Editorial Richmond Times: Un grito por Venezuela, la distopía socialista

Editorial Richmond Times: Un grito por Venezuela, la distopía socialista

Los residentes se reúnen en una esquina cuando cae la noche en Maracaibo, Venezuela. El repelente de insectos es demasiado costoso, por lo que un residente quema una caja de cartón de huevos porque el fuego lento ayuda a mantener a los mosquitos alejados. / Foto AP
Los residentes se reúnen en una esquina cuando cae la noche en Maracaibo, Venezuela. El repelente de insectos es demasiado costoso, por lo que un residente quema una caja de cartón de huevos porque el fuego lento ayuda a mantener a los mosquitos alejados. / Foto AP

 

Los venezolanos están sufriendo y merecen oraciones y apoyo político de los Estados Unidos. La alguna vez rica nación sudamericana está cosechando los amargos e inevitables frutos del gobierno socialista: la hiperinflación, la escasez de las necesidades más básicas de la vida, un índice de pobreza del 87 por ciento y un colapso casi total de la democracia y los derechos civiles.

Editorial del Richmond Times | Traducción libre del inglés por lapatilla.com





Algunos izquierdistas ilusos han comenzado a alertar sobre el monstruoso sistema que destruye el llamado “socialismo” de Venezuela. Alegan que el gobierno autoritario y la economía fallida, que están causando tanta miseria en el país, resultan de la aplicación incorrecta de las “políticas y filosofía socialistas sanas”, cuando en realidad son las únicas conclusiones posibles cuando el gobierno nacionaliza la economía privada y socava tanto la libertad económica como el estado de derecho.

Hugo Chávez, el padre fundador de la distopía fabricada por el gobierno venezolano, se vendió a sus votantes y al mundo como un orgulloso socialista, y jugó bien ese papel. Chávez insertó a sus compinches en todos los rincones de la economía, castró a la corte suprema del país y socavó las elecciones. Cuando murió en 2013, Chávez fue reemplazado por su protegido, Nicolás Maduro, otro matón de izquierda, que acaba de ganar una aplastante reelección como presidente al diezmar a la prensa libre y arrojar a sus oponentes políticos más fuertes a la cárcel. Es ssí como se hace una elección verdaderamente falsa.

La pesadilla de Venezuela es profunda: “El agua no llega a la mayoría de los hogares, el transporte público se está deteniendo y las empresas están cerrando”, informó recientemente The Wall Street Journal. “Tropas armadas con fusiles usando traje de camuflaje y pasamontañas ejecutan puestos de control. El dinero en efectivo es tan escaso que la gente no puede pagar las necesidades más pequeñas como la tarifa del autobús”.

La economía se ha reducido en un 40 por ciento en solo cinco años. Un declive similar en los Estados Unidos anularía 23 años de crecimiento real: una generación de trabajo, innovación e inversión perdida.

La basura se acumula. Las farolas no funcionan. Asesinos y secuestradores florecen. El Departamento de Estado describe a Venezuela como “uno de los países más peligrosos del mundo”. The Washington Post informa que los hospitales se están quedando sin medicamentos, instrumentos quirúrgicos y sangre: el 84 por ciento dice que no tiene catéteres ni tubos. Incluso los baños no funcionan.

Entonces esta es Venezuela hoy. Y eso es el socialismo. Los jóvenes soñadores de EEUU harían bien en prestar atención, y aprender algo de historia. Venezuela es la regla de hierro, no la excepción.