José Luis Zambrano Padauy: Se va un año de espanto

José Luis Zambrano Padauy: Se va un año de espanto

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Desearle feliz y próspero año nuevo a un venezolano tiene más atisbo de ironía que de buenas intenciones. Después de tratar de zurcir los meses para no caer en la derrota estrepitosa del desaliento, sólo queda la sensación irreparable de haber emprendido un esfuerzo tan cruel y riguroso, en una nación carente del total sentido de la razón, que un brindis por el futuro se antoja como una bofetada burlesca.

Pareciera que el rudimentario esquema con el cual es llevada la economía, las tergiversaciones de cuanta cifra inflacionaria se genera y esa inventiva sin cargamento creíble de la guerra económica, sólo termina por alimentar (sin ánimo de ser grotesco con este término), el escenario de hambre, desesperación y fracaso con el cual este pavoroso régimen desean rubricar el 2018 que está por empezar.





Por su parte, la Universidad Católica Andrés Bello tuvo la intrepidez y la duda valedera de efectuar un estudio, para conocer el parecer de los ciudadanos sobre cómo recorrieron los senderos insondables de la hiperinflación y cómo signó sus vidas el convulso año 2017, digno de ser echado donde permanecen los desperdicios de la memoria.

La consulta sobre estos últimos 365 días malvividos en el país, dio como resultado que este año será recordado como el peor y más desastroso de sus vidas para el 60 por ciento de los encuestados, dejando la claridad indisoluble de que el gobierno cuenta con las herramientas para hacer historia y sabe desmoralizar a un pueblo confundido en sus atropellos.

No en balde que contar con la peor inflación del mundo, al sobrepasar 2.600 por ciento en 2017, sólo puede provocar un sentimiento inservible de fracaso. Sin contar que en ámbitos electorales este gobierno puede inventarse resultados como les pega en gana, ya sin la necesidad de tratar de demostrar su astucia para la trampa.

Por eso de la escala del uno al diez, los examinados ven en siete como muy probable que Maduro continúe en el poder, lo cual sirve como termómetro del pesimismo y lo amilanada en la cual se encuentra la gente frente al porvenir.

Pero nuestra valentía ante la adversidad no puede quedar petrificada. El tiempo siempre destraba las perturbaciones más enigmáticas y hasta esclarece los escenarios irreparables. Las últimas semanas de este año malogrado y terrible, se han revestido de protestas por los excesos de tristeza en la gente. Sin gasolina, alimento y dinero en efectivo.

Mientras, la Asamblea Nacional Constituyente se regodea a sus anchas y fabrica entuertos, agravios y normativas como si inventase pócimas ridículas, sacadas de un pasaje de un libro de Harry Potter.

A su vez, se han perdido los espacios políticos y existe un apresuramiento insolente del régimen por adelantar las elecciones presidenciales, mientras les duré las votaciones viciosas, escamoteadas y de ficción, cuya farsa es representada a la vista de todos y con el mayor desparpajo.

La historia ha demostrado que cuando se rebosa la paciencia con despotismo, infortunio y arbitrariedad, las calamidades pueden revertirse hacia el lado contrario y provocar los resultados más imprevisibles.

Se termina un año atestado de pánico. Pero no se puede sembrar fatalidad por tanto tiempo. No sería insensato ni imprudente avizorar algo diferente para 2018. Por algún lado trastornado e imprevisible llegará la libertad.

@Joseluis5571