El enigma de la desaparición de Richey James Edwards: abandonó su habitación y nunca más se supo de él

El enigma de la desaparición de Richey James Edwards: abandonó su habitación y nunca más se supo de él

El músico galés Richey James Edwards, integrante de la famosa banda Manic Street Preachers, desapareció el 1 de febrero de 1995

 

El 1 de febrero de 1995, el guitarrista y principal letrista de la banda galesa Manic Street Preachers abandonó su habitación de un hotel de Londres y nunca más se supo de él. En 2008 fue declarado “presunto muerto” pero el misterio continúa

El 1 de febrero de 1995 no se produjo una muerte sonada, que sepamos, pero si hubo una desaparición, quizás, la más importante de la historia del rock. Richey James Edwards, guitarrista -es una forma de decir-, letrista y cerebro detrás de los galeses Manic Street Preachers, se esfumaba sin dejar rastro, para nunca más volver. En la era de la hiperconectividad y el fin de todo tipo de privacidad, resulta poco probable que Edwards siga vivo. Pero fueron varios años hasta que lo declararon como “presunto muerto”, a efectos legales, el 23 de diciembre de 2008. Sus ex compañeros de banda, sin embargo, mantienen una cuenta abierta con su parte de las regalías, por sí, llegado el caso, reaparece. O decide volver.

Por Infobae

A diferencia de otras desapariciones notables como la del Pink Floyd Syd Barret, o la del escritor estadounidense J.D. Salinger, que se corrieron de los focos y se envolvieron en un halo de misterio durante décadas debido a motivos disimiles, toda la lógica hace suponer que lo de Edwards fue apenas el preludio de un suicidio anunciado. Latente, tanto en sus letras como en sus declaraciones previas, y, sobre todo, en un historial médico plagado de depresión, adicciones y trastornos de la alimentación.

Richey nació en un pequeño pueblo minero de Gales, estudió Historia Política en la universidad de Swansea, y, aunque nunca aprendió a tocar un instrumento, se unió a la banda de sus amigos, que terminaría explotando a comienzos de los 90, en el apogeo del grunge y en los días previos del britpop, a cuyo clima de época se supieron adaptar muy bien, con el magnífico Everything must go, quizás su mejor disco e inmediatamente posterior a la desaparición de Richey.

Richey James Edwards fue declarado “presunto muerto” el 23 de diciembre de 2008

 

Richey desapareció a los 27 años, la misma edad que murieron su admirado Kurt Cobain, o Brian Jones, Janis Joplin, Jim Morrison, y Jimi Hendrix antes que él, o como Amy Winehouse después. Unos días antes había aparecido con una remera llena de frases del poeta francés Arthur Rimbaud, quien escribió toda su obra antes de cumplir 18 años y también se hizo humo de la escena pública, para dedicarse al tráfico de marfil, armas, y, según dicen, de esclavos. Se había afeitado la cabeza como Ian Curtis, cantante de los también británicos Joy Division, quien se suicidó a los 21 años, después de grabar Closer, su obra maestra. Y, en su última aparición pública, llevaba puestas unas zapatillas Converse idénticas a las que usaba Kurt Cobain cuando se dio el tiro del final.

Los Manics venían de editar su obra maestra del período Richey, The Holy Bible, un disco brutal, sucio y oscuro que podría considerarse cómo la respuesta británica a In Utero de Nirvana. Y, ese 1 de febrero, debían viajar a los Estados Unidos para iniciar una gira de presentación. El día anterior, mientras se alojaba junto a sus compañeros en el hotel London Embassy de la capital inglesa, Richey había llamado a su madre para contarle que no tenía muchas ganas de hacerlo. Al otro día, no bajó en el momento pactado, y cuando entraron a su habitación, sólo encontraron un frasco con pastillas de antidepresivos, y un paquete con algunos diarios, una valija cerrada con toda su ropa, algunas citas literarias anotadas en papeles, libros, VHS de una obra de teatro, y una nota que decía “te amo”, todo envuelto con un lazo y dedicado a una persona llamada Jo.

Formación original de Manic Street Preachers circa 1994 (Foto: Koh Hasebe/Shinko Music/Getty Images)

 

La noche antes, también le había regalado a una amiga una copia de uno de sus libros preferidos, Novela con cocaína -en un primer momento, atribuida a Vladimir Nabokov-, del escritor ruso Mark Aguéiev, una misteriosa figura de la que no se sabe prácticamente nada, pero que en cuyo prólogo cuenta que se había internado en una institución psiquiátrica para luego desaparecer sin dejar rastro.

Luego, se pudo reconstruir los movimientos previos a ese día, durante las dos semanas anteriores a su desaparición, fue retirando 200 libras diarias de su cuenta, llegando a tener 2800 en efectivo. También se pudo probar que hizo el check out del hotel a las 7 de la mañana y condujo hasta su departamento en Cardiff, Gales. A partir de entonces, más allá de supuestos alistamientos o de un taxista que afirmó haberlo recogido para llevarlo a los bosques galeses. Lo último de lo que se tiene constancia real es que, el 14 de febrero, Richey recibe una multa en una estación de servicio, y 3 días después, su auto se denuncia como abandonado. Después, todo lo que se dijo de él pertenece al terreno de la especulación, y de la mitología rockera.

Antes de hacerlo por la arista musical, la banda adquirió notoriedad por una de las anécdotas de Edwards, que, en una entrevista con el periodista británico Steve Lamacq, agarró una cuchilla de afeitar y se grabó en el antebrazo las palabras “4 Real” -”de verdad”-, ante las dudas del entrevistador respecto de la supuesta autenticidad punk de la banda y de sus posturas políticas de izquierda radical. La fotografía salió en la mítica New Musical Express y puso a los Manics en los focos de la prensa especializada y los fans británicos.

Impresionante autoflagelación: Richey Edwards muestra su antebrazo cortado

 

Lo cierto es que Richey James era un agudo analista de la política de su época, un duro crítico del neoliberalismo thatcheriano, de la influencia estadounidense en Inglaterra y en el mundo, y del rol de las empresas multinacionales que, ya entonces, se empezaban a mostrar más poderosas que muchos Estados -”La Coca Cola es sabrosa: un veneno no debería ser tan dulce/ Que te chupen la sangre y Exxon la escupa” escribía en Slash n’ Burn, uno de los hits del primer disco de la banda, Generation Terrorists.

La lógica indica que, con todo el tiempo que pasó, no quedan muchas opciones más que la muerte. Pero no tenemos certezas, con un poco de imaginación tampoco es imposible pensar si Richey James Edwards no disfrutó en silencio el éxito posterior de sus compañeros o de observadores brillantes de la realidad social británica como Brett Anderson Jarvis Cocker, mientras se reía con sorna de bandas que hacían de lo retro su razón de ser como Oasis y gran parte del resto de la troupe britpop. Quizás, incluso, se enteró o hasta presenció el show de sus ex compañeros en el teatro Karl Marx de La Habana, siendo la primera banda anglosajona en tocar ante el mismísimo Fidel Castro, en un show que bautizaron Louder than bombs –Más fuerte que las bombas-, inspirados en una charla que mantuvieron detrás de escena con Fidel Castro. Esa frase bien podría haber sido aplicada a la ¿corta? vida de Richey.

 

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