Las seis amenazas del régimen chino y su obsesión por el petróleo venezolano

Las seis amenazas del régimen chino y su obsesión por el petróleo venezolano

El presidente chino Xi Jinping inspecciona un sitio de prevención y control de coronavirus en la Comunidad de Anhuali en Pekín el 10 de febrero de 2020 (Xinhua vía REUTERS)

 

El doctor Evan Ellis declaró el miércoles ante la comisión de Revisión Económica y de Seguridad EEUU-China del Congreso estadounidense para aportar sus observaciones sobre el accionar del Partido Comunista Chino (PCC) luego de investigar durante 16 años sus actividades en América Latina y el Caribe. El investigador de Estudios Latinoamericanos del Colegio de Guerra del Ejército norteamericano y uno de los máximos expertos sobre China aclaró a los congresistas que sus consideraciones eran totalmente suyas y no representaban necesariamente las de la institución donde trabaja o las del actual gobierno de Donald Trump.

Por infobae.com

“Esas amenazas, aunque se basan principalmente en actividades económicas, son estratégicas frente a los Estados Unidos, e incluyen:

1. Un avance económico depredador de China, logrado a través de una estrategia mercantilista que involucra la coordinación estatal, prácticas injustas y robo de tecnología;

2. El uso de incentivos económicos y otras formas de coerción para silenciar las críticas y hacer que los gobiernos se comporten de manera que la beneficien;

3. Un apoyo económico a los regímenes anti-estadounidenses, permitiendo indirectamente sus actividades criminales y sus contribuciones a la inestabilidad regional;

4. El despliegue de redes de comunicación y seguridad que potencialmente dan a Beijing acceso a los datos de los líderes de las naciones asociadas, las empresas y los ciudadanos;

5. El suministro de una alternativa al comercio y préstamos de Occidente, haciendo que los gobiernos de la región se sientan menos inclinados a apoyar a los Estados Unidos; y

6. Un compromiso de seguridad que fortalezca las capacidades de la República Popular China, incluyendo la calidad de sus sistemas de armas, la capacidad de sus fuerzas, y su capacidad de operar globalmente contra los Estados Unidos en un futuro conflicto”, declaró Ellis ante la comisión del Congreso norteamericano.

Ellis advirtió que, en América Latina, China ha ampliado rápidamente su posición e influencia en las dos últimas décadas mediante los préstamos y las inversiones. “El comercio de China con la región ha crecido de USD 12.000 millones en 2000 a USD 278.000 millones en 2017?, afirmó. “Aunque la República Popular China llama a sus compromisos “win- win” (ganar-ganar), es mejor caracterizarlos como ‘China primero’, dejando que los Estados Unidos y la región asuman las consecuencias y recojan los pedazos”, dijo.

Y señaló unos ejemplos del “daño que China está haciendo a través de su compromiso”:

“En Venezuela, desde 2008 hasta el presente, los bancos chinos proporcionaron más de USD 62.000 millones de dólares en préstamos a los regímenes populistas de izquierda de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, apoyándolos mientras sus regímenes expropiaban empresas occidentales, fomentaban actividades subversivas y delictivas en la región, desmantelaban la democracia en el país y administraban tan mal la economía que más de 5 millones de venezolanos han huido”, declaró Ellis.

Y señaló que China ha recuperado todo lo prestado a Venezuela, excepto unos USD 19.000 millones, gracias al control del bombeo del petróleo venezolano utilizado para reembolsarse a sí misma. “No obstante, como la República Popular China hizo la vista gorda a los homólogos venezolanos corruptos que autorizaron la obra, incluidos los proyectos de infraestructura abandonados, las fábricas de automóviles y electrónica que producían pocos productos y la compra de electrodomésticos para los partidarios políticos, el país no tiene casi nada que mostrar por lo que gastó”, lamentó.

