La imagen de un héroe: ¿Mito o realidad? Por Carlos Alarico Gómez

En este artículo se analizan las causas de la muerte de Simón Bolívar y el problema de su mitificación, haciendo hincapié en el contraste existente entre la realidad y la manipulación de los sucesos ocurridos, ya que sus realizaciones son de tan gran magnitud que no justifican las exageraciones que se han hecho sobre su gesta libertaria, que abarca un extenso territorio que hoy ocupan seis naciones. Esa gesta le permite disfrutar de un puesto predominante en el inconsciente colectivo de sus compatriotas, lo que es absolutamente lógico, ya que su obra no tiene parangón. Sin embargo, su gestión ha sido distorsionada de manera interesada por intereses partidistas que han manipulado su imagen para influir en la opinión pública sin consideraciones éticas.

La mitificación de los héroes es un mal generalizado a nivel mundial, el cual se sustenta en una imagen conformada por leyendas populares y por campañas que se tornan perniciosas cuando manipulan a la colectividad sin consideraciones éticas o jurídicas. En el caso de Bolívar sus aciertos se han exagerado hasta límites sobrehumanos generando una deformación de su imagen, lo que ha traído como consecuencia que se desestime a cualquiera que haya tenido o tenga un punto de vista crítico sobre alguna de sus actuaciones. Esta especie de glorificación de Bolívar se inició desde el segundo gobierno de Antonio Guzmán Blanco, en la ocasión de celebrarse el primer centenario de su nacimiento. Afortunadamente, en el caso de Bolívar sus ideas políticas las expresó claramente en documentos tales como “El manifiesto de Cartagena”, “La carta de Jamaica”, “El discurso de Angostura” y la “Constitución de Bolivia”, los cuales deben ser estudiados a través del método de investigación de las ciencias sociales. En consecuencia, es necesario que se estudie con propiedad la realidad del pensamiento ideológico de Bolívar, así como de los sucesos en que se vio envuelto durante su tiempo existencial, con el fin de que las nuevas generaciones desechen las aseveraciones que no posean respaldo documental, único modo de evitar la manipulación de quienes buscan alcanzar objetivos pragmáticos que satisfagan sus intereses.

El problema de la mitificación de Bolívar comenzó a originarse durante la celebración del primer centenario de su nacimiento, el cual fue festejado con gran revuelo por el presidente Antonio Guzmán Blanco, pero desafortunadamente la conmemoración se convirtió en una apoteosis destinada a enaltecer la figura del héroe en un evento de participación masiva al que dio el nombre de “Glorias de Bolívar”. La efeméride fue organizada con gran habilidad por Guzmán Blanco para enaltecer su propia imagen, lo que hizo creando una Junta presidida por Antonio Leocadio Guzmán -su padre- e integrada por Fernando Bolívar -sobrino del Libertador-, Arístides Rojas, Agustín Aveledo, Pablo Clemente, Andrés Level de Goda y Manuel Vicente Díaz, quienes cumplieron a cabalidad la misión asignada, que fue llevada al extremo de crear una moneda con las efigies de Bolívar y Guzmán. El escritor Eduardo Blanco contribuyó con la efeméride publicando un libro titulado “Venezuela Heroica”, en cuyas páginas se observa la gran influencia de Homero en su obra, tal como se aprecia al observar el mismo estilo épico que usó el escritor griego, matizando su obra con capítulos llenos de exagerado fervor en los que convierte en titanes a los generales de la Independencia y a Bolívar en el mismísimo Zeus. Llegó incluso a inventar algunos episodios, como el de la dramática despedida de Pedro Camejo “El Negro Primero”, cuando herido de gravedad en el Campo de Carabobo galopa moribundo para despedirse del general José Antonio Páez y, al estar frente a él, descubriéndose el pecho, le expresa balbuceante: “Mi general, vengo a decirle adiós porque estoy muerto”. El hecho nunca ocurrió, como se puede verificar en la Autobiografía escrita por Páez en Nueva York, durante el año 1869, donde narra con detalles lo acontecido durante la Batalla de Carabobo.





