Esta millonaria cifra será la que pagará el poeta Ernesto Cardenal por violar un contrato

Esta millonaria cifra será la que pagará el poeta Ernesto Cardenal por violar un contrato

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El poeta y sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal, de 92 años, fue emplazado mediante un edicto judicial a pagar una indemnización de 800.000 dólares a una exsocia que lo demandó por incumplimiento de contrato, daños y perjuicios.

De acuerdo con la resolución, “el demandado deberá pagar a Nubia del Socorro Arcia la cantidad de 17.222.880 de córdobas, equivalente a 800.000 dólares”, indica un fallo del Juzgado III Civil Distrito de Managua, publicado en el diario oficial La Gaceta.





El monto de la indemnización fue fijada “en concepto de daños y perjuicios, daños emergentes, lucro cesante, deterioro de bien de propiedad y pérdida de activos ocasionados (a la demandante) por el incumplimiento de la obligación contractual”, precisa el edicto.

Arcia -administradora de un hotel en la isla de Solentiname del Lago Cocibolca- promovió el juicio contra Cardenal por diferencias en el manejo del hospedaje.

El hotel se construyó en los años 90 bajo las sombras de la Asociación para el Desarrollo de Solentiname (ADS), que dirige Cardenal.

La asistente del poeta, Luz Marina Acosta, dijo a la AFP que aún no han informado a Cardenal sobre la notificación judicial, a la cual calificó de “absurda, ridícula, inhumana y una grosería”, puesto que el sacerdote no tiene dinero.

“Él no sabe todavía (..) para mí es una noticia muy fea como para dársela a un hombre de 92 años que vive de sus esculturas, que no tiene ninguna pensión del gobierno, que no tiene nadie quien le ayude”, se lamentó Acosta, quien señaló que Cardenal “es la mayor gloria de este país, premio Reina Sofía y Pablo Neruda”, cuyas obras han sido traducidas a 20 idiomas.

En 1965 Cardenal fue ordenado sacerdote y al año siguiente fundó una Asociación en la isla de Solentiname para enseñar a los campesinos a pintar y a escribir poesía.

En la década de 1990, la Asociación decidió convertir uno de sus centros en un hotel y dejarlo primero bajo la administración del esposo de Arcia, quien falleció en 1994, y luego de la ahora demandante.

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