“En Ecuador, el populista y antiestadounidense gobierno de Rafael Correa contrajo una deuda de más de 6.000 millones de dólares con China por proyectos de infraestructura con numerosos defectos, como la central hidroeléctrica de Coca Coda Sinclair, y en el proceso firmó compromisos con la China que obligó a la entrega del 90% del petróleo del país hasta el 2024 en términos cuestionables. El actual presidente de Ecuador, Lenin Moreno, lo intentó, pero no pudo reestructurar esa deuda y ese compromiso petrolero”, añadió Ellis.

“En Argentina, en 2010, China reaccionó ante las medidas antidumping contra sus productos adoptadas por el Congreso argentino y suspendió la compra de USD 2.000 millones de aceite de soja argentino, lo que obligó al gobierno a comprometerse a comprar USD 10.000 millones en proyectos de infraestructura ferroviaria, antes de reanudar las compras de aceite de soja”, recordó.

Ellis también remarcó que China ha vendido a la región una creciente gama de sistemas de vigilancia y, en el marco de la Ley de Seguridad Nacional china de 2017, el gobierno en Pekín puede obligar a las empresas chinas a entregar los datos que pasan por estas redes, lo que les permite potencialmente comprometer a los líderes o ganar influencia en las interacciones comerciales y políticas. Algunos ejemplos de estas redes se encuentran en Ecuador, Bolivia, Panamá y un sistema de vigilancia de fronteras en Uruguay y uno en la provincia argentina de Jujuy.

Y señaló que “la participación de China en la seguridad de la región, aunque modesta hasta la fecha, desempeña un papel importante en ayudar al Ejército de Liberación Popular de China a desarrollar capacidades técnicas y de apoyo, conocimientos y relaciones que le permitan operar de manera cada vez más global. Mientras que las ventas de armas de China en los últimos 5 años fueron de unos modestos USD 615 millones, las donaciones son mucho mayores”.

Y, tras detallar las características de la influencia china en América Latina y el Caribe, Ellis compartió diversos balances sobre el actual enfoque de Pekín y sus motivaciones.

“Hoy en día, el objetivo de la República Popular China es hacer avanzar la posición de sus empresas, tanto en el país como en los mercados mundiales, como los principales instrumentos para generar riqueza para el pueblo chino y poder para el Estado chino”, afirmó. Y explicó que Beijing utiliza sus empresas para dominar la infraestructura en el extranjero y eso “incluye el control de los puertos clave, las rutas logísticas marítimas y aéreas, así como la generación y transmisión de electricidad, las telecomunicaciones, la banca y otras infraestructuras blandas instrumentales para el funcionamiento del sistema”.

“En América Latina, la principal herramienta de China en este avance ha sido sus enormes recursos financieros, que ha apalancado para comprar activos y operaciones comerciales en la región, en lugar de invertir en los ya existentes que controla allí. De hecho, el 75% de las inversiones de la República Popular China en la región durante el período ha sido a través de fusiones y adquisiciones”, destacó.

Y afirmó: “En sus maniobras globales, la República Popular China no está compitiendo con los Estados Unidos, sino que persigue sus objetivos egocéntricos, anticipándose al retroceso de los Estados Unidos y trabajando en los ámbitos político, económico e institucional para socavar la capacidad de los Estados Unidos”.

“En general, la RPC ha evitado asociarse con la retórica anti-estadounidense o las acciones de regímenes populistas de izquierda de la región como Venezuela, Nicaragua y, anteriormente, Ecuador y Bolivia. Sin embargo, en los últimos años ha adoptado públicamente posiciones de apoyo a esos regímenes en cuestiones fundamentales para la política de los Estados Unidos en la región, entre ellas el reconocimiento y la prestación de asistencia continua al gobierno ilegítimo de Maduro en Venezuela”, dijo Ellis.

Sobre el impacto del COVID-19, Ellis afirma que “la pandemia no ha cambiado los objetivos o la estrategia mundial de China, pero le brinda una oportunidad sin precedentes para avanzar en su concreción”. Y argumentó: “Con la ayuda de los controles autoritarios del gobierno sobre su población para imponer y hacer cumplir cuarentenas, y sus enormes reservas financieras, China está saliendo de la crisis (aunque ciertamente debilitada) por delante de la mayoría de los países occidentales”.

