#EscombrosDeMaduro: Venezolanos, ahora resignados a las perreras para enfrentar crisis de autobuses (FOTOS)

#EscombrosDeMaduro: Venezolanos, ahora resignados a las perreras para enfrentar crisis de autobuses (FOTOS)

REUTERS/Marco Bello

 

Son casi las 4 de la tarde y cientos de personas se desesperan por subir a un destartalado camión de carga en Valencia, estado Carabobo, una ciudad que fue un floreciente centro industrial en Venezuela.

Algunas mujeres embarazadas, otras con niños en sus brazos luchan con ancianos y hombres jóvenes para conseguir sitio en el vehículo que, antes de servir como medio de transporte, llevaba botellones plásticos con agua potable.

Es que en Valencia como en casi toda Venezuela, los autobuses están siendo reemplazados por camiones de carga, casi de cualquier tipo, para llevar pasajeros, en general los más pobres, porque los transportistas ya no consiguen o no pueden cubrir el costo de llantas, aceite de motor, baterías u otros repuestos.

No hay registros exactos de cuántos camiones de carga -que son llamados “perreras” en Caracas- circulan como transporte en las distintas ciudades de Venezuela pero voceros sindicales dijeron que de las 280.000 unidades de autobuses que existían hace dos años en el país, sólo quedan unas 30.000, es decir un 10 por ciento.

Los destartalados camiones que sobreviven a la crisis que padece Venezuela, en su quinto año de recesión y afectada desde fines del 2017 por la hiperinflación, han ocasionado accidentes viales en todo el país en los que han muerto 39 personas y otras 275 han resultado heridas este año, dijo la diputada Nora Bracho, de la opositora Asamblea Nacional.

El Ministerio de Comunicación de Información no respondió de inmediato a una solicitud de comentarios.

Al borde de la autopista al sur de Valencia, pasadas las 6 de la tarde y en medio de la llovizna Wilfredo Gómez, un vendedor de 34 años, empieza a lucir desesperado porque los camiones pasan llenos de pasajeros y por las noches ya ni esos vehículos transitan por el temor a la criminalidad.

“El transporte aquí en Venezuela es un asco (…) es un caos total”, dijo Gómez molesto. “Aquí hay que correr para agarrar un carro (autobús)”, agregó. Gómez recordó que el pasaje de esos camiones se paga en dinero en efectivo, un bien que escasea tanto como otros en esta nación petrolera.

Un boleto puede costar mínimo 10.000 bolívares, que a la tasa del mercado paralelo, es equivalente a 0,3 centavos de dólar. El ingreso mínimo mensual de los trabajadores es de unos 5,2 millones de bolívares, aproximadamente 1,7 dólares.

Rafael Castillo, de 53 años, conduce un sucio camión con rejas que alguna vez sirvió para mover ganado, pero desde hace meses lo usa ocasionalmente para llevar personas que se aferran a los barrotes del vehículo.

“La gente se monta tranquila en el camión, esto es un alivio, claro, porque no hay autobuses, no hay nada”, dijo Castillo mientras aguardaba que se subieran los pasajeros.

Las dificultades son las mismas en el estado andino de Táchira, donde Andreína Leal, una peluquera de 36 años, dijo que todos los días “corro el riesgo de caerme. Voy guindada (colgada) en los camiones y ya me robaron porque uno va pendiente de no caerse”.

Gómez, el vendedor que esperaba un camión a la orilla de la autopista, dijo que para poder conseguir el dinero en efectivo y pagar su transporte recurre en ocasiones al trueque: un pan o una lata de refresco por billetes.

“Aquí no hay carros, no hay nada, lo que es comida, medicinas”, dijo Gómez. “Todo se viene a pique (…) lo que necesitamos es alguien que nos ayude”.

Por Vivian Sequera y Mayela Armas/Reuters

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