Alfredo Yánez Mondragón : En dilación permanente

Alfredo Yánez Mondragón : En dilación permanente

thumbnailalfredoyanezmondragonEl 1 de septiembre pasado el país demostró qué es lo que quiere. Los referentes políticos leyeron el mensaje a su conveniencia y lo interpretaron como el resultado de su poder de convocatoria, sin pasarse por la idea del desespero individual sintetizado en la fuerza de una posibilidad colectiva.

La hoja de ruta para los días siguientes parecía clara, desafiante, con escalas de presión y una fortaleza en la calle, que sin dudas, remarcaría con creces la realidad, en cuanto a demandas democráticas.

Pero algo ha de haber pasado. La molestia y la angustia, junto a la desesperación y las ganas populares se mantienen, pero no así la firmeza trazada en el papel.





Las jornadas del 7 de septiembre, y luego la modificada del 16 de septiembre, mostraron desazón. Ya no más fotos motivadoras, ya no más acción aguerrida, ya no más decisión tomada.

Ahora todo se ha vuelto una amenaza constante, basada en una lista interminable de condicionales, todos vinculados al divorcio de la Constitución, que siempre se cumplen, pero que no terminan de motorizar la acción reivindicativa, ni de la propia Constitución, ni mucho menos de la democracia, con lo que la premisa sustantiva de una salida constitucional, democrática, electoral y pacífica se pierde con el paso del tiempo.

Parece que no hay complemento entre lo que siente y pide el país, demostrado el 6 de diciembre de 2015 con su manifestación en las urnas electorales, y luego el 1 de septiembre con su participación multitudinaria en Caracas y otras ciudades, y las acciones de estrategia política que adelantan (o atrasan) los referentes nacionales.

Venimos de una semana de entuertos, de autogoles, y parece que no hemos sido capaces de superarlos. El CNE juega con los venezolanos y no hay quien ponga cara. Plantean una sesión permanente, justo después de regalarse un asueto por miedo, y desde este lado se les deja actuar porque la vida sigue.

Filosofía, explicaciones y excusas. Pasamos de la ofensiva directa a boquear en defensa por sobrevivir. Los días son inquietantes, porque no está claro qué es lo que se quiere, más allá de unas declaraciones que no tienen sustento en las acciones.

Al menos eso es lo que percibo. Cuánto quisiera estar equivocado.

@incisos