Acosar o entender, por Carlos Lozano

Carlos Lozano

 

Llueven las críticas, las preguntas, las exigencias a Juan Guaidó, como si fuese simplemente un tirano que decide para bien o para mal lo que se debe hacer. Cuando el tirano acierta le va bien al país, cuando se equivoca la va mal y hasta peor. Lo malo es que incluso cuando acierta, no es voluntad popular sino suya. Igual que la censura, los asesinatos, los presos, las torturas.

Por Carlos Lozano





Un demócrata nunca actúa solo. Consulta, escucha, evalúa, compara, sopesa. La decisión final no será sólo suya sino suma, o promedio, de todos. En la Venezuela actual no son sólo opiniones e interpretaciones de su entorno y de sus ciudadanos, también de gobiernos del mundo.

En la Venezuela encomendada a Juan Guaidó, unos quieren guerra, otros piden diálogo, algunos quieren cobrar deudas, varios comen de ella, unos pocos la ven como pieza dentro de un juego internacional que les interesa a ellos, no necesariamente a los trabajadores que ganan poco y comen menos. Cada cual afirma que la suya es la verdadera salida.

Tan democrático como escuchar a todos, es apoyar al dirigente cuando marca el camino. Todos debemos estar conscientes, más que pendientes de que errar es humano, de la realidad de que en Venezuela no se están jugando sólo las tragedias de la crisis, sino también las estrategias y conveniencias de los principales países del mundo, y de todos esos elementos dependen el cese de la usurpación, el Gobierno de transición y la celebración de elecciones libres.

Atención, unidad y paciencia son las tres virtudes que debe ejercer actualmente la oposición ciudadana. Vamos bien, pero todas las opciones deben ser discutidas y analizadas. La temporalidad no la marca Juan Guaidó, como se le exige, sino la realidad.