Luis Barragán: Anseume y el MAS

 

A mediados de bachillerato, ahorramos y adquirimos dos libros extensa e intensamente polémicos que, en su momento, no logramos entender a cabalidad. Al correr de  los años, disentimos de ambos, pero no queda duda alguna del otro y muy distinto país que debatía como las más recientes generaciones aún no sospechan, pues, con todos los inconvenientes del mundo, supimos de una mínima libertad de prensa y de cátedra.





El de Carlos Rangel (“Del buen salvaje al buen revolucionario”), incluso  fue incinerado en la UCV, ilustrando así lo lejos que llegaban los antecesores de quienes ahora ejercen el poder, por lo que nada ha de extrañar la inmensa pira que se hizo de la Biblioteca de la UDO en Cumaná. Y el de Teodoro Petkoff (“Proceso a la izquierda”), generó una discusión en el seno de una izquierda marxista, cuyo poderoso  sector cultural le dio un impulso extraordinario y duradero.

Recientemente, William  Anseume ha colocado al MAS históricamente en  su lugar, trascendiendo al ya consabido pragmatismo que,  aún antes del arribo de Chávez Frías al poder, ha causado estragos. Esta vez, en el departamento de las ideas, de los planteamientos, de  la esgrima ideológica y política (https://www.elnacional.com/opinion/la-estocada-mortal-del-mas-a-la-democracia-venezolana), tejió y tendió la alfombra que necesitaba el raquítico Socialismo del Siglo XXI para andar el camino  de la mayor estafa que ha sufrido el país.

Ciertamente, el papel político que jugó Petkoff por varias décadas, suscitó también el reconocimiento y la admiración hacia un arquetipo del liderazgo político que todavía extrañamos, por la sola y necesarísima vocación simultánea  del hacer y del pensar.  Nos contamos entre quienes sentimos respeto por una trayectoria que suscita las naturales diferencias y coincidencias, pero que contrasta con el prototipo – puede decirse – aportado por la llamada post-modernidad. No obstante, la  relectura de su ya clásico  título y, además, las respuestas que le dieron Moisés Moleiro y José Rafael Cortés, por ejemplo, nos conducen al recetario del régimen actual enderezado por  ese imaginario guevarista tan explotado por los Castro para afinarlo con el propósito tan firme de su particular protectorado y de su criminal hipoteca.

Anseume avisa del debate que, desde hace muchos años atrás, debió darse, aunque el antecesor y el sucesor convinieron en jamás abonar a las condiciones ni dar la más mínima ocasión para ello, sabiéndose de antemano  perdedores.  Tarde o temprano, se dará para nunca jamás tropezar con la misma piedra, aunque haya sectores de la oposición que les acompleje, por decir lo menos.