Indonesia va a las urnas en unos comicios que medirán su solidez democrática

Los trabajadores llevan las urnas antes de su distribución a los centros de votación en un almacén en Yakarta, Indonesia, el 15 de abril de 2019. REUTERS / Willy Kurniawan

 

Los indonesios se disponen a votar el miércoles para elegir entre el presidente saliente, Joko Widodo, y un exgeneral de pasado polémico, en un escrutinio que servirá para medir la solidez de la tercera mayor democracia del mundo.

Se trata de los mayores comicios jamás organizados en un país que cuenta con la mayor población musulmana del mundo.





Más de 190 millones de electores tienen que elegir entre estos dos aspirantes a la presidencia, pero también entre 245.000 candidatos a un escaño en los parlamentos nacional y a puestos en las instituciones locales de este gran archipiélago de 17.000 islas.

El presidente saliente Joko Widodo, que espera beneficiarse de un “boom” de las infraestructuras durante su mandato y de la buena salud de la principal economía del sudeste de Asia, está en cabeza de los sondeos.

Este político de origen modesto, que aparecía como alguien al margen del sistema cuando fue elegido en 2014, se enfrenta de nuevo a Prabowo Subianto, un exgeneral vinculado al régimen de Suharto.

En caso de derrota, la oposición ya previó cuestionar los resultados por las irregularidades constatadas en las listas electorales, e incluso sacar a sus partidarios a las calles.

“Hay mucho en juego en estas elecciones”, estima Evan Laksmana, investigador del centro de estudios estratégicos internacionales de Yakarta.

Laksmana apunta a la posibilidad de un retroceso democrático en caso de que salga elegido el antiguo militar. “No sabemos lo que [Subianto] hará si gana, ni tampoco si los límites institucionales podrán contenerlo”.

– Tinta halal –

La votación empezará a las 07H00 del miércoles (22H00 GMT del martes) en la provincia oriental de Papúa.

Más de 800.000 centros electorales recibirán a los votantes en este país salpicado de volcanes, desde el extremo selvático de Sumatra y la muy poblada isla de Java hasta las playas paradisíacas de Bali y la remota Sumbawa.

Los votantes harán agujeros en las papeletas electorales (para dejar en claro su elección de candidato) y luego sumergirán un dedo en tinta halal aprobada por los musulmanes, una medida para evitar la doble votación en un país donde es frecuente la compra de votos.

Se espera que una serie de los llamados “conteos rápidos” den una indicación fiable del ganador a la presidencia el miércoles por la noche, pero no habrá resultados oficiales hasta mayo.

La mayoría de las encuestas muestran que Widodo, de 57 años, tiene una ventaja de dos dígitos sobre Subianto, de 67 años.

La campaña estuvo marcada por los duros ataques cruzados, un discurso identitario impulsado por la religión y una gran cantidad de noticias falsas por internet que amenazan con influir en millones de votantes indecisos.

– Pragmatismo sobre principios –

Widodo basó su campaña en su ambicioso impulso para construir carreteras, aeropuertos y otras infraestructuras, incluyendo el primer sistema de transporte rápido de masas en Yakarta.

Pero los ataques a minorías, religiosas y otras, incluyendo a la pequeña comunidad LGTB, coincidiendo con la emergencia desacomplejada de la línea dura islámica, mancillaron su gestión en derechos humanos.

Widodo “ha elegido el pragmatismo sobre los principios en temas de islamismo y pluralismo”, dice Dave McRae, profesor titular del Instituto de Asia de la Universidad de Melbourne.

Widodo, un musulmán practicante, quiso salir al paso de las acusaciones de ser anti-Islam nombrando al influyente clérigo Ma’ruf Amin como compañero electoral.

Pero la victoria de Widodo y Amin –conocido por sus opiniones despectivas sobre las minorías–, podría significar el golpe de gracia a la reputación de Indonesia como país de un islam moderado.

Por su parte, Subianto, acompañado por su compañera de campaña Sandiaga Uno, una empresaria rica de 49 años, hizo una campaña fervientemente nacionalista.

Cortejó a los miembros de la línea dura islámica, prometió un impulso del gasto militar y, como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, prometió poner a “Indonesia primero”, y revisar miles de millones de dólares en inversiones chinas.

Las ambiciones presidenciales de Subianto se han visto afectadas por sus lazos con la familia Suharto y un pasado con claroscuros.

Así, ordenó el secuestro de activistas democráticos cuando se hundía el régimen autoritario en 1998, y se le acusó de cometer atrocidades en Timor Oriental. AFP