El príncipe Playboy: historias y desdichas del niño que creció entre conejitas

El príncipe Playboy: historias y desdichas del niño que creció entre conejitas

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Cooper Hefner (Los Ángeles, 1991) podría haber sido un hombre más, pero no un hombre cualquiera. El cambio se produjo hace más de dos décadas cuando su padre, Hugh Hefner, creador de Playboy, decidió ponerle punto final a su matrimonio con Kimberley Conrad, una playmate de los años 80. Cooper tenía solo 8 años, uno menos que su hermano Marston, quien completaba aquella familia ideal, ensamblada en una mansión de lujo en el que la lujuria y lo prohibido tenían lugar a escondidas. Cooper no vio ese mundo hasta que sus padres se separaron, publica Infobae.

Producto del segundo matrimonio de su padre y Conrad, nació Cooper y su hermano Marston de 27 años. Ambos reconocen que su vida en la Mansión Playboy se desarrolló de manera tranquila y normal mientras sus padres estaban casados. Situación que cambió tras el quiebre de la pareja, lo que trajo gran cantidad de mujeres a la casa.

Mini tux from the ’90’s #family #throwbackthursday

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El padre de la criatura decidió comprar la mansión lindera a aquella en la que vivió durante 9 años junto a Conrad. Hugh Hefner tenía todo planeado: derribó un muro y conectó ambas viviendas para que sus hijos no se separaran de sus padres. De esta forma, los juguetes sexuales volvían a ocupar el lugar en el que estaban los juguetes de sus niños.

Conrad logró aislar a su ex marido de aquel mundo durante el matrimonio: “Yo sólo quiero que esto sea como un verdadero hogar. Las conejitas todavía siguen viniendo, lo que pasa es que ahora usan traje de baño. Creo que es mejor así”, explicaba muy gráficamente a la revista People después de su boda.

Así que Cooper y su hermano, a pesar de que sus padres ya no estuvieran juntos, siguieron viviendo con los dos, y, por consiguiente, no salieron de dentro de los muros de la mansión Playboy durante toda su infancia y adolescencia.

Según ha señalado Cooper en varias ocasiones a la prensa, el empeño de su madre hizo que su vida dentro de la mansión fuera como la de cualquier otro niño o adolescente de los noventa. En una entrevista a Business Insider, el benjamín de la familia calificó la casa como “un lugar tradicional para mí y mi hermano” y explicó que “durante los primeros años, siempre nos alejaron de cualquier tipo de fiesta”.

Pero las cosas comenzaron a cambiar cuando sus padres se divorciaron. Cooper comenzó a sufrir el desapego, las carencias, el mundo hecho fantasía. Durante los primeros años, al igual que su hermano, le escapó a la compañía fundada por su padre. No vio y no quiso ver. “La gruta de la cascada es un lugar icónico de la casa, un sitio que para mucha gente está relacionado con muchas orgías dentro, pero que para mí está ligado a cuando yo jugaba a montar aventuras al estilo de Indiana Jones”, dijo.

Ya en su adolescencia, mientras Marston se alejaba aún más del universo Playboy, Cooper se acercó a su padre a través del negocio. “Mi padre siempre me protegió de las fiestas, nos liberó de la tentación y el descontrol reinante. No teníamos una relación como la de todos los padres e hijos, pero entendí de joven que esa iba a ser nuestra relación”.

Cooper intentó hacer lo que cualquier chico de su edad: llevar a sus amigos e invitarlos a comer y escuchar música. Pero lo hacía en su habitación, en el que había un tocadiscos con canciones de Frank Sinatra y una sala con un colchón rosa en el suelo emulando una furgoneta de los 70. O a ver su propio zoo, en el que tenía desde cacatúas o monos enanos, o a la mítica gruta de la mansión.

“Me pasaba como a cualquier adolescente de 14 ó 15 años cuando sus padres hacen una fiesta. Ibas a las escaleras y mirabas qué estaba pasando y por qué no te habían invitado. Aunque luego con mis amigos yo no podía hablar de nada de eso. Me hubiese metido en serios problemas con mis padres”, dijo Cooper hace algunos años en una entrevista.

Quizás gracias a una crianza tan convencional pero en un lugar tan disparatado, el hijo pequeño de Hefner ha sabido aprovechar bien sus cartas. Durante su ya vida como adulto no ha dado ningún tipo de escándalo, algo que sí lo ha hecho su hermano Marston, detenido por golpear a su pareja hace unos años. Ha estudiado en una escuela de cine, tiene su propia empresa de creatividad, Hop Media, y colabora con agencias de eventos y de management.

Además, Cooper no se puso en pareja con una conejita. Con 26 años, ya está comprometido con la actriz Scarlett Byrne, conocida por su papel de Pansy Parkinson en la saga de Harry Potter. Cooper se diferencia en eso también de su padre, ya que Byrne es una chica alejada del estereotipo de rubia explosiva con las que todavía se podía al magnate recientemente fallecido, quien estaba casado con la conejita Crystal Harris, vivo retrato de una chica Playboy, a la que le sacaba 60 años.

La vivienda que durante años fue escenario de las fiestas más sonadas y legendarias de Hollywood, fue adquirida por USD 100 millones en 2016 por el multimillonario griego Daren Metropoulos, vecino del fallecido Hugh, quien, pese a no ser más propietario de la suntuosa propiedad, siguió viendo allí hasta su muerte.

El nuevo capo de la empresa

Uno de los grandes cambios que provocaron la baja en las ventas de la revista fue la decisión de no publicar fotos de mujeres desnudas en su interior, lo que fue criticado por Cooper, quien se ha propuesto volver a las raíces e incorporar imágenes más arriesgadas. Incluso su novia posó desnuda para la revista en abril de este año.

Cooper es, actualmente, el director creativo desde julio de 2016, tras unirse al negocio familiar inicialmente a los 21 años, para luego abandonar su posición por diferencias con los ejecutivos al mando de la empresa.

Además de alabar la labor del fundador de la compañía, ha llegado a decir que “algunas fotografías de Playboy deberían estar en los museos”. Y a través de sus redes sociales, Cooper se ha convertido en algo así como el embajador de la empresa. Acude a fiestas, se hace fotos con las conejitas y promociona los numerosos artículos que ahora llevan el sello Playboy y que van desde colonias hasta ropa o discotecas.

Ya se habla de reemplazos y todo parece indicar que Cooper será el sucesor de su padre. El príncipe será el heredero de un reinado rodeado de excesos, mujeres y fantasías. O no. Sí es seguro que nunca borrará el pasado, su infancia, los esfuerzos de su madre por preservar su niñez. Lo atípico convertido en convencional. Las carencias transformadas en rutinas. Las alegrías y las desdichas de un niño que quiere ser grande.

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