Venezuela no puede esperar más, por el Embajador Suecia León Poblete

Venezuela no puede esperar más, por el Embajador Suecia León Poblete

Desde que asumimos la responsabilidad diplomática, para la cual fuimos designados por el Presidente (E) Juan Guaidó, decidimos emprender la tarea de dar a conocer en Suecia, la gravedad de la crisis que se vive en nuestro País.

Para ello hemos realizado encuentros con diversos sectores de este País, uno de ellos por supuesto es el sector político, y hoy vemos con beneplácito como el tema Venezuela llama la atención de lideres políticos de Suecia. Tal es el caso del miembro del partido Demócrata Cristiano de Suecia y Parlamentario, Sr. Lars Adaktusson, quién escribió un artículo para el portal de noticias “Svenska Dagbladet” donde destaca.





“La crisis en Venezuela: aumentar la presión para el cambio de poder en Venezuela. Con el régimen actual en Caracas, el UNCHR estima que otros dos millones de personas podrían verse obligadas a abandonar Venezuela el próximo año. Sin un cambio en el poder, no hay indicios de que la situación mejore, escribe Lars Adaktusson (KD)”

La situación humanitaria se deteriora cada día mas y las contradicciones políticas son exponenciales y las amenazas de confrontación militar van tomando características fácticas.

El mundo está claramente sensibilizado con el drama del pueblo venezolano, que hoy es víctima de un gobierno ominoso y oprobioso que pone en riesgo, no sólo a la democracia venezolana, sino a la estabilidad de todo un continente y al mundo entero.

Si hay algo que no podemos perder de vista, es la realidad multifactorial del conflicto, y en consecuencia, multifactorial es la solución.

Hoy el régimen de Maduro no sólo ha creado un marco socio económico como mecanismo de control social de la población estimulando un estado de dependencia al capitalizar la necesidad del ciudadano, sino que también a fomentado la creación de un aparato represor que a través de mecanismo coercitivos busca generar estados de anomia en el cuerpo ciudadano, las Fuerzas Armadas y los poderes del estado, logrando evitar la conciliación de esfuerzos que coadyuven al quiebre de la estructura criminal hoy convertida en gobierno De Facto.

En mi visita a principios de años a la ciudad Colombiana de Cucuta, frontera con Venezuela, pude tener verificación de primera mano, del constante y claro abuso de poder del régimen de Nicolás Maduro, quien atacaba de manera cruel y virulenta a ciudadanos inermes, que huyendo de su tiranía criminal y ominosa, se han visto obligados a exponer sus vidas abandonando sus arraigos, familia, valores y querencias, en búsqueda solidaridad y cobijo. Duro fue escuchar testimonios desgarradores, de refugiados venezolanos recién llegados, vividas semblanzas de miseria inimaginable, hambre, muerte y destrucción, que superan cualquier prognosis o ejercicio de imaginación.

Ya no es desconocido para el mundo que el régimen criminal, de igual forma, se ha convertido en el mecenas de grupos terroristas como Hezbollah, FARC y ELN, ofreciéndoles albergue y protección y facilitándoles la explotación y comercialización de recursos minerales, convirtiendo a estas estructuras crimínales en amenazas creíbles, para el hemisferio, con fuentes de financiamiento incalculables e infinitas.

Es por esto que se hace imperativo seguir ejerciendo más presión sobre el
régimen, imponiendo nuevas sanciones que el pueblo venezolano y el presidente interino Juan Guaidó creen necesaria para poder lograr salir de este agravio histórico sin parangón en la historia de la humanidad.

Sin embargo, colateralmente, existe una gran preocupación de que estas medidas impacten y contribuya a exacerbar la ya deteriorada situación de la población más vulnerable y es por eso que es importa descartar que estás no aplican para el sector alimento, salud y otros de vital importancia.

El presidente Guaidó comparte esas preocupaciones, empero, señala que “las sanciones podrían levantarse mañana si Nicolás Maduro ayuda al país y abandona el Palacio Presidencial de Miraflores”.
A pesar de todo este escenario descrito, el debate en todo el mundo está politizado y polarizado.

Con respecto a las consecuencias del experimento socialista en Venezuela, los partidos de izquierda de Europa siempre han optado por minimizar sus efectos o cerrar los ojos ante lo que está sucediendo.

Durante mucho tiempo, Venezuela ha sido considerada una democracia por los principales representantes de la izquierda Internacional, calificando el proceso bolivariano como esperanzador y felicitando a Nicolás Maduro en su elección como presidente en 2013.

El lider político Jonas Sjöstedt, del partido de izquierda sueco y miembros del grupo del partido del Partido de la Izquierda en el Parlamento Europeo, elogiaron sin prurito y sin ruborizarse a la “revolución inmortal de Venezuela”

Esto, en esencia, es a la vez angustioso e indigno, pero sobre todo es una traición a todos los millones de venezolanos que actualmente luchan por sobrevivir, dentro o fuera de su país de origen. Sin un cambio de poder, no hay indicios de que la situación mejore.

En otras palabras, ya es hora, no solo para los Estados Unidos sino también para la Unión Europea, el gobierno sueco y otros estados que han mantenido actitudes anodinas, de darse cuenta de la gravedad de la situación y asumir la responsabilidad en mayor medida que hasta ahora.

Políticamente, el apoyo al presidente interino Juan Guaidó necesita ser más claro e indefectible, mientras se consideran nuevas sanciones contra el régimen.

Por último, pero no menos importante, es hora de considerar, comenzar el proceso para llevar a Nicolás Maduro ante la Corte Internacional de La Haya, y de cuenta de su desmanes y desafueros sobre lo que no se debería en dudar calificar de crímenes de Lesa Humanidad, solo comparables a catástrofes humanitarias como la de los Balcanes y más recientemente Siria.

Venezuela no puede esperar más.