Ángel Lombardi: ¿La Tercera Guerra Mundial?

Ángel Lombardi: ¿La Tercera Guerra Mundial?

Término dramático que usó el Papa Francisco. Es real si la vemos en el largo plazo de la historia. Es el reacomodo de los imperios (EEUU-China-Rusia), sub-imperios (potencias regionales) y satélites, por ejemplo, India, Turquía, Israel; y entre nosotros, México, Brasil, Argentina, Colombia, etcétera. Mientras acá nos canibalizados, en autofagia polarizada, peleando por la “sillita” y la “rentota” petrolera y minera, la “guerra” nunca ha cesado, pero cambió de naturaleza en 1945 con la bomba atómica y la energía nuclear. Igual Yalta “murió” en 1989 con el colapso de la Unión Soviética (pero Rusia sigue, con Putin o sin Putin) igual USA, con Trump y post-Trump. Y los chinos, llegaron para quedarse.

Para este conflicto global, que al siglo 21 le va a faltar tiempo para metabolizar, la guerra es un monstruo, como la hidra, de muchos rostros: guerras tradicionales, guerras irregulares, guerras asimétricas; terrorismo, guerrillas, revueltas, virus y un largo etcétera. Pero “calma y cordura”, la historia siempre ha sido así, lucha por el poder y supremacía, y la hemos llamado Historia Universal, siendo trágica, en nuestro auto engaño, la convertimos en película y la disfrutamos, especialmente cuando la guerra no anda cerca. Mientras esté lejos y ocurra a otros no nos importa. La faceta más común y menos visible de cualquier guerra o conflicto es el control de la economía, la llave del poder y de la verdadera influencia. Y la novedad del siglo 21 es que los dueños e “influencer” globales se reúnen y deciden el futuro de toda la humanidad sobre la base de sus intereses y no de la mayoría. Estamos hablando de una oligarquía global-plutocrática, de unos miles de muchas nacionalidades (FORBES ayuda a identificar con rostro sonriente y apellidos raros de muchas lenguas). Hoy una multinacional gigante tiene un capital mayor que el PIB de muchos países y un Bill Gates, un Slim y unos miles más tienen el monopolio de las finanzas del mundo, los desarrollos tecno-científicos más importantes, las patentes más lucrativas y un largo etcétera más. Han convertido a muchos países en su propiedad, a la mayoría de los políticos, gobernantes y partidos en socios menores o simples representantes y empleados. Mientras la mayoría vivimos en la promesa de la felicidad vía consumo.





Trump el populista, en plena campaña reeleccionista, quiere darle a cada norteamericano mil dólares ($). Alienados por el consumo, la idea hedonista de felicidad y un progreso que la tecno ciencia hace “visible” y los miedos “cultivados”, tipo Chernobyl, Coronavirus, calentamiento global. Amenazas reales, pero que exageradas crean una psicología de guerra que provoca histeria y pánico colectivo, auto-encierros y tantas cosas insensatas que terminamos de perder el sentido de dignidad y libertad, única posibilidad de proteger nuestra condición de persona y nuestro futuro como humanidad en libertad.