Juan Marcos Colmenares: Muerte a los corruptos

Juan Marcos Colmenares: Muerte a los corruptos

La confianza es el pilar fundamental de la economía. Es el elemento clave del funcionamiento de una sociedad y de las instituciones. La falta de confianza en el Estado y en las instituciones democráticas debilita la gobernabilidad de un país. Y la corrupción es el cáncer que ataca esa confianza, que debilita la democracia, daña el sistema de partidos políticos, enferma las instituciones y deslegitima a los gobiernos.

Corrupción son esas transacciones de tipo ilícito y secreto que se realizan cuando alguien obtiene un provecho personal, en el ejercicio de responsabilidades que se le confiere en su trabajo, mediante soborno o extorsión. Tiene graves efectos económicos porque inhibe la inversión extranjera, reduce la productividad del gasto de la administración, la efectividad de las políticas públicas y afecta la competitividad de los países.





Transparencia Internacional (TI) promueve medidas contra la corrupción política en el ámbito internacional y los delitos corporativos. Es una organización no gubernamental de la sociedad civil, fundada en 1993. Su sede se encuentra en Berlín-Alemania, pero opera en más de 70 países. Publica anualmente el Índice de Percepción de Corrupción (IPC), una lista corporativa de corrupción a nivel mundial, que es la medida más utilizada para evaluar la corrupción en los países analizados; y clasifica a 180 países según sus niveles percibidos de corrupción en el sector público, utilizando una escala de 0 a 100, donde 0 es altamente corrupto y 100 es muy limpio.

El IPC 2018 clasificó a Venezuela con 18 puntos, ocupando el puesto 168 de 180 y es el país más corrupto de América.

Hace 60 años, cuando Singapur se independizó de Gran Bretaña, la mayor parte de su población era pobre, debido a que la malversación y el soborno eran parte integral de la vida pública. Era uno de los países más violentos del mundo, con mayor tráfico de drogas y con el más alto índice de criminalidad, por su cercanía con Malasia y China. Además, sufría de graves problemas como pobreza, desempleo, inestabilidad política, inseguridad ciudadana, baja inversión en capital e infraestructuras básicas deficientes; pero sobre todo de corrupción.

El gobierno de Singapur cambió el sistema educativo, creando conciencia de grupos, elevando la sociedad sobre el individuo; preparando excelentes maestros y profesionales en tecnología y ciencia. Creó condiciones institucionales favorables para la inversión, reduciendo impuestos a los inversionistas extranjeros que construyeran sus fábricas en el país, que produjo nuevos empleos y aumentó los ingresos promedio de sus habitantes. Pero la clave de su éxito se debió al combate de la corrupción y a su política de “cero tolerancia”.

Su primer ministro Lee Kuan Yew, luchó con determinación hasta reducir la corrupción a su más mínima expresión. Decretó: “Si quieres derrotar la corrupción debes estar listo para enviar a la cárcel a tus amigos y familiares”. Los delincuentes en actos de corrupción son castigados con mucha severidad, son obligados a realizar trabajos forzados, cadena perpetua y hasta condenados a muerte, ejecutándolos en la horca. La pena de muerte se instauró como norma en el año 2013, disuade a los posibles delincuentes de delinquir y ha convertido a Singapur en uno de los lugares del mundo más seguros para vivir y trabajar. Hace 12 años en sus cárceles había más de 500.000 presos, pero seis meses después, sólo quedaban 50. El gobierno adoptó la pena de muerte y el trabajo forzado para los delincuentes confesos, narcotraficantes y violadores. Pero también decretó la pena de muerte para toda figura pública corrupta (políticos, funcionarios, policías, militares, etc…) que fueran juzgados y declarados culpables.

Singapur es un buen ejemplo de un país que de padecer una corrupción sistémica ha pasado a ser ahora una de las naciones menos corruptas del mundo.

Aquí en Venezuela, cuando rescatemos la democracia y debido al crecimiento exponencial de la corrupción en los últimos 20 años, deberíamos seguir el ejemplo de Singapur y combatir la corrupción con penas muy severas, con trabajos forzados, cadena perpetua y hasta con la muerte.

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@JMColmenares