Dámaso Jiménez: Una guerra silenciada

Dámaso Jiménez: Una guerra silenciada

Venezuela agoniza ante un parásito “paraestado” invasor. Los 22 mil funcionarios castristas denunciados por el secretario general de la OEA, Luis Almagro,  es el último eslabón de una guerra silenciada que ya lleva 57 años.

Luis Almagro se atrevió a develar por fin el quid del asunto de la insoportable verdad que llevó al país a la más dura crisis y que tiene pasando hambre y viviendo en la miseria a millones de venezolanos, mientras otro tanto decidió mutar como extranjeros en el mayor movimiento migratorio sufrido por todo un país durante este siglo.





Almagro logra aclarar la existencia de un “paraestado” instaurado solo para mantener a Nicolás Maduro como fachada de un gobierno invasor, por encima de cualquier derecho constitucional de sus ciudadanos convertidos en rehénes.

La infiltración de 22 mil funcionarios de la dictadura castrocomunista en puestos estratégicos de poder para mancillar y someter a toda una nación despojada de sus normas, economía, trabajo, educación, cultura, forma de vida y modo de producción, es sin duda alguna un episodio de guerra moderna ganada por el intruso. Hasta ahora ningún país vecino ha puesto sus barbas en remojo.

¿Qué hace este ejército invasor moderno?  Primero irrumpieron en los sistemas por internet y al acceso a datos privados desde las computadoras del Estado, para luego acceder a las cuentas bancarias, eliminando accesos desde fuera y amenazando con disponer incluso de los recursos de quienes tuvieron que abandonar el país. Los funcionarios castristas tienen acceso a cualquier documento en las oficinas públicas,  pueden sembrar o cambiar pruebas desde su particular justicia. Son los dueños de los pasaportes, tienen acceso al interruptor de la electricidad desde el Guri pudiendo dejar las ciudades a oscuras cuando se les antoje.  Eliminaron todo servicio médico y dejaron en la ruina a los hospitales, cancelaron todas las medicinas, son los amos de la soberanía alimentaria, se apoderaron de las fuerzas armadas que ahora son castristas y cubanas con Padrino a la cabeza, tienen acceso a todo el armamento de guerra y cuentan para sí con los servicios de inteligencia para espiar, perseguir voces y acciones disidentes, de protesta o de resistencia de los venezolanos en su propio país, uno muy afectado y sometido como siempre lo previó Fidel Castro hace 57 años, el mayor enemigo de la República de Venezuela en 188 años, pero que nunca fue reseñado como tal en ninguna de las líneas de los libros de historia.

La guerra de Fidel formó parte de un plan implacable y maquiavélico concebido en las entrañas mismas de la maldad del castrocomunismo, los reductos soviéticos rusos, sus alianzas con el eje del terrorismo islámico y la bancada usurera china, para apoderarse de una patria hermosa, con riquezas inimaginables, habitada por ingenuos nativos que nunca fuimos educados sobre los verdaderos peligros que atentaban desde fuera y dentro del país contra la democracia y el sentido real de la Patria, con las miles de muertes que se produjeron y que fueron echadas al olvido.

Entre 1961 y 1967 miles de venezolanos murieron en defensa de la soberanía, pero se siguió conspirando gracias a una pléyade de asesinos y la ayuda de una montonera de guerrilleros nacionales que nunca pagaron por sus crímenes, ni por los intentos de magnicidios, o la incursión de armamento para matar a los connacionales y por los ataques a la poblaciones rurales.

Un artículo del general Ángel Vivas publicado en enero del 2011 da cuenta del rechazo de la FAN venezolana ante la invasión impuesta: “La peor humillación al honor militar venezolano es que ahora se le rinde homenaje a Fidel Castro y a su tiranía aquí mismo, dentro de nuestro propio territorio, donde ellos derramaron la sangre de ese Ejército al que pertenezco, y a los descendientes de quienes la derramaron, a nuestros oficiales y soldados actuales, se les obliga por conducto de quienes debían evitarlo, sus generales y almirantes, a gritar el lema de nuestro enemigo, el lema creado en Cuba por el dictador Fidel Castro el 5 de marzo de 1960 “Patria, Socialismo o Muerte el mismo lema que gritaban los militares cubanos infiltrados en nuestro territorio en los años 60, cuando mataban a nuestros oficiales y soldados del Ejército de Venezuela, cuando cortaban sus genitales para colocárselos en la boca, cuando abrían con cuchillos sus gargantas para sacar por el orificio sus lenguas a la modalidad de corbata o cuando asesinaban a nuestros campesinos para infundir miedo y obligarlos a no denunciarlos”.

