Juan  Guerrero: Consumir pobreza

Juan  Guerrero: Consumir pobreza

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El verdadero capitalismo salvaje lo están protagonizando en Venezuela, el régimen dictatorial y los bachaqueros. Entre los dos han transformado a la población en unos completos parias del hambre.





Y la desnutrición no se debe únicamente a los crónicos períodos de subalimentación por la falta de nutrientes, también al incumplimiento de las normas en la elaboración de los productos en la alimentación del venezolano.

Por estos días y mientras hacíamos la fila para cancelar unos alimentos, me acerqué a ver un nuevo producto, era una marca extranjera. La información nutricional indicaba que contenía casi en su totalidad componentes artificiales para darle a la bebida un sabor achocolatado. Mi esposa buscó otro producto de marca reconocida y enseguida verificamos su composición. Su base esencial indicaba que contenía en un 85% materia prima natural.

-Te fijas, me dijo mi esposa. –Por eso es que este producto es más barato. Sus componentes son de segunda categoría y lo que hacen es inflarle la barriga a las personas. –Puro almidón y colorante.

Y es que en este país del capitalismo salvaje, el régimen de dictadura socialista hace años que dejó de ejercer controles sanitarios en los productos, tanto nacionales como aquellos que provienen de otros países. Los controles de calidad desaparecieron y abrieron las compuertas para la entrada de mercancía de segunda y tercera categorías, y desechos industriales, tanto en alimentos, medicinas, como en la generalidad de otros productos.

Por eso observamos a personas quienes, y a pesar de manifestar que desayunan, almuerzan y cenan, y hasta meriendan, cada día están más delgadas, raquíticas y con los rostros huesudos.

Indagando sobre el particular he podido conocer que nuestro país está considerado, desde hace ya varios años, como sociedad de poco poder adquisitivo y por tanto, incapaz de adquirir productos denominados de primera calidad, en todas las áreas de la producción y comercialización. Por ello, si usted se fija bien cuando va a comprar alimentos, como arroz, azúcar, harina, aceite, entre otros, así como productos de higiene personal, se dará cuenta que vienen con “detalles” tanto en su contenido como en la presentación. Es que son productos que si bien no lo van a envenenar, pues tampoco lo van a nutrir. Además, han sido desechados por los mecanismos de controles sanitarios en sus países de origen y que además, no pueden ser ingresados a los denominados países del primer mundo o industrializados.

Pero si esto ocurre con los alimentos, qué se puede esperar de las medicinas. El contrabando de medicinas es un negocio mucho más lucrativo. Las mafias se encuentran generalmente en países en vías de industrialización, como la India, de donde salen las moléculas-base que permiten multiplicar por miles de millones de dólares en sustancias que a la final, son adquiridas por los interesados sin pasar ningún control sanitario.

Igual ocurre con la industria de los repuestos para vehículos. Acá es China el país que ha clasificado esta industria. Tienen tres tipos básicos, A, B y C, para la venta de repuestos. Los primeros están orientados al mercado europeo-norteamericano-canadiense-australiano. Porque en esos países los controles son severísimos. Existe un permanente control de importación de autopartes.

Después están los repuestos de clasificación B, o intermedios, que van dirigidos al mercado de países en vías de industrialización y que aceptan, por sus regulaciones, algunos productos con “detalles” básicamente en sus presentaciones y no así, en el producto terminado.

Y finalmente está la clasificación C, que contiene materia prima de producción de desecho o de muy baja o ninguna calidad. Y está orientada al mercado de países que no tienen controles de seguridad industrial, casi todos los países africanos y algunos latinoamericanos, como Haití y Venezuela.

La industria de la electrónica china, con sus copias casi exactas de telefonía celular, computación (tabletas, laptops) provee para estos países, de clones que son adquiridos por comerciantes y se distribuyen como originales. En Venezuela, casi todas las marcas de telefonía celular (teléfonos inteligentes) son clonados y vendidos como originales.

Como se puede observar, nuestro país desde hace años es considerado como nación, no de segunda, de tercera categoría, y por tanto, a su sociedad se le provee de mercancía y productos de desecho, residuos industriales que no pueden ser comercializados ni en países en vías de industrialización ni mucho menos, en los países altamente desarrollados.

Por eso, la desnutrición no es tanto de pasar hambre. También tiene que ver con lo que usted lleva puesto, desde pantaletas, interiores y sostenes, hasta andar por la calle perfumadito y creyéndose superior a los demás por poseer un Aifon de última generación, sin saber que es un clon fabricado en el sótano de un tugurio en medio de un sembradío de arroz.

(*)  camilodeasis@hotmail.com   TW @camilodeasis   IG @camilodeasis1