Un plan con estrategia crea futuro en las ciudades, por Milagros Palomares

Un plan con estrategia crea futuro en las ciudades, por Milagros Palomares

 

Gerentes y economistas expertos en el tema coinciden en que no planificar es entregarse a la improvisación, incluso es retroceder. “La planificación estratégica es el motor que impulsa el desarrollo de una ciudad”. En Venezuela urge su aplicación.

 





Una red de autobuses con marquesinas inteligentes facilita la consulta interactiva a través del teléfono móvil de sus pasajeros, en la ciudad de Barcelona, España. Los usuarios del transporte público usan pantallas digitales táctiles en las estaciones del Metro e interactúan con el centro de atención al cliente.

En las plazas hay sensores que identifican las zonas de estacionamiento libre, y mediante aplicaciones móviles pagan el aparcamiento en sitios comerciales.  Cada contenedor de basura posee un sensor que transmite en tiempo real a la central de recogida de residuos su nivel de carga, y puntos de recarga para vehículos eléctricos. En las calles  se ven los reflectores que ajustan el nivel de luz en función del movimiento que detectan y el flujo de personas.

La clave de los avances en esta ciudad española: la planificación estratégica que ejecutaron sus gobernantes en los últimos 30 años.

“En Barcelona se ven ejemplos concretos de lo que significa realmente ser una ciudad inteligente, estratégicamente planificada. Estamos aplicando la tecnología a diversos aspectos de nuestra vida cotidiana, como el transporte público y otros elementos muy importantes para el funcionamiento de la ciudad, la iluminación de las calles, la limpieza y el aparcamiento”, afirmó el alcalde de Barcelona, Xavier Trias al diario El Espectador, en su participación al Foro Urbano Mundial en el año 2014, en Colombia.

Pero, ¿por qué en Caracas o en Maracaibo no podemos tener plan estratégico como lo tienen las ciudades de Barcelona,  Medellín o Santiago de Chile?, se pregunta  con suspicacia el economista, y presidente del Instituto de Gerencia y Estrategia del Zulia (Igez), Adalberto Zambrano.

“La planificación es un esfuerzo que implica anticiparse, implica pensar antes de actuar, tener de manera previa una imagen de los resultados de la  acción. Debe preceder y presidir la acción de un Gobierno. Planificar no es otra cosa que focalizarse, establecer prioridades, no ser disperso, en la medida que sea disperso se es ineficiente. Para lograr establecer focos hay que hacer un plan de lo que se quiere lograr”, explica Zambrano a la vez que sostiene que “todavía hay muchas debilidades en los organismos públicos, alcaldías, y gobernaciones de Venezuela”.

Desde que  Zambrano fue director del Consejo Zuliano de Planificación y Promoción (Conzuplan), de 1990 a 1993, en la gestión del ex gobernador del Zulia,  Oswaldo Álvarez Paz, quedó convencido de que la planificación no es propiedad del Gobierno. “Es necesaria en todos los ámbitos. Una universidad tiene que planificar su futuro, la planificación es la herramienta para crear futuro, es la herramienta que motiva al equipo, que le mueve la inteligencia a la gente, a una ciudad, a un país. Allí están las grandes metas y proyectos”.

Sostiene que la ciudad de Maracaibo -actualmente con 1.703.575 habitantes, el municipio más poblado del estado Zulia, con 4.199.165 habitantes-. Merece tener su plan de desarrollo. “. No es posible que Maracaibo no tenga aún una red de transporte decente, no se justifica”.

La realidad del transporte en la capital zuliana dista mucho de la que viven los españoles en la ciudad de Barcelona. El 70% de la población utiliza  un transporte colectivo (autobuses y carritos por puesto) en condiciones deplorables; y el servicio de recolección de desechos es precario. A diario se observan autobuses atestados de pasajeros y calles con cúmulos de basura, en una ciudad privilegiada geográficamente con la cuenca lacustre más extensa de Latinoamérica, que abarca una de las grandes reservas de petróleo y gas del continente americano.

 

Mandato constitucional

En el país existen bases legales como la Ley Orgánica de Planificación Pública, la Ley de Administración Financiera del sector público, y varios artículos en la Constitución de la República de Venezuela que obligan a la administración pública a establecer una verdadera planificación. En Venezuela, la necesidad de hacer un plan estratégico es  un mandato constitucional, y así quedó plasmado en el artículo 299.