Fueron derrotados militarmente en Machurucuto en 1967 por los temidos “Cazadores” de ese insigne Ejército venezolano de principios de la democracia.

Los traidores venezolanos que ahora gobiernan se sumaron a una pacificación propuesta por Caldera en su primer gobierno que solo sirvió como estrategia para inocular el castrismo soviético al Estado desde el propio Ejército, con la infiltración de Hugo Chávez y otros árboles torcidos que fueron sembrados en complicidad para hacer vida desde 1971, primer gobierno de Caldera, en la Academia Militar de Venezuela.

Castro también fue el peor error cometido por CAP en la toma de posesión de 1989 en su segundo gobierno. Lo trajo como “payaso” de una extensa “coronación” para hacer las veces del divo de la prensa que lo acompañaría entonces, pero no contó con que entre su gruesa comitiva de invitados fueron colocados espías infiltrados en los principales barrios de la capital para llevar a cabo el para nada espontáneo “Caracazo” del 27 y 28 de febrero de ese año, poco menos de un mes después de esa asunción al poder.

Nadie duda que las dos asonadas de 1992 contra la democracia venezolana llevaron la firma del maligno comandante, gracias a la ambición de colaboradores políticos, empresarios, dueños de medios de comunicación y oficiales que se las jugaron todas como oportunistas en su afán de obtener mayor riqueza y poder, que fue lo que les prometió el mefístoles de la guerra a muerte contra la República de Venezuela.

Con Chávez en el poder el sistema castrista se apoderó de Venezuela como una fuerza invasora que logró entorpecer la cotidianidad de los venezolanos desde sus propias oficinas públicas, espiando todos sus movimientos, estudiando la conducta bonachona, parrillera, amante del bonche, el puente, el fin de semana cervecero y la escapada permitida cortesía del cupo cadivi, que mantuvo distraído a una clase media y popular con anormal fanatismo por un gobierno con fachada regalona, que como caballo de troya preparó el golpe de timón y la peor traición contra una nación libre y soberana.

Ninguna nación del mundo permitiría una felonía tan flagrante de gobierno alguno. Sería un autogol, un acto de suicidio colectivo, una enorme estafa piramidal en complicidad con los estafados, pero Castro y Chávez lo ejecutaron a la vista de todos, promocionado incluso a cielo abierto a través de las misiones y el incomparable programa dominical “Aló Presidente”.  La historia no absolverá a Hugo Chávez, figura irrefutable del acto de entrega de la Patria a estos “ Piratas del Caribe”.

Aún los venezolanos no hemos salido del estupor pero tampoco hemos entendido lo que está ocurriendo. Acostumbrados a una economía subsidiada por el petróleo y una gasolina anclada a nimios céntimos, no hay nada que explique el por qué de tanta maldad y menos comprender que el país ha sido atacado infinidad de veces por el eje comunista liderado por los Castro.

Muerto Castro y Chávez le sobrevive el poderoso sistema. Ahora con Maduro y los intocables 22 mil funcionarios en el poder el sistema convirtió una de las principales industrias petroleras del mundo no solo en chatarra para la expansión del castrismo en el resto de América Latina, sino en frontis operativo para los negocios del narcotráfico y el lavado y la utilización exclusiva de sus nimios recursos para los intereses de la cúpula terrorista.

Los venezolanos pasan actualmente por la peor crisis alimentaria inimaginable de toda su historia, con una economía destruida y una población desesperada, convertida en esclavos de un trabajo que jamás pagará ni la mitad de una cesta de alimentos básicos, o prisioneros de guerra del G2 cubano en los calabozos del SEBIN.

Un país más débil apoderándose de otro más grande y con mayores recursos a través del psicotrópico populismo ideológico.  Actualmente el muy repelido sistema castrista se mantiene en el poder gracias a la represión y a los recursos cuantiosos de los negocios oscuros que forman parte de la agenda secreta.

Sin fuerzas y rotos, los venezolanos lo han intentado casi todo para salir de esta guerra invasora y violenta de forma pacífica: Marchas, contramarchas, protestas, tomas de calles, votación masiva, diálogo. Han caído en engaños, en trampas, han sido asesinados, convertidos en presos políticos, perseguidos, expropiados, despojados de sus bienes, secuestrados, expulsados, pero no han perdido la esperanza de retomar el destino.

Algunos sueñan incluso con una fuerza poderosa que les permita sacar a los usurpadores por las buenas o por las malas. Pocos lo han entendido.

@damasojimenez