La donación de sangre discurre entre la discriminación, carencias y la falta de cultura en Venezuela

La donación de sangre discurre entre la discriminación, carencias y la falta de cultura en Venezuela

(Photo by YURI CORTEZ / AFP)

 

Miguel Berrios tiene 18 años, desde que tenía tres años fue diagnosticado con talasemia mayor, la forma más severa de la anemia y se caracteriza por la anomalía en la producción de glóbulos rojos. Desde el 2017 está en una lista de espera para recibir un trasplante de médula ósea.

Por Orianny Granado / talcualdigital.com





Su diagnóstico lo ha llevado a desde hace 15 años a estar en un esquema de transfusiones cada 21 días, con una o dos unidades de sangre, dependiendo de las condiciones de su organismo.

Su patología lo ha llevado a vivir una vida con limitaciones y le ha asegurado con frecuencia una visita al hospital. Pero, desde hace dos años, su situación se ha complicado. La escasez de sangre tanto en el Banco Municipal de Sangre de Caracas como en el hospital José Manuel de los Ríos, donde es paciente, han puesto en riesgo su vida.

Su madre, Elsa Murillo, explicó que cada vez es más complicado conseguir la sangre que necesita su hijo y el resto de niños del Servicio de Hematología de dicho hospital infantil.

«La mayoría de niños tiene que transfundirse cada 21 días, pero tú tienes que estar yendo, pendiente de buscar la sangre, saber si hay disponibilidad, luego (ver) si está el personal, y así nunca terminan cumpliendo con el tiempo establecido», detalló.

Pero, en los últimos meses, las dificultades han empeorado, en el Banco Municipal de Sangre no había bioanalistas ni hemoterapistas.

Esta información la confirmó la presidenta del Colegio de Bioanalistas de Venezuela, Judith León. «En julio, el Banco de Sangre no tenía bioanalistas, casi llegando a agosto conseguimos desde el Colegio una persona que nos pudiera ayudar, y por vocación aceptó, pero solo va dos días a la semana».

Elsa Murillo, la mamá de Miguel Berrios, señaló que ahora, a pesar de estar el personal, los familiares de los pacientes han tenido que sortear otras problemáticas. La falta de kits para las transfusiones, de reactivos para procesar la sangre.

«Nosotros, los representantes, debemos ir preparados, tenemos que llevar todo, desde el kit de transfusión hasta el medicamento para que la sangre no le cause reacción».

Para Murillo, solo viajar desde su casa —en Río Chico, estado Miranda— hasta Caracas, para ver la disponibilidad de la sangre antes de exponer a su hijo, representa un gran gasto.

«La última vez que compré el kit de transfusión me costó cinco dólares, en otras oportunidades lo he conseguido por donaciones, porque las mismas mamás del Servicio de Hematologías nos ayudamos y nos los regalamos o prestamos si alguna lo necesita», detalló.

En los países de ingresos bajos hasta el 54% de las transfusiones de sangre se realizan en menores de cinco años, mientras que en países de ingresos altos el grupo de pacientes más transfundido es el de los mayores de 60 años, que reciben hasta un 75% de todas las transfusiones, esto según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

¿Sangre segura?

La presidenta del Colegio de Bioanalistas de Venezuela, Judith León, explicó que cuando se habla de Bancos de Sangre también se debe hablar de los bioanalistas, porque este personal es el encargado de garantizar que exista la «sangre segura».

“La sangre segura es aquella que pasa por varios análisis para garantizar que no está pasando una enfermedad al paciente que la recibe”.

La OMS recomienda que toda la sangre donada sea analizada para la detección de infecciones antes de su uso. La sangre debe ser sometida obligatoriamente a pruebas de detección del VIH, de los virus de las hepatitis B y C, y de la sífilis. Los análisis deben realizarse de acuerdo con los requisitos del sistema de calidad.

El 99,8% de la sangre donada en los países de ingresos altos y el 99,9% en los países de ingresos medianos altos se analiza de acuerdo con los procedimientos básicos de calidad, en comparación con el 82% en los de ingresos medianos bajos y el 80,3% en los de ingresos bajos.

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