Instituciones y crisis por @lmesculpi

Instituciones y crisis por @lmesculpi

thumbnailluismanuelesculpiLa crisis continúa agravándose, la padecemos en el día a día.  La cotidianidad es agobiante,  las condiciones de vida empeoran. La situación se hace cada vez más insoportable, la escasez de alimentos y medicinas  junto a la inflación nos acogotan. La violencia y la inseguridad se normalizan formando parte del paisaje.  Para colmo el racionamiento de la luz y el agua ahora se añaden a las calamidades. Ignorar o pretender desconocer la realidad tal como hizo la flamante canciller, agrava más aún el cuadro actual.

El gobierno luce postrado e incapaz de  solventar la crisis. Traspasa en su relación con los otros poderes los límites constitucionales y legales. Se resiste a admitir su fracaso y persevera en un ensayo fallido. El país está urgido.

El cogollo gobernante es refractario a la renovación y al cambio. Lo obsesiona la conservación del poder por el poder mismo, su retórica gastada pretende justificar lo injustificable. Dilapidaron y se apropiaron indebidamente de los fabulosos ingresos en la bonanza petrolera. Si en el campo del oficialismo privará un mínimo sentido de racionalidad y sensatez, darían paso a un gobierno de Unidad Nacional como alternativa para avanzar en la superación de la grave crisis que confrontamos. Así se le ahorraría al país mayores sufrimientos, pudiendo encausarse por un sendero que nos pueda conducir al progreso en paz.





Al contrario de lo que aconseja el sentido común, la macoya del gobierno se propone obturar las opciones pacíficas y electorales que contempla la Constitución. En particular fundamenta su estrategia en retardar al máximo la celebración del revocatorio – a través del Consejo Nacional Electoral- y pretende esterilizar al poder más representativo y emblemático de los regímenes democráticos, como lo es el Parlamento; empleando para ello la sala constitucional del Tribunal Supremo. Lamentablemente los pronósticos no son muy alentadores.

El referéndum revocatorio puede ser una válvula de descompresión a la compleja tensión social y política se está acumulando en las entrañas de la sociedad venezolana, aunque la velocidad de los “tiempos sociales” no es la misma,  no compaginan, ni se sintonizan necesariamente con los “tiempos políticos”.

A medida que pasan los días la situación es más apremiante, hay signos alarmantes de desesperación. La incertidumbre se apodera de la sociedad. La presión en las colas va in crescendo, aumentan las manifestaciones de violencia. La acción represiva no les resuelve el problema.

Los sectores moderados -que los hay-  y descontentos en el seno del oficialismo, debieran reflexionar sobre la situación y tener una conducta más activa en la facilitación de  una abertura que posibilite el tránsito al cambio que reclama la inmensa mayoría de los venezolanos.

El CNE y en particular su presidenta está colocada frente a una coyuntura crucial, ante una responsabilidad histórica, o cumple con las normas establecidas por ellas mismas (por las damas de ese organismo) encausando el trayecto electoral, constitucional y en paz para el cambio político, o de manera obsecuente y servil se pone al servicio de la camarilla gobernante para obstaculizarlo. No es para nada, una exageración como se ha venido señalando:  “La Paz de la república está asociada a las decisiones del CNE y a la conducta de su Presidenta”.

Resulta una verdadera paradoja que el órgano encargado de promover la participación y realización de las consultas electorales, se convierta en el principal obstáculo para garantizar su ejecución. Especialmente en circunstancias como las presentes, donde el referéndum aparece nítidamente como la posibilidad constitucional inmediata que nos puede conducir a la superación de la crisis.

Otra institución que está llamada a cumplir con su rol es la Fuerza Armada Nacional, no ubicándose al servicio de una parcialidad política, sino al servicio exclusivo de la nación,  tal como está establecido en el articulado de la Carta Magna.

El que podamos encaminar  la alternativa para cambiar de rumbo, por  rutas lo menos traumáticas posibles dependerá -en buena medida- del comportamiento institucional de los órganos del poder público, que con su actuación puedan facilitar el recorrido. Esperamos que así sea para bienestar de todos los venezolanos.