El arte de no perder la calma durante una discusión

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Mantener la calma, el control de las emociones y del discurso pueden situarnos en un posición muy ventajosa en una discusión. En este artículo te contamos algunas estrategias para lograrlo:

Lo pasado, pasado está





El Dr. Mark Beyebach (2010), psicólogo experto en terapia breve y terapia centrada en soluciones, explica que traer al presente las situaciones del pasado aumenta la probabilidad de que las personas se tomen la discusión como un ataque personal. Aparecen la rabia y la impotencia porque el pasado no se puede cambiar.

Así, estos sentimientos tan negativos ciegan y hacen que incluso podamos llegar a olvidar el motivo de una discusión. A su vez, dan lugar a una sensación de pérdida de tiempo que, por frustración, aumenta nuestra rabia.

La auto-observación y el auto-conocimiento: tus mejores aliados

Saber cuáles son tus puntos débiles y tus puntos fuertes también te ayudará a no perder la calma en una discusión. Si prestas atención a la evolución del intercambio y no solo a tu postura, te será más fácil saber en qué momento es mejor hacer una concesión, centrar la atención en los argumentos de la otra parte o retirarte.

Por otro lado, no es lo mismo discutir con personas delante que hacerlo en la intimidad, tampoco es igual discutir al final del día cuando estamos ya cansados, que hacerlo durante el fin de semana o en un momento en el que estemos tranquilos. Elegir uno u otro momento para zanjar o empezar una discusión también es inteligencia social.

“Si te conoces los suficiente, te será más fácil saber en qué momento discutir, con qué personas sí puedes hacerlo y bajo qué condiciones”.

La anticipación nos ayuda a mantener el control

Si vas a enfrentarte a un debate, a una discusión abierta, prepárala. Organiza tu exposición e identifica los argumentos que la pueden sostener mejor, así como el orden en el que los vas a presentar. Se trata de tener un guión que pueda rescatarte en un momento dado.

Por otro lado, si se trata de una discusión que puedes prever, mejor que tengas el discurso preparado, tus argumentos de defensa y las ideas claras. Infórmate sobre tus posibilidades, la fortaleza de tus argumentos y, si es posible, anticipa la réplica de la otra parte.

Tres estrategias prácticos para no perder la calma en una discusión

-Evita subir el tono de voz y hablar de manera acelerada. Piensa que tus constantes fisiológicas tenderán a seguir la velocidad que imprimas a tu locución.

-Mantén un lenguaje corporal que sea pacífico y no sea agresivo. Vigila la manera en la que te mueves y los gestos que realizas, si te muestras agresivo (aunque no sea tu intención) generarás una respuesta defensiva en la otra persona.

-Si comienzas a sentir que te invaden los nervios, puede intentar que el debate recale en cuestiones secundarias mientras recuperas la confianza. Se trata de pongas en marcha la técnica del tiempo fuera y evites cometer errores que directamente te invaliden como interlocutor.

Finalmente, recuerda que los efectos de las estrategias que hemos enumerado llegaran con el tiempo y el entrenamiento. Puedes comenzar por un ejercicio de autoobservación y autocrítica que te permita saber qué puedes hacer mejor cuando participas en una discusión.

 

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