“El régimen socioeconómico de la República Bolivariana de Venezuela se fundamenta en los principios de justicia social, democracia, eficiencia, libre competencia, protección del ambiente, productividad y solidaridad, a los fines de asegurar el desarrollo humano,  integral y una existencia digna y provechosa para la colectividad. El estado trabajará conjuntamente con la iniciativa privada, promoverá el desarrollo armónico de la economía nacional con el fin de generar fuentes de trabajo, alto valor agregado nacional, elevar el nivel de vida de la población, y fortalecer la soberanía económica del país, garantizando la seguridad jurídica, solidez, dinamismo, sustentabilidad, permanencia y equidad del crecimiento de la economía para lograr una justa distribución de la riqueza mediante una planificación estratégica democrática, participativa y de consulta abierta”.

El artículo 8 de la Ley Orgánica de Planificación Pública y Popular también establece: “El Sistema Nacional de Planificación tiene entre sus objetivos contribuir a la optimización de los procesos de definición, formulación, ejecución y evaluación de las políticas públicas en cada uno de sus niveles, a la efectividad, eficacia y eficiencia en el empleo de los recursos públicos dirigidos a la consecución, coordinación y armonización de los planes, programas y proyectos para la transformación del país, a través de una justa distribución de la riqueza, mediante una planificación estratégica, democrática, participativa y de consulta abierta, para el logro de las metas establecidas en el Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación”.

En otro de sus artículos, el 315, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela señala: “En los presupuestos públicos anuales de gastos, en todos los niveles de Gobierno, se establecerá de manera clara, para cada crédito presupuestario, el objetivo específico a que esté dirigido, los resultados concretos que se esperan obtener y los funcionarios públicos o funcionarias públicas responsables para el logro de tales resultados. Estos se establecerán en términos cuantitativos, mediante indicadores de desempeño, siempre que ello sea técnicamente posible. El Poder Ejecutivo dentro de seis meses posteriores al vencimiento del ejercicio anual, presentará a la Asamblea Nacional la rendición de cuentas y el balance de la gestión presupuestaria correspondiente a dicho ejercicio”.

A pesar de ese esfuerzo normativo legal, el economista Adalberto Zambrano asevera en su libro “Dirección estratégica, el arte de gobernar”, publicado en 2013, que “no basta con ser venezolano, mayor de edad, tener estado seglar, sino hay que estar preparado para ser un gobernante, así como un médico cirujano se prepara para operar a sus pacientes  en un pabellón. Hay que capacitarse. La complejidad es tan grande, se necesita gente preparada para hacer planificación estratégica”.

“El arte de gobernar implica la gerencia de sistemas altamente complejos, y la planificación estratégica pública plantea técnicas y métodos que han demostrado ser de utilidad en apoyar la gestión de gobiernos más eficientes, eficaces y efectivos”.

“Si un gobernante tiene la capacidad para dirigir, para gerenciar, los resultados deben ser buenos. Hay que prepararse para dirigir un municipio, una ciudad, a centenares de personas. Es mucho más complejo dirigir un Gobierno que una empresa”.

“Un gobernante no puede establecerle direccionalidad a su gestión de gobierno, identificar, procesar y transformar problemas que afectan a la comunidad objeto de gobierno. Si no se hace uso del método de la planificación estratégica; lo contrario sería someterse a la improvisación y anarquía, con resultados muy pobres en su gestión, caracterizada por la ineficacia, ineficiencia e inefectividad”, enfatiza en el capítulo siete El plan estratégico y el arte de gobernar.

Los beneficios de la planificación estratégica tienen que ver con los productos y sus  resultados, redondea Zambrano. “El producto es lo que se logra con la gestión, por ejemplo, me propongo construir una cancha en una comunidad; el producto es la cancha. ¿Y cuál es el resultado?, el impacto, el número de beneficiados”.

¿En un periodo de alta incertidumbre en el país tiene sentido planificar? “Claro, con más razón hay que hacerlo. No planificar es entregarse a la improvisación, es no focalizarse, no saber a dónde vas y cómo, incluso es retroceder. La región y el municipio deberían estar en mejores condiciones. Veo a Maracaibo empobrecida, deteriorada. No se justifica, un alcalde está obligado a hacer todos los esfuerzos para mantener una ciudad”.

El economista y politólogo, Jorge Gandica, docente titular de la Universidad Rafael Urdaneta (URU), acota  que la planificación estratégica situacional contrapone a la planificación tradicional. “Esta supera los escollos de la realidad. Es muy cambiante, es un libro bonito que pierde vigencia con rapidez. En la planificación estratégica los actores participan y esta se adapta a la realidad cambiante. Las consecuencias de no aplicarla hacen que el gobernante improvise, que no vaya al fondo de los problemas”.