Guzmán Blanco fue solamente el comienzo. Gobiernos posteriores contribuyeron a aumentar la apoteosis, tal como ocurrió con los dictadores andinos Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez, lo que culminó con la creación de un partido político bolivariano al que se dio el nombre de “Agrupación Cívica Bolivariana”, fundado por el general Eleazar López Contreras con el propósito de garantizar la permanencia de los hombres de la Causa Andina en el poder y su propio regreso a la Presidencia. Para lograr su cometido utilizó los servicios de un asesor colombiano de nombre Franco Quijano, quien demostró sus amplias habilidades en el manejo de la opinión pública. Esa experiencia la repitió el presidente Hugo Chávez Frías, con la creación de un partido que era al mismo tiempo bolivariano y marxista, lo cual es imposible desde el punto de vista ideológico, ya que Carlos Marx en su obra “Bolívar y Ponte” (Sic) lo llama “canalla, cobarde, brutal e inepto”, entre otros epítetos. La información aparece publicada en la New American Ciclopedia (NY, Vol. III, 1856, pp 440-446) reproducida por Alberto Filippi en Bolívar y Europa (Caracas: Edic. de la Presidencia de la República 1990, Tomo I, pp. 735-739), referida por Fernando Falcón en “El cadete de los valles de Aragua” (UCV, 2006, p. 16) y en el periódico New York Daily Tribune de Nueva York (14-02-1958). Otro aspecto contradictorio en el partido Bolivariano de Chávez es lo referente al federalismo, ya que la posición de Bolívar era radicalmente contraria a ese sistema, lo que no deja lugar a dudas en el Manifiesto de Cartagena que publicó en 1813, lo que reafirma en su Discurso de Angostura en 1819 y en su Proclama leída en la Convención de Ocaña en 1828. Es decir, no se puede ser partidario de la tesis de Bolívar y de Ezequiel Zamora al mismo tiempo, ya que son diametralmente opuestas. Esa situación de interpretación a priori de la ideología del Libertador es de una total imposibilidad conceptual y contraviene lo documentado en la historiografía, a lo es necesario agregar lo que se sustenta en la “Ley sobre el uso del nombre, la efigie y los títulos de Simón Bolívar” (1968), ya que la creación de un partido político bolivariano incentiva la utilización de la figura del Libertador con propósitos proselitistas.

En consecuencia, esa situación distorsiona la verdad -de buena o mala fe-, hasta el punto de poner en tela de juicio el protocolo de la autopsia practicada por un profesional de la medicina de la categoría ética de Alejandro Próspero Reverend o el acta levantada por otro médico de reputación intachable como José María Vargas, documentos que se enfrentan a las dudas sobre la autenticidad de los restos que yacían en la urna de bronce diseñada por el escultor español José Chicharro Gamo en 1930, durante el primer centenario de la muerte del héroe venezolano, día en el que también se colocó detrás del ataúd la obra del escultor italiano Pietro Tenerani.

La verdad documental es que con los restos del Libertador quedaron sepultados sus sueños de unidad, los cuales absorbió de Miranda, que deseaba crear una nación iberoamericana que llevara el nombre de Cristóbal Colón, quien gracias a su ingenio y conocimiento pudo demostrar que había un nuevo continente. La idea de Miranda se concretó cuando Bolívar creó Colombia (17-12-1819) y feneció en el Congreso Constituyente de Valencia cuando los diputados electos sancionaron la nueva Constitución el 22 de septiembre de 1830, dando fin a la unión colombiana. Al decidirse la separación de Colombia fue creada la República de Venezuela, que era la cuarta vez que surgía. Es decir, la muerte de Bolívar coincide con el fin de Colombia, pero su desaparición física deja para la posteridad ideas bien definidas sobre el gobierno y la democracia.

