¿De soles a…? por @ArmandoMartini

¿De soles a…? por @ArmandoMartini

ThumbnailArmandoMartiniPietriAgo2015A los militares no se les puede ignorar, sino reconocerlos como un sector necesario, y, en Venezuela, altamente profesionalizado. Pero también ser un profesional como ingeniero de producción o industrial, no lo convierte en un experto en estrategias de blindados ni, un físico o estadístico en oficial de artillería.

Los venezolanos hemos tenido muchas veces la convicción de que los militares, por ser disciplinados y ordenados, son en consecuencia buenos gerentes de las grandes responsabilidades en la administración pública. Esa errónea convicción se ha agravado en estos tiempos. Aunque, justo es reconocerlo, hemos tenido oficiales de diverso grado, a lo largo de la historia, que han sido buenos y eficientes planificadores.

Un ejemplo conocido fue el general de división -antes no se era tan dispendioso con los generalatos- Marcos Pérez Jiménez, quien estableció el record de las más altas calificaciones en la Escuela Militar de Caracas, y destacado estudiante en la exigente Academia Militar de Chorrillos, en Perú; después de tomar el poder por la vía rápida, un indiscutible promotor y buen gerente de la república -haciendo abstracción de que metió las manos en los dineros de muchas de las obras que diseñó y encabezó. Pero nadie pone en duda que hubo una Venezuela antes de Pérez Jiménez y otra después gracias a su impulso y su empeño constructor.





No fue el único, Carlos Delgado Chalbaud, fue graduado en Paris, L’Ecole des Travaux Publics; hizo estudios militares enviado por Eleazar López Contreras, en la Escuela Superior de Guerra en Versailles; con ese bagaje profesional regresó a Venezuela donde ingresó como capitán asimilado al Ejército y comandó la segunda compañía del Batallón de Ingenieros Francisco Avendaño. Es decir, no fue un simple militar de cuartel, sino uno de los ejemplos de la profunda renovación y profesionalización que impulsaron los generales López Contreras y Medina Angarita.

Hay muchos otros ejemplos de militares venezolanos brillantes, y uno es el general de brigada Rafael Alfonzo Ravard, a quien el Presidente Betancourt encargó la misión de poner en marcha la Corporación Venezolana de Guayana y las obras de electrificación en el rio Caroní. Graduado de la Academia Militar de Caracas y en el muy exclusivo, exigente y mundialmente prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), su obra está a la vista, no ha sido superada -sólo ampliada-.

Estos largos previos no son para alabar a unos pocos oficiales, sino porque es de obligación reconocer que, las Fuerzas Armadas Venezolanas han desarrollado una sólida tradición de promoción de la profesionalización de sus oficiales más interesados en ampliar sus expectativas. Durante las décadas de los años 70, 80 y 90, las universidades venezolanas se vieron saturadas de oficiales que, con disciplina y alto interés, seguían silenciosamente carreras universitarias combinando esas altas exigencias con las de sus carreras militares, en un sector en el cual no se permitían calificaciones mediocres ni fracasos.

Pero todo eso no tiene nada que ver con la pretensión que tuvo Hugo Chávez primero -por cierto, sin ningún estudio más allá de los internos militares obligatorios y no necesariamente con las mejores evaluaciones- y siguió después Nicolás Maduro, de que un militar es bueno para todo. Aún peor, la mayoría de los nombramientos hechos por muestras de lealtad a Chávez, a Maduro, sus vaguedades y al castrismo cubano, y no por méritos profesionales. Una verdadera lástima. Una tragedia para la institución castrense.

Con ese estilo personalista, egoísta y limitado, el revolucionarismo chavista llenó la administración pública de militares no debidamente preparados para nada que fuera mucho más allá del orden cerrado. Así, el prestigio que fue sumando el sector militar en cargos de primera importancia pero también por su eficiencia en el combate de irregulares y subversivos -pregúntenle a los cubanos cómo sus propios oficiales profesionales fueron derrotados por militares venezolanos-, se ha ido erosionando a niveles de gravedad, porque se han hecho parte activa y omnipresente de la ineficiencia de estos gobiernos y de su mutua incapacidad para resolver ninguno de los problemas del país, tanto los provocados por los errores de Chávez, como los que venían de antes y él prometió solucionar.

No pertenezco al mundo militar ni lo frecuento como para explayarme en detalles. Sólo referirme a los recientes nombramientos de generales y almirantes como responsables del abastecimiento de los productos básicos. En otras palabras, garantes de reconstruir el adecuado suministro para que terminen las colas y la indignación de millones de venezolanos.

No se pretende y está muy lejos la intención de que estas letras se interpreten como una burla, sino de reivindicar la labor y profesión militar que han sido perversamente manipuladas por un Presidente militar y su sucesor civil, ambos coincidentes en ser ciegos y sordos ante las realidades del país.

La nueva y poco creativa estrategia económica del Gobierno involucra aún más a los militares. El presidente Nicolás Maduro y su Ministro del Poder Popular para la Defensa, general en jefe Vladimir Padrino López -quien, por cierto, debería ser el primero en velar por la formalidad militar-, actuaron partidistamente y colocaron a sus fichas de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana a la cabeza de los rubros de alimentos y productos básicos de consumo nacional, responsabilidades que deberían corresponder a gerentes expertos y no a generales. ¿Qué busca Maduro poniendo a los militares en estos apuros?

La orden entró en vigencia el 30 de agosto con la publicación de la Gaceta Oficial N° 40.977, en la que se establece que se trabajará sobre 18 rubros. Los militares estarán a cargo del seguimiento y control del plan, rubro por rubro, que forma parte de la nueva Gran Misión Abastecimiento Soberano. Hay mejores formas de servir a la Patria, pero Generales de Brigada, en los rubros de aceite, azúcar, caraotas, detergente, jabón de baño, champú, crema dental y desodorante, lácteo, papel higiénico, toallas sanitarias y pañales desechables, porcino, torta y frijol de soya. Contraalmirantes, en las secciones avícola, café y margarina. Vicealmirantes, en la categoría de harina de maíz y pescado y Generales de División, en la parte de arroz, bovino, farmacéutico, maíz amarillo y trigo. No hay gerentes ni especialistas. ¿Cuántos años de administración enseñan en la Escuela Militar?

Lo que queda es reírse para no llorar ante la indignación ciudadana que produce leer una noticia tan absurda, tan ridícula. No sé ni cómo explicar ante la rabia e irritación al comprobar hasta dónde ha llegado. La falta de vergüenza se torna burlesca. ¿Cuándo se perdió el recato y el decoro? ¿Cómo oficiales de alta graduación y mediana edad pueden prestarse a esta tragicomedia? ¿Realmente creen los nombrados que el pueblo los va a aclamar agradecido? Y aún más, ¿realmente están convencidos que resolverán algo? Cumplen ordenes se esta consiente.

La Fuerza Armada Bolivariana debe regresar a las labores que les son propias. El prestigió merece regresar y los venezolanos que han escogido servir a la patria como sus guardianes, se les debe respeto, consideración y apoyo sincero que siempre se ganaron. 

Armando Martini Pietri

@ArmandoMartini