“Quiero saber donde está mi hermano”, dice familiar de detenido por protestas en Perú

“Quiero saber donde está mi hermano”, dice familiar de detenido por protestas en Perú

EFE/Connie Calderón

 

“Quiero saber dónde está mi hermano”, dijo el domingo Domitila Quispe frente a la Dirección contra el Terrorismo (Dircote) en Lima, a donde acudió para averiguar dónde se encuentra su familiar, uno de los 193 detenidos la víspera en la Universidad de San Marcos, donde dormían manifestantes venidos de zonas andinas para protestar contra el gobierno peruano.

Las familias no tienen noticias sobre sus seres queridos desde que la policía irrumpió el sábado en la universidad derribando el portón con vehículo blindado. Tras tumbar en el suelo a decenas de manifestantes y realizar un allanamiento, los uniformados se marcharon con 193 personas.

“No he dormido. Quiero saber donde estará mi hermano. Me envió un mensaje por WhatsApp que estaba detenido”, explicó a la AFP Domitila Quispe (47), quien llegó con su hermano Silverio (40) desde la región sureña de Huancavelica para participar en las manifestaciones en Lima en reclamo de la renuncia de la presidenta Dina Boluarte.

Bajo un intenso sol de verano, la mujer se acercó preocupada a la puerta de la Dircote para averiguar el lugar de detención de su hermano.

“Tiene el celular apagado, quiero saber si estará comiendo o no. Él ha venido para participar en la marcha pacífica”, agregó.

En una de sus manos sostenía una bolsa con papel higiénico y galletas que buscaba entregar a su pariente.

Con caldos de gallina, panes, agua y útiles de aseo, una treintena de familiares y amigos de los 193 detenidos llegaron a las sedes de la Dircote y de la Dirección de Nacional de Investigación Criminal (Dirincri), fuertemente resguardadas por decenas de policías antidisturbios.

Los parientes buscaban con avidez en las listas que sostenían dos efectivos en las puertas de las dos sedes policiales, donde permanecen los detenidos.

Al lugar llegaron representantes de la Coordinadora de Derechos Humanos para verificar la situación de los arrestados.

– “Queremos que los liberen” –
“Inmediatamente queremos que se libere a mis amigos”, declaró Héctor Apaza, que llegó desde la provincia San Román, en la región de Puno, fronteriza con Bolivia.

“Hemos venido a Lima para hacer respetar nuestros derechos. Estoy luchando por mis hermanos de Juliaca, Azángaro, Ayaviri que están detenidos, la policía no nos deja ingresar para averiguar”, agregó Apaza, quien se salvó de ser arrestado durante el operativo en la universidad.

“Gracias al señor salí de San Marcos, estoy sano y salvo”, dijo este campesino de 51 años, que vestía de negro en señal de luto por los 46 muertos desde que iniciaron las protestas tras la destitución y detención del presidente Pedro Castillo el 7 de diciembre, luego de intentar disolver el Parlamento -controlado por la derecha-, que estaba a punto de sacarlo del poder por presunta corrupción.

Fue sustituido por su vicepresidenta Boluarte, cuya renuncia reclaman los manifestantes, junto con elecciones generales inmediatas y una Asamblea Constituyente; peticiones rechazadas por el gobierno, que alega que las marchas son promovidas por movimientos y grupos sociales radicales de izquierda que han movilizado a campesinos indígenas.

“Hemos venido para que nos escuchen y no que nos tilden de muchas cosas”, declaró por su parte Bianett Monroy, de 35 años, que llegó con su esposo desde la sureña ciudad de Juliaca.

“Estamos preocupados, la tienen incomunicada, no sabemos nada de ella”, manifestó Monroy frente a la Dirincri, en alusión a su amiga Rosa Condori (32), a quien le llevaba el desayuno.

Julia Quispe, de 73 años y quien también se salvó de ser detenida en la universidad, reclamó la libertad de sus tres amigos con los que llegó a la capital desde la ciudad de San Francisco, en la región Ayacucho (sureste).

“Yo pido la libertad de los tres compañeros, hemos venido juntos, estaremos acá hasta lograr su libertad”, la anciana, que llegó al local de la Dircote con varios recipientes de plásticos con caldo de gallina.

 

AFP

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