Semana: alias “Romaña” y la “Casa blanca” donde hacía cumbres mafiosas

Alias Romaña era conocido por ser el cerebro tras las llamadas ‘pescas milagrosas’ en Colombia. – Foto: León Dario Peláez

 

SEMANA conoció en exclusiva el testimonio de un mercenario europeo, quien aseguró que hizo parte del operativo en el que fue asesinado alias Romaña, en Venezuela. En la acción armada habría participado un grupo de 12 cazarrecompensas, conformado por cuatro norteamericanos y varios exintegrantes de las fuerzas militares de Colombia.

Por semana.com





Henry Castellanos, alias Romaña, fue uno de los más sanguinarios jefes de la entonces guerrilla de las Farc, quien creó las inolvidables pescas milagrosas en la vía Bogotá-Villavicencio, que no eran más que secuestros a dedo por parte de los milicianos bajo sus órdenes.

Con el proceso de paz, obtuvo múltiples beneficios jurídicos, pero parece que a Romaña no le alcanzaron, pues su ambición y codicia por el dinero derivado del narcotráfico eras más poderosos.

Desertó y se internó de nuevo en el monte, pero en unas mejores condiciones; se había ido al llano venezolano, en donde sabía que no iba a ser perseguido por las autoridades locales y estaba lejos del alcance del Gobierno colombiano.

En el 2019, aparecieron en un video varios exjefes guerrilleros que habían firmado el acuerdo de paz, para anunciar que retomaban las armas. Los protagonistas eran Iván Márquez, Romaña, El Paisa, Jesús Santrich, entre otros.

Desde ese momento, estos criminales volvieron a ocupar las listas de los hombres más buscados a nivel mundial por parte de las autoridades nacionales e internacionales; se convirtieron también en objetivos de los cazarrecompensas, que se querían quedar con los 5 millones de dólares que estaba ofreciendo el Gobierno de los Estados Unidos y 3.000 millones de pesos por parte de Colombia.

‘La cacería’

SEMANA habló con uno de los mercenarios, quien aseguró que participó en el plan para ‘cazar’ a Henry Castellanos, alias Romaña, en territorio venezolano.

Explicó que llegar a Romaña no era tarea fácil, pues se encontraba escondido en la selva amazónica venezolana, viviendo a sus anchas con un buen esquema de seguridad, que lo protegía y lo mantenía informado ante cualquier acción que pretendieran cometer en su contra.

Una acción militar directa era imposible, a Romaña había que caerle de otra manera, de la que él menos esperaba, como por ejemplo durante un negocio de drogas, porque, según el mercenario, Castellanos era “un hambriento por el dinero” y en Venezuela estaba metido de lleno a la venta de cocaína.

El plan para ubicar a Romaña se puso en marcha en diciembre del 2020, cuando según el mercenario fue contactado por agencias como la DEA, la CIA y la Policía colombiana, con quienes ya había trabajado en otros casos de entregas controladas de cocaína para hacer caer a importantes narcotraficantes.

A él le dijeron las agencias antidrogas que le tenían un nuevo trabajo, que consistía en infiltrarse durante un año en la Segunda Marquetalia, el grupo narcotraficante que había creado Iván Márquez con Romaña y los otros exjefes guerrilleros.

El europeo aceptó el trabajo. Hizo sus movimientos y logró conocer a personas cercanas a Romaña, a quienes el exjefe guerrillero les tenía mucha confianza. Se trata de alias Dumax y alias Chaverra, quien en los años duros de las Farc estuvieron liderando varios frentes y habían sido compañeros de Romaña.

Dumax y Chaverra lo presentaron con Romaña, a quien le dijeron que el europeo era un enlace con carteles de cocaína en Italia, y que necesitaban mercancía para ellos, para inundar con coca varios pueblos italianos, haciendo crecer la ambición del excabecilla.

El primer negocio para ganarse la confianza de Romaña fue la venta de un cargamento de 500 kilos de cocaína por 100.000 dólares, dinero que, supuestamente, lo puso el Grupo Antiterrorismo de la Policía, que andaba tras los pasos de los cabecillas de la Segunda Marquetalia.

Romaña, según el mercenario, permanecía en la región de Lorza, ubicada en los llanos venezolanos, en fincas de 15.000 y 20.000 hectáreas, con un grupo nutrido de hombres que lo custodiaban, donde también tenía a mujeres que le cocinaban el pescado que sacaban del río y le servían el licor que acostumbraba tomar con Jesús Santrich, cuando este lo iba a visitar, porque vivía relativamente cerca.

Para llegar a Romaña tenían que encontrarse con su gente de confianza en una finca ubicada en Arauca, en toda la línea de frontera con Venezuela conocida como Garcitas o Sol Naciente.

En Garcitas tenían que esperar a que llegaran los canoeros de la Segunda Marquetalia para que los llevaran por río a uno de los campamentos de Romaña en Venezuela, porque el exjefe guerrillero tenía varios lugares para pernotar.

En esa rutina, yendo y viniendo, estuvo el mercenario por más de un año, lo que le permitió ganarse la confianza de Romaña y de Jesús Santrich, con quienes, según él, alcanzó a pegarse varias borracheras.

“Yo llegaba con la canoa llena de whisky, aguardiente, golosinas, Bom bom bun, porque a Santrich le gustaba el Bom bom bun y el aguardiente”, narró el mercenario a SEMANA.

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