Guaidó: Mi decisión es estar en Venezuela con la gente, la mejor relación con un futuro posible

 

 





A partir de enero de 2019, comenzó a gestarse en Venezuela una situación sin precedentes en la región latinoamericana. Por una parte, los poderes públicos formales se habían plegado en torno a la principal figura del Ejecutivo, Nicolás Maduro.

Esta es la primera parte de la entrevista exclusiva de Expediente Público con Juan Guaidó, figura clave en la historia reciente de Venezuela. A pesar de su destitución de la Presidencia Encargada del país, el 5 de enero, Guaidó reivindica su rol como diputado del Parlamento elegido en diciembre de 2015, que todavía intenta hacer un contrapeso a la Asamblea surgida de los comicios de 2021. La dualidad del Estado venezolano aún no ha sido superada del todo.

 

P: En 2020, el gobierno estadounidense lanzó una propuesta marco para la transición política en Venezuela. Algo que llamaba la atención era que esa transición sería dominada por un grupo colegiado, en el que participaban elementos de la Fuerza Armada Nacional. Tres años después, ¿cuál puede ser el rol de los militares a los efectos de producir un cambio político? ¿O son más bien una especie de lastre?

R: A eso lo denominamos el marco para la transición. Incluía amnistía y garantías para todos los sectores. Lo hemos mantenido vigente. A diferencia de lo que muchos creen, Maduro no está en mejor posición. Sigue siendo minoría, sin respaldo popular. En lo económico, cada vez peor. No tiene cómo pagar a los maestros (…) En ese contexto, los militares siguen siendo un factor de poder en Venezuela.

P: ¿Los represores son el sostén de Maduro?

R: Hay dos: la FANB y (Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) el aparato represivo, y el aparato económico. Aunque, paradójicamente, cada vez el país depende menos de Petróleos de Venezuela (Pdvsa). Por lo cual el sector privado y empresarial tiene algo que decir en este momento.

Hay el fenómeno de los “enchufados”, empresarios afectos directamente a la renta o que dependen de favores de la dictadura para operar. Tienen un anclaje tan sencillo como el uso de la moneda. En Venezuela, la dolarización es de facto, no legal. El régimen la permite para tener control de las operaciones comerciales.

En el caso de los militares, ese respaldo a Maduro les ha costado también. Hay señalamientos ante la Corte Penal Internacional. Tuvieron que hacer un rebranding de la FAES, que sigue existiendo, solo le cambiaron el nombre. Es un aparato de exterminio. Pero según HRW, son responsables de 20 mil asesinatos en cinco años.

Maduro es un asesino y criminal, que ha utilizado la fuerza para mantenerse, y ahí tiene mucho que ver la FANB. (…) En el caso venezolano, hay que entender la dimensión de la FANB, hoy y mañana en democracia. Hay presencia del ELN y las FARC en la frontera. Hemos perdido control territorial. Respecto de la FANB, habrá mucho que hablar en el corto y mediano plazo.

P: ¿Qué posibilidad ve de nuevos avances en la negociación en Ciudad de México? ¿Dónde está el dinero del fondo humanitario que exige el Gobierno?

R: Maduro tiene los mismos incentivos que tenía hace tres meses para lograr un acuerdo. Lo han dicho muy vocalmente. Lo han gritado: levanten las sanciones y vamos a elecciones libres. Es decir, reconocen que no hay elecciones libres en Venezuela, y que las pueden dar a cambio del retiro de las sanciones. Hay una paradoja en esto.

Estamos dispuestos a un levantamiento progresivo, condicional, si hay avances en la democracia. Ahora, que salgan a gritar por los tres millardos de dólares…En primer lugar, no son de ellos. Están protegidos de ellos, que es distinto. Es para atender la emergencia humanitaria compleja que ellos crearon en Venezuela, manejados por multilaterales, para inversión directa en materia de alimentación, y la respuesta humanitaria de la ONU.

P: ¿Por qué el afán de que les den el dinero ahora?

R: Puede ser una excusa. El llamado de la alternativa democrática es que dejen las excusas. Ese dinero va a progresar, no para bien de ellos ni la excusa política de la dictadura, sino para atender precisamente la emergencia humanitaria. Nadie más interesado que la alternativa democrática en que prospere el acuerdo social, pues significa atender la crisis que la dictadura creó. Ahora, que digan la verdad: no hay ninguna prelación en el acuerdo firmado para avanzar en lo político mientras se ejecuta lo social. Pareciera una nueva excusa, como lo fue Emtrasur y Alex Saab.

P: Esta referencia a los militares se da en un momento en que se incrementan las protestas de los maestros y personal de salud. ¿Saldrán los militares contra estos gremios? ¿Los ve dándoles palos en las calles?

R: Para un dictador, la represión es siempre una tentación.

P: ¿Pero ve la disposición?

R: No la veo tan clara. No veo tanta disposición como en años anteriores. Por eso hablo de la tentación represiva. Ahora, nuestro acompañamiento tiene que ser con los maestros. Pero no es que estemos viendo protestas solo en 2023. Tenemos diecisiete años ininterrumpidos de protestas.

P: Pero no hay duda que ahora hay un resurgir de las protestas…

R: Las hemos visto desde 2014. Lo que queda claro es que no hay resignación en Venezuela. Que tres o cinco personas, que han dirigido suficientes años, se hayan resignado, no quiere decir que lo haya hecho la sociedad venezolana.

P: ¿Ud. saldrá a protestar?

R: Siempre lo he hecho. Fue mi inicio desde 2005.

P: Es que ahora, en este resurgir de la protesta, hemos visto episodios en los que los líderes rechazan la presencia de políticos profesionales.

R: Lo vi en 2007, cuando estaba en el movimiento estudiantil. Luego se entiende que todos sumamos a la causa. Siempre hay un elemento diferenciador, cosas distintas, depende de la protesta.

Es interesante (…) A la dictadura le encantaría que nos hubiésemos callado, que bajáramos la cara. Una lección aprendida es acompañar a la gente, como uno más. No tienes por qué liderar el proceso. Esto es de los maestros, en un proceso reivindicativo.

P: ¿Ha pensado en el exilio?

R: Todos lo hemos pensado en Venezuela. Todos. En mi caso, mi decisión es estar aquí en Venezuela. El exilio es válido. Hay 7,5 millones afuera, atravesando el Darién. Es la crisis migratoria más severa del planeta. Por eso digo que todos lo han pensado. Pero mi decisión es estar aquí con la gente, pues lo considero la mejor relación con un futuro posible.

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