William Anseume: Candidatos distorsión, candidatos huecos

William Anseume: Candidatos distorsión, candidatos huecos

En Venezuela se vive un artificioso ambiente preelectoral. ¿Donde están situadas las elecciones presidenciales para que este fenómeno este transitándose tan envuelto en humo sin pote alguno? ¿Piensan en 2024 y ya andan en el ruedo? Nicolás Maduro ha puesto en duda la realización de comicios ese año. Otros elaboramos la idea de que se debe propiciar con presión interna, con externa agregada, la más inmediata definición al respecto. Pero… Nada hay claro.

Los grupos, con otras pequeñas variantes, podríamos definirlos así, tratando de depurar la situación tan viscosa: el régimen con su PSUV y los demás. El problema mayor está centrado en que el supuesto grupo opositor de “los demás” carece de solidez, en algunos casos hasta podría decirse que carecen de deseos de ser oposición. Las elecciones para el cargo de presidente tienen que fijarse un solo propósito: sacar a los rojos del poder; complacer así los requerimientos de tantos años de ese disconforme más del 80% de la población electora. ¿Es ese el panorama con ese objetivo? Para algunos si, no para todos. En lo que debiera ser el grupo para nada diáfano de la oposición, como sabemos, existe un sector no pequeño de “infiltrados” a los que les ha sido útil mantener las estrategias del régimen. Que juega con el y trabaja para él. De esos que medran en su asamblea haciendo creer que se le oponen. Así después les terminen torciendo el pescuezo político, como a Henri Falcón que resultó expropiado de su Avanzada Progresista.

De ese último grupo tenemos ya un minicandidato, Antonio Ecarri, quien se lanzó sin ton ni son. Y ahora señala que se medirá en primarias. ¿Primarias? De esos “infiltrados”, los conocidos ya popularmente con el remoquete de “alacranes”, vendidos al régimen y usados como fichas en el tablero ajedrecístico, quedan por aflorar unos cuantos que, a sabiendas de que son perdedores, prestan su nombre y su acción financiada para distorsionar el ambiente, para hacer crecer en alguna faceta de normalidad en algo. Cuando en todo este panorama no existe nada normal, en realidad. El G4-G3 fijó su meta en 2024, solitos. Juan Guaidó y sus socios políticos quieren una más pronta resolución, el régimen apuesta a prolongar su estadía por siempre, y quienes se nutren económicamente del régimen siguen dispuestos a mantener sus parcelitas bien regadas.





Si el objetivo es salir del régimen importa poco la fecha. Las elecciones deberán venir cuanto antes y habrá que cerrar filas con una opción que polarice realmente y enfrente al sistema criminal. Eso no se dará por todo el enrarecimiento causado hasta ahora por quienes distorsionan y aspiran – legítimamente, a pesar de que no son capaces de obtener con votos siquiera una alcaldía o una concejalía. El acuerdo nacional contrario al régimen debe procurarse, sin dudas. Pero antes se debe precisar eso que pujan desde los EEUU por lograr: elecciones libres. Tan deseables para que sean verdad. Que se depure el registro, que se puedan realizar con un CNE o su sustituto, como se llame, creíble, con verdadera confianza en el procesamiento de los resultados y en la ejecución completa del acto electoral. Que participen los venezolanos en el exterior. Que no haya impedimento alguno para los partidos o los candidatos que aspiren. O sea, en este momento, una utópica manera de elegir que se debe gestar. ¿Se trabaja en función de eso? ¿Se trabaja para sacar a Nicolás Maduro del poder? ¿Se negocia un acuerdo de transición para un gobierno inclusivo? Algunas muestras mínimas de eso existen en el parlamento. Pero no dejan de ser mínimas. Maduro si trabaja para quedarse. Sobre el y ellos penden las demandas por crímenes de lesa humanidad, otro elemento nada despreciable en este conglomerado político.

Para mi, quienes no estén luchando con el propósito último de cambiar la conducción del país en un tiempo perentorio, carecen de credibilidad alguna, son huecos. El personalismo debe quedar de lado, anteponiendo los intereses de la mayoría. Incluso el personalismo de quien resulte favorecido para encabezar la lucha por la reconquista de la libertad, si pensamos que debe ser electoral la ruta trazada en las próximas horas. Si no, la distorsión político-electoral terminará dándole la victoria a Maduro y sus secuaces: permanecerán en el poder. Hay mucho trabajo pendiente. Todos debemos enfilarnos con todo en el firme propósito de obtener el triunfo al remover a los criminales del poder.