Lo último en tratamientos contra el envejecimiento vaginal

El aumento de la esperanza de vida conlleva que cada vez sean más las mujeres que conviven durante una importante parte de su vida con una nueva compañera: la menopausia. Un proceso fisiológico natural que tiene lugar con el cese definitivo de la menstruación y que lleva asociados toda una serie de cambios en el organismo, bien temporales o definitivos, y que afectan a cada mujer con diferente intensidad.

Por Charo Barroso /  abc.es





Sofocos, aumento de peso, cambios emocionales… y lo que se denomina síndrome genitourinario en la menopausia (SGM) que, según la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, afecta al 40% de las mujeres posmenopáusicas. A pesar de ello, solo una cuarta parte de ellas consulta a su médico, a lo que hay que sumar que solo el 19% de los profesionales sanitarios les preguntan sobre la vida sexual en esta etapa. Un desconocimiento que impide a muchas mujeres saber que existen tratamientos adecuados para minimizar sus efectos y tener una mejor calidad de vida y un envejecimiento saludable.

«La causa principal es la disminución de estrógenos que produce alteraciones tanto en la constitución y funcionamiento de la mucosa vaginal como en la microbiota», explica Carmen Pingarrón, jefa de Equipo de Obstetricia y Ginecología del Hospital Quirónsalud San José de Madrid, quien desde el primer momento quiere dejar claro que «hoy día contamos con todo un abanico de posibilidades para tratar las consecuencias de la menopausia, una etapa que ya supone un tercio de la vida de la mujer y que no tiene por qué significar malestar y sufrimiento porque hay soluciones para vivir y disfrutar de manera plena».

Disminución de estrógenos

Una de las funciones primordiales de los estrógenos es la lubricación de la vagina evitando la deshidratación y resequedad de las mucosas, además de que su incremento durante las relaciones sexuales provoca que estas sean más cómodas. Pero con menos estrógenos los tejidos vaginales se vuelven más delgados, más secos, menos elásticos y más frágiles. «La vagina está cubierta por un epitelio que se regenera por el estímulo de los estrógenos y, al reducirse sus niveles durante la menopausia éste adelgaza volviéndose más sensible. Asimismo, los estrógenos influyen en el pH del epitelio vaginal que contribuye a mantener la microbiota en equilibrio, pero al reducirse el nivel de estrógenos, las bacterias que nos protegen disminuyen y esto puede originar infecciones urinarias», explica la doctora Pingarrón, quien puntualiza que en un principio se creía que el único problema en la postmenopausia era la sequedad vaginal, motivo por el que solo se hablaba de atrofia vaginal, pero hay que tratarlo como un síndrome.

Sus síntomas comprenden desde sequedad vaginal, irritación, sensación de quemazón, picores, ardor al orinar, dolor durante las relaciones sexuales o incluso sangrado leve tras ellas. Y, al contrario de lo que ocurre con algunos síntomas de la menopausia que disminuyen con el tiempo, como es el caso de los sofocos, el SGM empeora con la edad, aunque el grado de intensidad dependerá de cada mujer. «Clínicamente puede ser leve, moderado o grave. Las mujeres pueden presentar una disminución en los niveles de estrógeno después de la menopausia pero también durante los años previos, así como después de la extirpación quirúrgica de los ovarios o procesos de radioterapia y quimioterapia o como efecto secundario del tratamiento hormonal del cáncer de mama», explica esta experta.

Cuando los síntomas son leves las cremas hidratantes con ácido hialurónico aplicadas a nivel local resultan efectivas, así como tratamientos hormonales. Pero si hay un medicamento que se vislumbra como importante solución es el ospemifeno. «Es el primer tratamiento no hormonal por vía oral indicado para casos moderados y severos en mujeres postmenopáusicas que no cumplen los requisitos para recibir un tratamiento vaginal con estrógenos locales. Además, no presenta contraindicación en mujeres que han tenido un cáncer de mama -que hayan finalizado sus terapias adyuvantes-, no existe evidencia de aumento del riesgo tromboembólico y presenta un perfil endometrial neutro», señala Pingarrón.

Esta experta ha liderado el estudio AYSEX, trabajo de práctica clínica real más grande de Europa, que evidencia que las pacientes postmenopáusicas tratadas con ospemifeno durante tres meses demostraron una mejoría tanto estadística como clínicamente significativa de la fisiología vaginal, acidificación del pH local y mejoría de síntomas de severidad, sobre todo en dispareunia -dolor producido al intentar realizar el coito u otras actividades sexuales con penetración- y sequedad, que continuaron mejorando hasta los doce meses.

Los efectos en los huesos muestran una mejoría en los marcadores de resorción ósea, de manera que protege de la descalcificación que se produce durante la menopausia. Las pacientes destacaron su satisfacción con el tiempo que tarda la medicación en hacer efecto y la comodidad de la vía oral. «No hay que resignarse a vivir con los síntomas del SGM, siempre hay una solución adecuada para cada mujer», sentencia Pingarrón.

Hialurónico y láser

En ello coincide la doctora María Pérez Requena, ginecóloga del equipo EGOM de HM Hospitales, quien explica la infiltración de ácido hialurónico. «Se inyecta de forma ambulatoria y vía intradérmica un preparado a base de ácido hialurónico reticulado y manitol para bioestimular, mejorar la elasticidad, rehidratar y retonificar la zona íntima femenina. La infiltración más frecuente se inyecta en multipunto en el vestíbulo y mucosa vaginal para mejorar la dispareunia, pero también se realiza para tratar la hipotrofia de labios mayores», y aclara que «no se trata de estética, de un rejuvenecimiento vaginal para que quede más bonito. Con la disminución de estrógenos los labios vaginales van perdiendo volúmen y el clítoris puede quedar expuesto a roces con la ropa íntima, lo que además de molesto resulta doloroso para muchas mujeres». Los efectos de este tratamiento, cuyo coste ronda los 300 euros, pueden alargarse durante un año, aunque Pérez Requena recomienda combinarlo con cremas hidratantes u ospemifeno.

El láser es otra de las soluciones, utiliza el calor para estimular la producción de colágeno de las células de la zona vaginal y sustituir las capas más secas de la piel por células nuevas, reequilibrando los diferentes componentes de la mucosa vaginal y su coste puede ascender a los 800 euros. Esta experta llama la atención sobre la necesidad de financiación pública de estos tratamientos: «Las mujeres tienen que preguntar, desmitificar este síndrome y los profesionales y el sistema sanitario ofrecer soluciones. La vida sexual es parte de la madurez y hay que conservarla».