Un aspecto común en los gobernantes autócratas que han regido los destinos del país es la constante mención del nombre de Bolívar, que utilizan con el propósito de aprovechar su posicionamiento en la mente del venezolano a fin de garantizar su permanencia en el poder, pero sin practicar la recomendación de crear un gobierno que provea “…la mayor suma de felicidad posible, la mayor suma de seguridad social y la mayor suma de estabilidad política”, como expresó Bolívar en la instalación del Congreso de Angostura el 15 de febrero de 1819. Es decir, olvidan respetar el estado de derecho para mantenerse en la Presidencia a cualquier costo.

Los restos de Bolívar fueron trasladados desde Santa Marta a Caracas en 1842 y sepultados en la cripta de la familia Bolívar en la Catedral de Caracas hasta que en 1876 el presidente Guzmán Blanco los hizo llevar al Panteón Nacional, que había hecho construir para que le sirviera de morada eterna. No obstante, el presidente Hugo Chávez puso en duda que los restos que se encontraban en el Panteón fueran realmente de Bolívar y expresó su convencimiento de que el Libertador haya sido asesinado. En consecuencia, designó una Comisión Ad hoc coordinada por el doctor José Antonio Lorente, director del Laboratorio de Identificación Genética de la Universidad de Granada, España, quien efectuó una investigación exhaustiva para determinar si los restos que se encontraban en el Panteón Nacional eran los de Bolívar y para realizar todas las diligencias científicas que establecieran cuáles fueron las verdaderas causas de su muerte. El doctor Lorente, experto en Medicina Legal, aceptó ambas responsabilidades y dirigió la Comisión Presidencial para la Investigación Científica e Histórica sobre los acontecimientos relacionados con la muerte de Simón Bolívar, la cual estuvo integrada por cincuenta expertos provenientes de la Universidad Central de Venezuela, del Instituto de Estudios Avanzados, del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas y de la Universidad Simón Bolívar.

Los restos fueron exhumados el 17 de julio de 2010 en presencia de la Fiscal General de la República. La investigación duró exactamente un año. Los resultados fueron dados a conocer durante una rueda de prensa celebrada en el Parque Central de Caracas el día lunes 25 de julio de 2011, en la cual el vicepresidente de Venezuela Elías Jaua informó que la Comisión designada había completado su labor manipulando cuatro piezas dentales, una costilla y otros huesos, que fueron comparados mediante el sistema mitocondrial con el ADN de María Antonia y Juana, hermanas del Libertador, de lo cual se concluyó en la evaluación genética que los restos de Juana no son de ningún miembro de la familia Bolívar, en tanto que los de María Antonia sí se adaptaban a los estándares científicos establecidos.

En cuanto al análisis efectuado sobre los restos del Libertador la Comisión precisó que no se puede excluir la posibilidad de que haya podido morir de tuberculosis, ya que en los resultados se encontraron componentes tóxicos de arsénico y de cantaridina, que provenían de los medicamentos que le fueron suministrados. Es posible que se haya producido envenenamiento no intencional. Adicionalmente, la Comisión procedió a tomar medidas de preservación de los restos, sustituyendo con alambres de acero inoxidable los de alpaca, zinc, cobre y níquel los que le habían sido colocados por el doctor José María Vargas. Finalmente, se determinó que los restos son efectivamente los de Simón Bolívar y corresponden a una persona mestiza, de raza predominantemente caucásica, delgado, fuerte, de pelvis y espalda estrecha, de cabello ondulado y fino, diestro y de 1,65 metro de estatura (La información fue tomada de los diarios caraqueños El Universal y El Mundo del martes 26 de julio de 2011).

Esta es la realidad. Desde el punto de vista médico Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios murió muy probablemente de tuberculosis y el cuerpo que reposa en el Panteón es de él, sin ningún género de dudas, pero lo que permanece sin solución viable es la mitificación del héroe, a quien se manipula con fines partidistas desde una agrupación llamada Movimiento Bolivariano (hoy PSUV), que gobierna un país que fue rebautizado con el nombre de República Bolivariana. Esa mitificación debe ser eliminada del costumbrismo criollo y solo recordar a Bolívar por los inmensos aportes políticos e ideológicos que le aportó a la historia de su patria venezolana.