Luis Alberto Buttó: Y ahora, ¿qué?

Luis Alberto Buttó: Y ahora, ¿qué?

Luis Alberto Buttó @luisbutto3
Luis Alberto Buttó @luisbutto3

Tal como lo había advertido con absoluta claridad y transparencia, el oficialismo «eligió» una Asamblea Nacional Constituyente a su leal saber y entender. Con rapidez digna de mejores causas (verbigracia, solucionar la tragedia representada por el desabastecimiento de medicinas y la inaccesibilidad a los alimentos), acreditó a sus integrantes y desplegó el simbolismo de instalarla en los espacios del Palacio Federal Legislativo; por cierto, sin oposición formal de quienes estaban llamados a emitir pronunciamiento al respecto por ser representantes de la soberanía popular. Como era de esperarse, a las horas de su concreción, dicha Constituyente comenzó a implementar algunas de las medidas previamente anunciadas. Es decir, nació demostrando eficacia al poner en práctica su trazado estratégico.
Esta especie de crónica de una muerte anunciada (para decirlo con el manido cliché del título de la novela de García Márquez) no debería ser motivo de desaliento para la mayoritaria porción de la población venezolana consustanciada con los ideales democráticos y con las opciones contemporáneas de desarrollo. Sí debería serlo para generar la correspondiente reflexión que permita comprender, de una buena vez por todas, que los procesos de movilización social encaminados a impulsar cambios políticos de envergadura traducidos en el freno de la concentración del poder y el desmontaje de los mecanismos de conculcación de libertades civiles, políticas y económicas de aquélla derivados, jamás serán producto de incorrectas lecturas de la ciencia política y de que por momentos se combinen o actúen por separado factores retardatrices como el voluntarismo, la puerilidad, la improvisación, la pusilanimidad, las posturas acomodaticias, la defensa de intereses crematísticos, el colaboracionismo, el menudeo de enanas cuotas dizque de poder o el afán de ganar cámara, por citar algunos de los de mayor impronta en tal sentido. Frases deterministas que hablan de la imposibilidad de avance del autoritarismo, de sus supuestas debilidades y su tiempo agotado, no son más que hueras consignas destinadas a crear falsas expectativas que al no cumplirse, como es dable suponer, causan desconcierto e inamovilidad en los destinatarios del mensaje. Lo determinante en la resolución de los fenómenos políticos no es que ésta sea corta sino que sea duradera y satisfactoria. El realismo debe privar por encima del optimismo o, cuando menos, el último debe estar mediado por el primero.

Frente al espacio conquistado por el reverso de la historia, es tiempo de abandonar la carrera producto de despertar un día, toparse con el hecho de que se cerró determinada puerta y huir a volandas y sin orientación alguna buscando cierta ventanilla por la cual colarse. Es tiempo de dejar el requiebro de reinventar de la nada el discurso para emparejarlo con la telenovela del día, emitida por entregas de 140 caracteres. Amén de la forma, los principios son el fondo. La fortaleza real no es ser mayoría sino descifrar con acierto cómo hacer valer tal mayoría en términos operativos y definitorios. Es tiempo de la lógica fría, no del apasionamiento, no de la exaltación a resguardo. Es tiempo de hacer descarnado inventario para saber con propiedad con qué se cuenta, cuáles son las posibilidades y recursos reales que hacen factible y viable el sostén de la participación que en ninguna medida debe dejar de ser de masas, organizada, templada y pacífica para que sea efectiva y arroje resultados perdurables. La línea justa es llegar cada vez hasta donde se pueda y de allí continuar en lo sucesivo con las verdaderas fuerzas acumuladas, no las anheladas, no las inventadas. La progresividad de los avances sólo puede ser explicada con propiedad por quienes comparten la convicción de su pertinencia.

La pregunta espesa el ambiente: y ahora, ¿qué? La direccionalidad estratégica de la sociedad venezolana es irremediablemente democrática ¿Los lapsos? Eso es otra cosa.





Historiador
Universidad Simón Bolívar
@luisbutto3