Carlos Benucci: No sólo hay que desplazar al chavismo

Carlos Benucci: No sólo hay que desplazar al chavismo

2018 ha sido un año muy positivo para la región. La democracia en Latinoamérica ha dado pasos agigantados para frenar la avanzada socialista y hacer del liberalismo el modelo propicio.

El socialismo del siglo XXI no halla cómo levantar cabeza; ya Maduro no cuenta con sus socios latinoamericanos, sus mejores aliados se han convertido en dictaduras, narcotráfico y crimen organizado. El mundo clama por un cambio en Venezuela.

Sin embargo, no hay que ser ingenuos, hay lobbys del chavismo que están sentándose en mesas para ofrecer sus tierras y riquezas a cambio de unas migajas de legitimidad. Mientras el tiempo pasa, Maduro y su gente recorren países ofreciendo hipotecar el suelo venezolano a cambio de fotografías con Maduro de brazos abiertos y donde no existan escenarios como aquel “Maduro dictador” en el Congreso mexicano.





Poco a poco, Maduro ha dejado de tener en el mundo ventanas de diálogo reales, y digo reales porque para las democracias occidentales poco importa si Maduro y Erdogan tienen una bonita relación. Sin embargo, hay algo que sigue siendo alarmante, y es como todavía existen hechos complacientes y conciliadores con los más grande asesinos de la historia de este país; a esos también hay que hacerlos a un lado.

Sin ánimos de rayar en lo totalitario, definitivamente el país necesita desplazar a los sátrapas que han interferido y traicionado la voluntad de los venezolanos, y sólo hay una posibilidad de ello: El establecimiento de acuerdos sostenidos bajo la ética, la moral y los principios. Lo hemos dicho varias veces, la unidad no es una foto, no es una tarima, no es una declaración conjunta, la unidad es el establecimiento de objetivos en común y el esfuerzo conjunto para lograr la ejecución de las acciones necesarias.

Uno de los elementos a considerar es nuevamente la movilización política encarnada en la cuestión social, movilización no reivindicativa, política, con contenido político y con oxigenación del discurso, articulación internacional y dotación de energía a la ciudadanía.

Si nos marcan la agenda, perdimos.2018 ha sido un año muy positivo para toda la región. La democracia en Latinoamérica ha dado pasos agigantados para frenar la avanzada socialista y hacer del liberalismo el modelo propicio. El socialismo del siglo XXI no haya cómo levantar cabeza, ya Maduro no cuenta con sus socios latinoamericanos, sus mejores aliados se han convertido en dictaduras, el narcotráfico y el crimen organizado. El mundo clama por un cambio en Venezuela.

Sin embargo, no hay que ser ingenuos, hay lobbys del chavismo que están sentándose en mesas para ofrecer sus tierras y riquezas a cambio de unas migajas de legitimidad. Sí, el caso venezolano es más grave de lo que parece para el país en sí mismo, mientras el tiempo pasa, Maduro y su gente recorren países ofreciendo hipotecar el suelo venezolano a cambio de fotografías con maduro de brazos abiertos donde no existan escenarios como aquel “Maduro dictador” en el Congreso mexicano.

Poco a poco, Maduro ha dejado de tener en el mundo ventanas de diálogo reales, y digo reales porque para las democracias occidentales poco importa si Maduro y Erdogan tienen una bonita relación. Sin embargo, hay algo que sigue siendo alarmante, y es como todavía existen hechos complacientes y conciliadores con los más grande asesinos de la historia de este país, a esos también hay que hacerlos a un lado.

Sin ánimos de rayar en lo totalitario, definitivamente el país necesita desplazar a los sátrapas que han interferido y traicionado la voluntad de los venezolanos, y sólo hay una posibilidad de ello: El establecimiento de acuerdos sostenidos bajo la ética, la moral y los principios. Lo hemos dicho varias veces, la unidad no es una foto, no es una tarima, no es una declaración conjunta, la unidad es el establecimiento de objetivos en común y el esfuerzo conjunto para lograr la ejecución de las acciones necesarias.

Uno de los elementos a considerar es nuevamente la movilización política encarnada en la cuestión social, movilización no reivindicativa, política, con contenido político y con oxigenación del discurso, articulación internacional y dotación de energía a la ciudadanía.

Si nos marcan la agenda, perdimos.

@Carlos_Benucci