de libertad, como el derecho a la salud y a la integridad física. Los levantamientos y las protestas, que incluyen hacerse daño para exigir mejores condiciones de reclusión, son frecuentes.