Bienvenidos a Maracaibo, la ciudad fantasma

Sede de la Universidad José Gregorio Hernández, ubicada en la Av. Delicias de Maracaibo

 

 

 





Calles desoladas, infraestructuras abandonadas o desvalijadas, semáforos dañados, aceras repletas de basura, ausencia de transporte público, muy poca afluencia de vehículos particulares y la desesperanza en el rostro de quienes caminan las calles, es la descripción de lo que es hoy Maracaibo.

Corresponsalía La Patilla

Considerada la segunda ciudad más importante de Venezuela, después de Caracas, y la primera en el occidente del país, muestra una cara que pocos imaginaron, luego de ser ejemplo de pujante economía, modernismo y alegría. La metrópoli es considerada por propios y visitantes como “el lejano oeste” o “la vieja Habana” por la anarquía y el evidente deterioro de su arquitectura.

El abandono y la decadencia de las infraestructuras debido a la crisis económica, social y política propiciada por el régimen chavista, se evidencia en todas las urbes del país, pero en la capital del Zulia la situación es dramática.

Edificios de bancos nacionales e internacionales y hoteles lujosos considerados patrimonios arquitectónicos, se transformaron en esqueletos de cemento, porque el gobierno regional y municipal han fomentado el caos urbanístico con su desidia. El panorama es el mismo para las edificaciones de universidades, restaurantes, franquicias y hasta espacios de instituciones del Estado, algunas convertidas en refugio de delincuentes e indigentes.

Por ejemplo, la sede del Banco Citibank ubicada en plena zona financiera en el Boulevard 5 de Julio, pasó de ser un moderno edificio a una infraestructura desvalijada, ante la mirada indiferente de los cuerpos de seguridad y los gobernantes locales.

Rita Áñez es una marabina de 60 años que vive en el sector Indio Mara, muy cerca del mencionado boulevard. Dice ser testigo de cómo fue destruido el Citibank, a plena luz del día y en presencia de la policía. “Lo que duró tanto tiempo en construirse y acondicionarse, lo acabaron en dos meses. Un grupo de personas remataron parte del inmobiliario, así como también el cobre, aluminio, hierro y otros materiales fueron vendidos, y todo ante la presencia de la policía”.

Pensó que se llevarían detenidas a las personas que desvalijaban el edificio del banco, pero para su sorpresa no ocurrió. “Una mañana se detuvo una patrulla de Polimaracaibo, pero se arreglaron y no se los llevaron presos”, dijo.

A pocos metros de la avenida Bella Vista, reconocida como una zona comercial, se divisa los restos del Hotel Granada, otra muestra de la decadencia en la cayó la entidad petrolera por el mal llamado socialismo del siglo XXI. Para los marabinos es indignante y a la vez deprimente, recorrer las calles de su ciudad, ver la desidia en su máximo esplendor, sentir que su terruño está en ruinas.

Nada se salva

Bienvenidos a Maracaibo, la ciudad fantasma

 

 

 

 

El arquitecto Juan Antonio Robles, miembro de la Comisión Nacional de la Oficina Coordinadora del Ejercicio Profesional del Colegio de Ingenieros y Arquitectos de Venezuela (OCEPRO- CIV), lamenta las condiciones en las cuales se encuentra la urbe zuliana y recordó que su crecimiento productivo está anclado a la actividad comercial.

Para Robles, esta situación es producto de la asfixia económica y eso explica el abandono de los espacios urbanos. “Maracaibo está en la ruina, porque la actividad económica lucrativa la mató el régimen”. Mencionó que sedes de clínicas, que en el pasado estaban operativas, hoy sirven de refugios para familias en situación de calle, y en otros casos se han convertido en guaridas de malhechores.

Observar la avenida Las Delicias es la máxima muestra de devastación, según el arquitecto. Y cita como ejemplos a la Clínica Santa Margarita y la Universidad José Gregorio Hernández.

La Clínica Santa Margarita nació en la década de los 80. Con servicios de emergencia y hospitalización, allí trabajaron grandes médicos de la región y centenares de pacientes eran atendidos en sus consultas. Poco a poco empezó la emigración de los profesionales y las citas disminuyeron. Los socios del centro de salud también se fueron de Venezuela. La creciente crisis del país fue apagando a la clínica hasta que cerró sus puertas. Luego los “amigos de los ajeno” se fueron robando todo y hoy alberga a un grupo de indigentes.

Luisa Cáceres, vecina de la calle 88, relató que a plena luz del día los ladrones hurtaban el cableado, piezas sanitarias, bloques, todo lo que podían. Hace unos seis años, cuando ocasionalmente veían una patrulla de la policía, les pedían a los funcionarios que ahuyentaran o detuvieran a los malandros, y su respuesta era que debían pagar “vacuna” por la custodia policial.

