National Geographic: La orquesta que endulzó el confinamiento de Venezuela

National Geographic: La orquesta que endulzó el confinamiento de Venezuela

FOTOGRAFÍA DE ANA MARÍA ARÉVALO GOSEN

 

Son casi las 5:30 de la tarde cuando el sol se pone en la capital. El Ávila, la montaña que se eleva sobre la ciudad de Caracas, sirve de telón de fondo al ruido intrusivo (los bocinazos alarmantes de los conductores impacientes, los chillidos escandalosos de las guacamayas, las sirenas traqueteantes de las ambulancias que parecen estar cerca y luego se desvanecen en la distancia), un viaje audible a través de la realidad desordenada de la vida urbana.

Por: Julett Pineda / National Geographic





En esta noche de noviembre, el ruido se reproduce para un público reunido en la azotea de un lujoso hotel situado en las colinas de la parte oriental de la capital de Venezuela, lejos de los barrios marginales superpoblados y los atascos. Aquí, los sonidos del caos los hacen las trompetas, los trombones y las trompas francesas que llevan los miembros de la Orquesta Sinfónica Gran Mariscal de Ayacucho.

FOTOGRAFÍA DE ANA MARÍA ARÉVALO GOSEN

 

Esta actuación en particular marca el estreno de un nuevo álbum, Sinfonía Desordenada, grabado durante la pandemia por 75 músicos de diversos orígenes que mezclaron elementos de música clásica con ritmos afrocaribeños.

Con la voz de Horacio Blanco, vocalista de la emblemática banda local de ska Desorden Público, el grupo da un nuevo giro a letras de hace décadas que siguen siendo relevantes en una época compleja: la corrupción, la inflación, la desigualdad social y la violencia mortal.

Los problemas sociales y económicos se han exacerbado bajo el liderazgo de Nicolás Maduro, que asumió la presidencia en 2013. Desde entonces, cientos de disidentes han sido encarcelados o se han visto obligados a exiliarse, la economía, sacudida por años de hiperinflación, ha caído en picado, agravada por la pandemia. Y la tasa de pobreza extrema se ha disparado hasta el 76 por ciento, lo que ha provocado un éxodo de más de seis millones de venezolanos, el mayor de la historia de la región.

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El mensaje detrás de la letra

En la melodía inicial, un ritmo saltarín acompaña las agudas palabras de Blanco sobre el poco valor que puede tener la vida en Caracas, una de las ciudades más mortíferas del mundo.

Dibujaron su muñequito de tiza en la acera ¡qué pena!

La violinista Reneiker Ríos, de 30 años, conoce la dinámica violenta que envuelve a los barrios más duros, ya que se crió en uno de ellos. Para ella, la música era una vía de escape y dice que este nuevo arreglo le obligó a prestar atención al mensaje de las letras.

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“Antes veía su música [la de Desorden Público] como puro bochinche. Nunca presté atención a las letras. Ahora, cuando las escucho, me dan escalofríos”, dice Ríos. “Reconozco mi barrio en ellas. Cuando él [Blanco] canta ‘vivo en un valle de balas, mi ciudad está brava’, en realidad se refiere a los homicidios que ocurren aquí todos los días”.

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