Las mejoras económicas podrían apalancar una transición hacia la democracia en Venezuela

Desde la asunción al poder de Hugo Chávez Frías, cuando gana las elecciones en 1998, en Venezuela se inició un proceso de cambios políticos enmarcados en una nueva Constitución, aprobada en el referendo de 1999.

Con la promesa de que el país se enrumbaría hacia una democracia “protagónica y participativa”, mucho más cercana a la gente, el fallecido presidente Hugo Chávez cautivó a los venezolanos, pero lo que muy pocos advirtieron fue que Venezuela realmente se estaba encaminando hacia un régimen autoritario, lo cual se fue develando con el paso de los años.





Desde el punto de vista de la Ciencia Política, el autoritarismo es un sistema de gobierno no democrático mediante el cual una persona, una élite o un partido político se apropia del poder. El rasgo característico de esta forma de gobernar es que los derechos políticos y las libertades civiles están permanentemente restringidos, lo cual ha sido más que evidente durante dos décadas de revolución chavista.

Por Pamela Toledo / Lapatilla.com

El autócrata o dictador es quien detenta el poder supremo del Estado, es el todopoderoso. A veces ese “líder” autoritario permite cierto pluralismo político, pero de manera muy limitada, porque lo que le interesa al autócrata es que esos “supuestos actores de oposición” le hagan la comparsa a su régimen que necesita disfrazarse de democracia.

En lapatilla.com hablamos con el profesor y politólogo venezolano John Magdaleno, magíster en Ciencia Política de la Universidad Simón Bolívar, y quien tiene en su haber una minuciosa y profunda investigación sobre autoritarismos y transiciones a la democracia.

Le podría describir a la audiencia de la patilla qué es el autoritarismo y cuál es la diferencia sobre todo con la democracia. 

La definición más aceptada en la comunidad académica internacional es la del maestro Linz: el autoritarismo es un régimen de pluralismo político limitado y no responsable -en el sentido de que no atiende con regularidad demandas sociales-, que muchas veces no tiene una ideología elaborada y propulsiva -lo que podría ser discutible en el caso venezolano-, que promueve la despolitización y desmovilización de la sociedad, y en el que un jefe o un pequeño grupo (la élite gobernante o la “coalición dominante”) ejerce el poder. 

En resumen, es un régimen que impide el ejercicio pleno de las libertades civiles y los derechos políticos consustanciales a la democracia. Allí radica precisamente su diferencia con este último régimen político: la democracia es el gobierno de la mayoría limitada, un régimen político en el que hay garantías institucionales y procedimentales para que los ciudadanos intervengan sobre los asuntos públicos y, sobre todo, para que sean ellos los que definan quiénes toman decisiones colectivamente vinculantes. Esto es de obligatorio cumplimiento para la sociedad. 

¿Usted considera que el régimen venezolano es autoritario?

En efecto, Venezuela es, en mi opinión, un autoritarismo hegemónico, un tipo de autoritarismo en el que las violaciones de garantías constitucionales son severas.  

¿Qué diferencia tiene el autoritarismo con otras corrientes como la democracia?

En la democracia existen dispositivos institucionales que garantizan la alternabilidad política. Los regímenes autoritarios son tremendamente discrecionales y arbitrarios en la aplicación o desaplicación de normas. No respetan el principio de legitimidad popular propio de las democracias. Su naturaleza radica en la violación de esa y otras garantías. 

Algunos ejemplos de los gobiernos autoritarios que han dejado huellas en la historia universal. 

Para que los lectores puedan verlo con claridad mediante casos que les resulten familiares: Pinochet en Chile; el cuarteto Videla, Viola, Galtieri y Franco en Argentina; Velasco Alvarado en el Perú; Francisco Franco en España; Pérez Jiménez en Venezuela. 

Todos estos regímenes se conocen como dictaduras, pero la dictadura, en verdad, es un subtipo del régimen autoritario. Así como para clasificar la flora y la fauna se utiliza el género, la especie y la subespecie, también existen diversas “taxonomías” de regímenes políticos. 

El estudio de los autoritarismos se ha especializado mucho en los últimos 30 años, de modo que las clasificaciones y denominaciones se han diversificado. 

