Carlos Ochoa: La nueva Ruta de la Seda pasa por Venezuela

Carlos Ochoa: La nueva Ruta de la Seda pasa por Venezuela

Juan Guaidó deposita muchas esperanzas en las negociaciones que se desarrollan en México con el reino de Noruega como garante principal. Es una apuesta grande la que hace, pero también ha dicho que de no llegar a un acuerdo con el régimen se profundizará la presión sobre Maduro. Eso coloca en un limbo a los candidatos opositores que ya están en campaña, que dan como un hecho que se va a participar de cualquier manera.

No se puede culpar de nada a los dirigentes regionales que ejercen su legitimo derecho a presentarse como candidatos en sus estados, en realidad la matriz de opinión que se ha ido construyendo apunta a que los venezolanos esperan de ser posible una salida electoral a la crisis, en vista de que no se vislumbran otras opciones. La administración Biden hasta ayer se ha inclinado a que la solución del conflicto venezolano tiene que darse por un acuerdo entre las partes, con el compromiso de una elección con todas las seguridades y libertades.

Pero como en política cualquier evento puede cambiar la estrategia, la retirada de las tropas de Estados Unidos y de la coalición de Afganistán, constituye una derrota, pero no una derrota cualquiera, sino una de las grandes que perfora las entrañas de la administración demócrata y el protagonismo de la hasta ahora primera potencia militar y económica del mundo.





Maduro cuenta con el apoyo de Rusia y China, que también le dieron apoyo a los talibanes al igual que otros países islámicos, el interés de China en Afganistán concierne a consolidar la nueva ruta de la seda que es un megaproyecto de comercio chino que involucra en la actualidad a más de 70 naciones de Asia, África y Europa, que puede inclinar la balanza y convertir al gigante asiático en la primera potencia mundial, sustituyendo el viejo orden político y económico que muestra señales de agotamiento y carencias de iniciativas que preserven el legado civilizatorio de occidente.

La crisis venezolana que había pasado a un segundo plano en la agenda del Departamento de Estado, con la derrota en Afganistán puede regresar como prioridad en razón de lo que representa la presencia de China y de Rusia en Venezuela, eso hace posible que la negociación en México cuente con una mayor atención por parte del gobierno de Biden, que no puede permitirse perder otra batalla por el liderazgo mundial en su propio continente.

Sin embargo un Maduro acorralado puede atrincherase y darle una patada a la mesa como ya lo ha hecho en el pasado, convirtiendo la elección de noviembre en una contienda entre los candidatos del PSUV y los de la oposición fiel de la llamada mesita y los alacranes, pues es casi seguro que sin condiciones ni acuerdo el llamado Frente Amplio dejaría en libertad a los candidatos, que a pesar de no lograr el Acuerdo de Salvación Nacional, decidan participar a todo riesgo.

Por lo pronto el optimismo de Guaidó debe tener un fundamento y debemos a pesar de todas las objeciones que se le puedan hacer a esa negociación darle el beneficio de la duda, ojalá que el acuerdo de Salvación Nacional nos lleve a una pronta elección presidencial y parlamentaria libre, creíble y transparente, esa sería una salida democrática de bajo costo para salir de la tragedia en que vivimos, pero debo advertir que si fracasa la negociación y se plantea participar sin condiciones, el estimulo para votar no será suficiente y veremos a los candidatos de Maduro alzarse con la victoria en casi todos los estados.

Pero como nada está escrito, la presión sobre Maduro puede generar otro escenario, en donde las acusaciones que cursan en la Corte Penal Internacional y el cartel de “se busca con recompensa” que le tiene el Departamento de Justicia de los Estados Unidos, logren alcanzar el objetivo esperado en el mundo democrático, bien sea por fractura de los factores de poder del régimen, acosados por la justicia internacional o por una negociación concreta con Maduro,  para darle paso a  una transición democrática. 

La reinserción de Venezuela a la democracia puede ayudar a recuperar el prestigio y la confianza de occidente, frenar el avance de China y Rusia en la región y devolver la esperanza y la libertad a un país que ha sufrido de más el socialismo militarista, que ha destruido por los cuatro costados una sociedad que una vez fue ejemplo de progreso y libertades en el mundo.