Jesús Ernesto Castillo: Pandemia, Estado y Liberalismo Clásico

Jesús Ernesto Castillo: Pandemia, Estado y Liberalismo Clásico

En estos tiempos de pandemia, en los que vemos a políticos y teóricos de la izquierda alrededor del mundo tratando de convencer sobre la superioridad del Estado al libre mercado y la urgencia de tener economías controladas y planificadas, he considerado que hoy más que nunca deben ser conocidos y difundidos los principios económicos fundamentales del Liberalismo Clásico, para que no seamos engañados con las retóricas populistas de los enemigos de la libertad:

 

Una economía libre es una economía eficiente y próspera





 

La única forma en que los recursos escasos pueden ser destinados eficientemente a la satisfacción de  las necesidades de la población es a través de un mercado en el que los que producen y los que consumen puedan negociar libremente, ya que al fin y al cabo, son ellos y no los gobernantes quienes conocen realmente lo que desean. Cuando los precios son formados por esta libre interacción, surgirán nuevos oferentes frecuentemente, que deberán competir para vender sus productos, con precios más bajos o con mayor variedad y calidad, beneficiando así a toda la sociedad. 

 

Un Estado pequeño, con tres funciones específicas

 

Aunque algunas corrientes modernas del liberalismo defienden la viabilidad de una sociedad sin Estado, el Liberalismo Clásico justifica su existencia, con un accionar que esté limitado a:

– Garantizar la competencia en todas las áreas de la economía 

– Brindar a la población bienes y servicios que otros no ofrezcan por no ser rentables: infraestructura, seguridad ciudadana, justicia, defensa nacional, entre otros; lo que el liberalismo clásico reconoce como “Bienes Públicos”

– Contrarrestar los efectos negativos que perjudican a los agentes económicos del país, sean estos generados o no por alguna actividad económica, como por ejemplo la contaminación producida por una industria, los desastres naturales, o las pandemias, que afectan gravemente al desempeño de la economía nacional. Es lo que los liberales clásicos definen como “corrección de externalidades”.

Si el Estado pretendiese ir más allá de estas tres competencias, interviniendo en la dinámica del mercado, perjudicará severamente la eficiencia económica, ahuyentando a los inversionistas tanto nacionales como extranjeros. Como diría Hayek “La Fatal Arrogancia” de quienes buscan desde el poder planificar la vida de todos. El resultado lo hemos visto en la China de Mao, la Alemania soviética, la Cuba de Castro, y la Venezuela chavista: hambre, miseria, totalitarismo y muertes. Socialismo llevado a la práctica.

Por lo tanto, la próxima vez que escuches a algún socialista anunciando el fracaso del liberalismo, argumentando que todos los Gobiernos del mundo decidieron actuar para frenar los estragos sociales y económicos de la pandemia, ya sabrás que esto no es más que el Estado tratando de corregir una externalidad a corto plazo; que no debe usarse de excusa para intervenir y controlar la economía; y que el mercado sigue y seguirá siendo la forma más eficiente de asignar los recursos, adaptándose constantemente para ofrecer los bienes y servicios que necesita la población para protegerse. Liberalismo Clásico llevado a la práctica. 

@Jesuscastillomz