¿Es posible que se lleve a cabo una transición de un gobierno autoritario a un gobierno democrático y viceversa?

Es posible, desde luego. Pero la transición política es un proceso muy complejo e incierto, al menos hasta que no aparece el “encadenamiento de variables” que debilita al régimen no-democrático (sea autoritario o sultanístico, por ejemplo). Incluso cuando se inicia una transición política no se puede saber de antemano cuál será el resultado final del conflicto entre las fuerzas en disputa. 

Venezuela experimentó, en el siglo XX, dos episodios de transición a la democracia, uno fallido y otro exitoso. El fallido se inició con la muerte del General Juan Vicente Gómez y la sucesión política que llevó al General López Contreras a la primera magistratura, y culminó desafortunadamente con el golpe de estado a Gallegos de noviembre del 48. El episodio exitoso de transición a la democracia se inició con la salida del poder (y de Venezuela) del General Pérez Jiménez en enero de 1958, llegando a las elecciones presidenciales en las que resultó legitimado Rómulo Betancourt. La aprobación de la Constitución del 61 puede considerarse como el punto de culminación de la transición. 

El Instituto V-Dem de la Universidad de Gothenburg, de Suecia, ha llegado a registrar 383 episodios de democratización entre 1900 y 2019 en 164 países del mundo, 145 de los cuales han sido exitosos. El resto han sido casos fallidos. 

Venezuela experimentó una transición al autoritarismo desde la llegada de Chávez al poder en 1999. Ya en 2002 se podía hablar de la instalación de un autoritarismo competitivo en el país. Y a partir de 2016, en mi opinión, puede hablarse de la instalación de un autoritarismo hegemónico. 

¿Cuál es el elemento fundamental  o la variable más importante para que un régimen de corte autoritario se quiebre?

De los 145 episodios exitosos de democratización que se han registrado en la historia, nos han interesado -a un equipo de investigadores venezolanos- los que han tenido lugar tras la Segunda Guerra Mundial: 120 casos. 

De estos, hemos llegado a estudiar, hasta la fecha, 104 casos. En el 81% de esos casos, la variable crítica que facilitó el inicio de la transición a la democracia fue la fractura de la coalición dominante, para usar la expresión del Prof. Leonardo Morlino, un investigador italiano de primera línea, discípulo de los maestros Giovanni Sartori y Juan Linz. 

La fractura de la coalición dominante tiene lugar cuando hay crecientes desacuerdos entre los factores de poder que le dan soporte al régimen autoritario hasta un determinado momento. Pero ello requiere, desde luego, una serie de presiones internas y externas, así como otros factores que no detallo aquí para no alargarme mucho. 

¿Cómo las mejoras económicas pueden atornillar al gobierno de Maduro en Venezuela? 

Las mejoras económicas suelen ser, aunque parezca contraintuitivo, un factor contribuyente en el mediano plazo para que se produzca una transición a la democracia. Esto se demostró en una investigación del año 2000 dirigida por Przeworski, Álvarez, Cheibub y Limongi: Democracy and Development. 

A mayor ingreso per cápita, mayor es la probabilidad de que un país experimente una transición a la democracia, sobre todo si el ingreso per cápita se ubica entre los 4.000 y 7.000 dólares. 

Una mejora económica que beneficie a crecientes sectores sociales permite resolver problemas de acción colectiva y, sobre todo, facilita las probabilidad de que quienes se oponen al autoritarismo se puedan organizar, articular y coordinar mejor. 

Entiendo la preocupación subyacente a la pregunta: una mejora de los ingresos del Estado le ofrece a los principales decisores del régimen autoritario venezolano mayor margen de maniobra. Pero hay que analizar esto con cuidado. Con mayores ingresos estatales disponibles podría incrementarse la presión interna, dado que las demandas sociales acumuladas son muchas. 

No es cierta la tesis de que un empobrecimiento masivo y una precarización de la vida cotidiana ayudan a una democratización. Todo lo contrario. La evidencia empírica de la investigación científica en este campo -las transiciones a la democracia- ha desmentido esta tesis contundentemente.