Gandica, quien dicta las materias de Economía Política, Análisis de Problemas y Toma de Decisiones en el Ámbito Público, Comercio Internacional y modelos Políticos Sustentables, considera que la planificación estratégica ha sido ignorada en el país, y considera que el gobernante (alcalde, gobernador, ministro) debe conocer la metodología de planificación estratégica, comprenderla e involucre en el proceso. Si la aplica es una herramienta de éxito total.

Visión a largo plazo

La programación de ciudades con un horizonte de al menos 20 o 30 años se contrasta con las experiencias más tradicionales de planificación de dos o cinco años que realizan los gobiernos locales.

“El desarrollo de una ciudad o un  país no se logra en periodos cortos. Todos los problemas de las ciudades son problemas estructurales, y estas se resuelven a largo plazo. Esos planes deben hacerse a 20 a 30 años. Los gobernantes pasarán pero el plan debe seguir ejecutándose, cada uno al asumir su gestión debe tomarlo como su brújula”, asegura el experto en negociación y persuasión, Adalberto Zambrano.

Avance y desarrollo económico de otras ciudades de Latinoamérica, Europa y Estados Unidos es una de las inquietudes que más motiva e  impulsa el trabajo del abogado y articulista Néstor Rincón, presidente de la Fundación Propuesta País, una organización no gubernamental que promueve la planificación estratégica de consulta abierta.

En uno de sus recientes artículos publicados en su portal www.propuestapais.org afirma: “Maracaibo tiene un gran potencial, solo falta que se constituya su Consejo Local de Planificación donde se integren las autoridades del municipio y los representantes de la iniciativa privada. Esa es la única posibilidad de lograr buenos resultados como lo ha logrado Miami, la ciudad de Estado Unidos que mejor usa la planificación estratégica”.

Rincón coloca algunos ejemplos de éxito en Latinoamérica que fueron posibles mediante la aplicación de un plan con estrategia. “República Dominicana y su Plan Estratégico de Desarrollo Turístico con el cual en pocos años ha triplicado la cantidad de turistas extranjeros, lograron 6 millones en 2016, y tienen la meta de 10 millones de visitantes para 2020. Perú que salió de la crisis institucional creada por Fujimori cuando disolvió el Congreso a ser la economía que más crecerá en los próximos años en América Latina. El Plan Estratégico de Guayaquil para convertir un malecón abandonado en el río Guayas, lleno de ratas y delincuentes, en un hermoso bulevar de 2.5 kilómetros lleno de restaurantes, cafés y sitios de entretenimiento para niños, que recibió el año pasado más de 1.600.000 visitantes”.

¿Por qué en Venezuela no se aplica la planificación estratégica a pesar de estar ordenado en el artículo 299 de la Constitución, y de ser un método que produce éxito a cientos de ciudades en el mundo? Esta es una de las interrogantes más apremiantes que se plantea el abogado Néstor Rincón, quien desde su experiencia en la investigación de este tema asevera: “Los gobernantes y políticos han sido muy hábiles en polarizar a los venezolanos mediante la imposición mediática de temas emocionales para que no se fijen en los resultados de su gestión… han abusado de las promesas populistas improvisadas sin el respaldo de estudios de viabilidad y rentabilidad, por eso no hablan de planes estratégicos, ni de resultados, esas palabras no aparecen en sus discursos… un plan es algo serio que implica un compromiso con la sociedad organizada y con los resultados. Sin duda que si tuviéramos gobiernos que guíen su gestión por planes estratégicos concertados por la iniciativa privada, en los municipios, gobernaciones y en Gobiernos Nacional, Venezuela sería un país rico y desarrollado”.

No es una utopía. Sí es posible que Maracaibo cuente con un sistema de transporte público tan eficiente, ecológico y organizado como el de la ciudad de Curitiba, en Brasil; o que   se enorgullezca del moderno y tecnológico transporte masivo de Barcelona, en España. Solo hace falta voluntad política, funcionarios públicos preparados, y una economía fortalecida, libre de controles cambiarios. Como ciudadanos debemos exigirles a los gobernantes  que se preparen en esta carrera vertiginosa para que eleven el potencial del estado Zulia y su capital  a los mismos niveles de ciudades como Medellín, Santiago de Chile, Guayaquil y Barcelona.