Improvisación urbanística

Sede de la Clínica Santa Margarita. Av Delicias de Maracaibo

 

 

 

 

La Universidad José Gregorio Hernández, que es privada, inició sus actividades en 2002 en una instalación modesta con una pequeña matrícula. En menos de 24 meses, la casa de estudio se expandió y abrieron nuevos espacios en las adyacencias del edificio sede dado el incremento de los estudiantes. En su mejor momento, albergaron alrededor de 10.000 bachilleres en tres turnos. Hoy su rostro es otro: solo paredes y áreas totalmente destruidas. El bullicio de alumnos, profesores y el resto de la comunidad universitaria, quedó sepultado en el silencio.

De acuerdo con el cronista popular Richard Quintero, Maracaibo es una ciudad diversa, en otrora cosmopolita, multifacética con grandes y atractivas edificaciones de tiempos remotos, petrolera y cuna de grandes artistas, políticos y personalidades de la historia contemporánea de Venezuela. “Es una lástima que hoy se hable de la ruina en que se encuentra. Todo esto pasa por la falta de políticas y planes de seguridad”.

Para la arquitecta Liliana Atencio, especialista en planificación urbana, la ciudad siempre ha tenido dificultad en la construcción de grandes edificaciones y zonas comerciales, pues paralelamente han permitido que se edifiquen zonas residenciales improvisadas y de bajo nivel.

Sin embargo, reconoció que el crecimiento de Maracaibo al inicio del siglo XXI fue esplendoroso. Llegaron empresas en expansión que permitieron el desarrollo de grandes obras, se generaron empleos y aportaron a la ciudad espacios de calidad y confort.

Atencio enfatizó que la cantidad y calidad del equipamiento urbano depende del comercio y de la actividad económica. Eso es lo que impulsa a una metrópolis. En la actualidad, Maracaibo es como una ciudad dormitorio: todo está apagado.

Un lugar invivible

Sede del banco Citibank. Av. 5 de Julio en Maracaibo

 

 

 

 

Para los zulianos, el mes de marzo de 2019 fue un periodo dramático, que marcó un antes y un después en sus vidas. El apagón por graves fallas en el sistema eléctrico nacional que afectó a toda Venezuela, particularmente en el Zulia provocó un caos. La violencia se apoderó de las calles y el 62% de las empresas y comercios de la región fueron saqueados ante la mirada complaciente del Ejecutivo regional. La destrucción que se observa hoy en Maracaibo se debe también a estos acontecimientos.

El arquitecto Robles considera que el populismo, el rentismo, el centralismo militarista, el dinero fácil producto de la corrupción, la falta de moral y de ética, de solidaridad y la irresponsabilidad ciudadana convirtió a la capital del Zulia en un lugar no solo caótico, sino invivible.

“Estamos sin luz, sin agua, sin gas, sin seguridad y sin recolección de basura. No se ejecutan las obras y los planes necesarios para Maracaibo. No hay inversión ni empresas, no se generan empleos. La cruda realidad es palpable: Maracaibo colapsó y fracasó”, advirtió Robles.

Denunció que las autoridades de la municipalidad “pretenden desarrollar, ya en la recta final de su reelección, un urbanismo táctico en puntos claves con afluencia de ciudadanos como la Vereda del Lago y la Plaza de la República, entre otras plazas de la ciudad, que reciben la visita de solo el 25% de la población”. Con “cariñitos” a la ciudad, como pintar murales o maquillar las calles del casco central, no se levantará la arquitectura vanguardista que caracterizó a Maracaibo.

Aparentemente esta acción busca generar un “impacto positivo” frente a una severa crisis que deformó a la urbe. El mobiliario urbano instalado en la vía pública, como los bancos, papeleras, barreras de tráfico, buzones, bolardos, baldosas, empedrados o paradas de transporte público, está destruido. En definitiva, es una ciudad sumamente golpeada debido al abandono y a la desidia de sus gobernantes.

“Como arquitecto y abogado sostengo que la actual administración pública no tiene ningún plan de recuperación de la ciudad, ni le interesa. Sus intereses van orientados a engordar sus cuentas a través de la corrupción. El principal aliado de todo gobierno es la empresa privada para consolidar la actividad comercial, pero el régimen la aniquila con impuestos voraces, impagables, conllevando al cierre de las empresas, y esto se evidencia en Maracaibo, hoy convertida en una ciudad fantasma”, sentenció Robles.