Tomás Kaurima: Acción Militar interna o externa y el monopolio de la violencia inoculada

Tomás Kaurima: Acción Militar interna o externa y el monopolio de la violencia inoculada

Es ingenuo pensar que llegue uno de nosotros a la Presidencia y por magia desaparezcan los conflictos. Obvio que heredaremos un polvorín. Suficientemente más complejo que el heredado por Betancourt en los años 60. Las FFAA de entonces, desplazadas del poder con la caída de Perez Jiménez, fueron reducidas a sus cuarteles. Y no obstante produjeron el Carupanazo, el Barcelonazo y el Porteñazo. Entonces no tenían el virus “ideologizante” del culto a la personalidad caudillesca del “comandante eterno”, ni operaban en mafias financieras de negocios turbulentos de las drogas, el petróleo, el diamante, el oro o el coltan; el contrabando y todos los ilícitos imaginados o por imaginarse.
De hecho, no tenían entonces nexos con la guerrilla colombiana, ni con organizaciones terroristas, ni grupos irregulares nacionales, políticos o delincuenciales.

Sumemos otro escenario de los sesenta: las dictaduras de derechas, como Trujillo en República Dominicana, que veía en Venezuela una amenaza a su régimen y orquestó el atentado de los Próceres contra Betancourt. Y, adicionalmente, otro adversario a confrontar era Fidel Castro, tirano cubano de izquierda, artífice de la lucha armada, en esa década, contra la democracia.

Hoy no es menos complicado el escenario. Los enemigos de la cultura occidental y la democracia tienen muchos intereses involucrados en nuestro territorio. Justo ahora no podemos darnos el lujo de lucir desconcertados. Por supuesto que estamos conscientes del reto que encaramos. Esto transciende al hecho jurídico y leguleyo, no sólo a lo previsto en nuestra constitución por lo de la asistencia militar, tal como lo señala el artículo 187.11 o el Tratado interamericano de Asistencia Reciproca (TIAR) o bien el R2P, sino al interés que priva en este momento para salir del atolladero inducido por el régimen de Maduro, bajo el signo de la amenaza de convertir a Venezuela en una guerra civil de proporciones internacionales.





En consecuencia, ya no se trata de lo que le conviene o interese a otros, sino a nosotros. ¿Tenemos, o no, aliados para enfrentar la coyuntura ? Actuemos en consecuencia. Si los tenemos, obremos con ellos, de no tenerlos, busquémoslos.
¿No fue eso lo hizo De Gaulle para liberar a Francia de la ocupación nazi? ¿No fue lo que hizo Churchill con los aliados para derrotar a Hitler? ¿No fue acaso una inspiración similar de autodefensa la asumida por Vietnam para salir de Pol Pot en Camboya; incluso en contra de sus aliados históricos, ideológicos, militares y financieros de China y la URSS? Y los desafiaron; en una guerra que duró 10 años y que hábilmente, como siempre, los izquierdopatas, en su misión gato, saben hacer muy bien al ocultar, para que no hieda, la caca que generan.

¿Qué argumentos jurídicos o tratados fueron los que usaron entonces estos personajes ante la imposición de la realidad que los apremiaba?

Ejemplos más vinculantes a nuestra vernácula tradición histórica como los de Miranda y Bolivar peregrinando en Rusia, Francia, Inglaterra, EEUU y Haití. O el “Leander”, cuya réplica exhibe el régimen en el Parque del Este. A Miranda se lo entregaron en Río Caribe. ¿Cuál es el complejo, que deben aprobar la acción primero afuera para nosotros suscribirlo? ¿La Legión Británica fue una iniciativa de los ingleses o de Bolívar? ¿El problema es de EEUU o nuestro? ¿Quién debe asumir la direccionalidad?

Si la iniciativa la asumen afuera, me temo que debemos preparar espacio para nuestro propio Guantánamo. Si la iniciativa parte de nosotros, tendremos autoridad para sugerirles cuándo retirarse. Y poder indagar con los interesados “cuánto le debo y de qué le debo”.