“China también tendrá la oportunidad de ofrecer a los desesperados gobiernos occidentales acuerdos de financiación con condiciones que anteriormente habrían rechazado. Un ejemplo actual en América Latina es el de la Argentina, que el 22 de mayo entró en mora técnica en el pago de sus bonos soberanos, lo que plantea un riesgo importante de que quede excluida de los mercados de capital occidentales, de la misma manera que necesita ampliar el gasto para combatir el COVID-19 y los efectos económicos y de otro tipo de la enfermedad”, señaló. Y concluyó: “Con la combinación de la necesidad extrema, las relaciones existentes y la voluntad política, sería lógico que el actual gobierno argentino de Alberto y Cristina Fernández, de orientación izquierdista, recurriera a la República Popular China para obtener préstamos e inversiones en la crisis actual”.

Al final de su declaración, Evan Ellis compartió sus recomendaciones a la comisión para una posible acción del Congreso de EEUU ante esta situación que expuso sobre China.

“A mi juicio, la acción del Congreso es una parte necesaria de una solución de todo el gobierno, que también debe coordinarse con las naciones aliadas, que también se ven afectados por la remodelación del orden mundial por parte de China en su beneficio”, dijo y señaló 6 medidas para llevar adelante.

Ellis explicó que la primera recomendación es “estudios y audiencias”; que el Congreso continúe empleando sus capacidades institucionales, recursos y acciones para centrar la atención pública en las actividades de China a nivel mundial, el desafío que representan para los Estados Unidos y en las naciones aliadas.

La segunda recomendación es el “examen de la inversión extranjera”. Que se fortalezca el proceso del Comité de Inversión Extranjera en los Estados Unidos (CFIUS) para la revisión de las transacciones de la RPC y otros actores que implican a las empresas con sede en los Estados Unidos.

La tercera es “ayudar a los socios a fortalecer la gobernabilidad”. Y argumentó: “Abogo por el financiamiento total de los programas dirigidos por el Departamento de Estado de los Estados Unidos para ayudar a nuestros socios a combatir la corrupción, promover la transparencia y fortalecer los mecanismos de gobernabilidad y el estado de derecho. Tal compromiso es una de nuestras herramientas más efectivas para inocularlos contra los aspectos más amenazadores del avance de China de una manera que sea productiva para nuestra relación a largo plazo con las poblaciones y gobiernos de la región”.

La cuarta sugerencia es el “desarrollo dirigido por el sector privado”. Que se siga prestando apoyo a iniciativas aprovechando los recursos del sector privado para ayudar a los aliados a lograr un crecimiento sostenible en un marco de la transparencia, el buen gobierno y el estado de derecho, y ofrecer una alternativa a las ofertas de la República Popular China.

La quinta sugerencia es “empujar hacia atrás la tecnología china”, y eso es el apoyo del Congreso a los incentivos económicos a los socios que eligen soluciones tecnológicas no chinas en sectores críticos, así como leyes respaldadas por la autoridad para sancionar a las entidades sujetas a la jurisdicción de los EEUU que apoyen o participen en proyectos con socios y tecnología chinos en estas áreas.

Y la sexta, y última, recomendación de Ellis para el Congreso de EEUU es “trabajar con aliados de ideas afines y foros multilaterales”. Es decir, el apoyo financiero y de otro tipo a los socios que trabajan con los Estados Unidos para ofrecer alternativas a las soluciones comerciales chinas. “Hay circunstancias en las que no hay una empresa estadounidense que presente una alternativa viable en el espacio, pero una empresa japonesa, coreana, india o europea puede hacerlo”, señaló. “Recomiendo además el apoyo del Congreso a la participación sostenida de EEUU en foros multilaterales como la ONU, el FMI, la OEA, el Banco Interamericano de Desarrollo, la OMS y otros, para evitar que la China domine esos espacios. No debemos ceder a los grupos de presión chinos el poder de influir en lo que dicen los informes, en quién obtiene los préstamos, en qué cuestiones se critican o se excluyen de las críticas de la comunidad internacional, o en un sinfín de otras decisiones”, concluyó.

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