El presidente de Brasil, Luis Inácio Lula da Silva, ordenó esta semana una serie de destituciones y relevos de cargos militares en órganos vinculados a su oficina y una amplia reforma de los comandos policiales.
Por BBC Mundo
Lo hizo como respuesta a la demora de policías y militares en reaccionar al asalto de las instituciones que llevaron a cabo seguidores radicales de su predecesor, Jair Bolsonaro, el 8 de enero en Brasilia.
Hasta el jueves fueron despedidos 46 militares que trabajaban en la coordinación de la administración del Palacio de la Alvorada y en el departamento de la residencia oficial.
La acción de Lula también es significativa teniendo en cuenta que la primera dama, Rosângela da Silva (Janja), denunció a principios de este mes el mal estado en el que se encontraba el palacio que dejó vacante Bolsonaro.
Esta semana también se despidió a 38 militares del GSI (Gabinete de Seguridad Institucional de la Presidencia), un organismo con rango ministerial encargado de la seguridad del jefe de Estado y de asesorar en materia de inteligencia.
El presidente afirmó la semana pasada que la invasión del Palacio del Planalto había sido orquestada por efectivos de la policía militar y de las fuerzas armadas.
“Simplemente perdí la confianza. Cuando la recupere, vuelvo a la normalidad”, declaró al diario O Estado de Sao Paulo.
El líder brasileño también ordenó reformas en la Policía Federal (PF) y la Policía Federal de Carreteras (PRF) en varios estados, no necesariamente vinculadas al asalto de Brasilia.
Se relevó a los superintendentes de la PF en 18 estados y a los jefes de la PRF en 26 estados.
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