Médicos venezolanos aseguran que una “flexibilización sin control” es un delito de lesa humanidad

Médicos venezolanos aseguran que una “flexibilización sin control” es un delito de lesa humanidad

Familiares de pacientes hospitalizados o que reciben atención médica en el hogar, quienes en su mayoría padecen la enfermedad del coronavirus (COVID-19), se reúnen para comprar oxígeno en Caracas, Venezuela, el 9 de abril de 2021. REUTERS / Leonardo Fernández Viloria

 

 

 





 

El año escolar presencial y la apertura de noviembre y diciembre sin cuarentena vaticinan un escenario de riesgos, tanto así que Douglas León Natera, presidente de la Federación Médica Venezolana, lo califica como un “crimen de lesa humanidad“.

Guiomar López // La Prensa de Lara

Para Natera, es una irresponsabilidad anunciar el regreso a las aulas cuando se tiene la carga viral más alta de covid-19, con cinco variantes circulando en el país que lo hacen más contagioso, fallas en la cobertura de la inmunización, sin llegar a la totalidad del personal educativo y sin la certeza de la vacuna que estará dispuesta para los niños. Un esquema que debería estar completo en 70% de la población y tener las condiciones físicas junto a las normativas en los planteles educativos.

La improvisación puede ser un arma letal a un año y medio de pandemia. Un avance progresivo que elevó el pico de la curva de casos de infección en agosto y septiembre de 2020, luego de la implementación del sistema 7+7 que intercala semana radical y flexible.

Análisis que coincide en esa iniciativa de tratar de liberar, pero sin mantener las riendas apretadas en el control con cerco epidemiológico, diagnósticos a tiempo, atención oportuna en un sistema de salud pública, que aún incorporando centros centinelas sigue teniendo centros asistenciales con fallas y el plan nacional de vacunación que desde febrero de 2021 no llega al 70 por ciento de venezolanos inmunizados.

Cuando Natera recuerda ese anuncio de Nicolás Maduro, emitido el pasado miércoles de flexibilizar por completo ese par de meses, además de mantener el llamado a clases, considera que se toma la situación del covid-19 como “alegría politiquera”.

Se va hacia esas “Navidades felices 2020”, que escondían una supuesta calma y las intenciones de un llamado al sufragio para las elecciones parlamentarias. Luego se repitió ese paréntesis en los Carnavales de 2021, para terminar de elevar esa curva de contagios con más de 37 mil infectados para cerrar abril. “Pero dicho repunte se lo achacaron al repique de Brasil, sin reconocer que se trataba del impacto de estar sin cuarentena”, rezonga.

Sin las condiciones y a este ritmo, estima que las clases podrían retomarse en enero de 2022, pero agilizando la protección. “Abrir el 7+7 con la flexibilización máxima sería incurrir en un crimen de lesa humanidad”, recalcó y lamentó que la mayoría de hospitales se encuentran como “cascarones”, sin dotación fija de insumos médicos y quirúrgicos, déficit de personal y hasta abandono en infraestructura.

Una consideración apoyada por Huniades Urbina, secretario de la Academia Nacional de Medicina, para que todo el personal educativo, alumnos y familia tengan su esquema completo. La infraestructura esté acondicionada con insumos de bioseguridad y baños higiénicos con el suministro fijo de agua.

Además del entrenamiento de profesores para la táctica “burbuja” de recreos, los cuales no deben coincidir en tiempo. “No se está controlando porque lo más reciente que conoce la Organización Panamericana de la Salud (OPS), es que hay 14,8% de vacunados. ¡Pero, que vengan elecciones y Navidad!”, critica en su condición de pediatra y sabiendo el acecho de las variantes gamma, alpha, lambda, mu y delta como la de preocupación que suele ser más transmisible y con una sintomatología tan cambiante, así como rápida para llevar a casos críticos en deficiencia respiratoria.

Toda una situación analizada por René Rivas, presidente de Colegio de Médicos, con sus reservas en una flexibilización sin saber el comportamiento epidemiológico y de una reapertura que debería ser progresiva, de acuerdo a las condiciones sanitarias que eviten el rebrote.

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