Free Fire pero en la realidad… así fue cómo un cártel mexicano reclutó a un adolescente mientras se divertía con su videojuego

Free Fire pero en la realidad… así fue cómo un cártel mexicano reclutó a un adolescente mientras se divertía con su videojuego

Durante el juego ‘Free Fire’ se utilizan armas de alto poder como rifles, escopetas y ametralladoras. Erick Durán-Noticias Telemundo Investiga.

 

Cuando Ernesto supo que había sido reclutado por el Cártel del Noreste, se le vinieron a la mente todas las imágenes violentas que veía a diario en su teléfono celular cuando jugaba Free Fire: rifles de asalto AK-47, granadas, lanzamisiles, sangre y ejecuciones.

Por Telemundo 





En ese momento imaginó que el mundo virtual de los juegos en línea estaba a punto de convertirse en realidad y él sería el protagonista.

Ernesto es un adolescente de 13 años originario de una comunidad del estado de Oaxaca y, desde que tenía 10 años, jugaba todos los días Free Fire, un juego que consiste en buscar armas en una isla para matar al resto de los contrincantes. Pueden jugar hasta 50 personas en línea.

Casi siempre jugaba por las tardes conectado con compañeros de la escuela, pero también con jugadores de otros estados y países a quienes sólo conocía por su nombre de usuario y los mensajes que intercambiaban, según su relato.

“Me imaginé muerto, acribillado”

En 2021, Ernesto y dos de sus amigos, comenzaron a interactuar en el videojuego con ‘Moreno’, un usuario a quien no conocían.

“Nunca le vi la cara”, dice Ernesto. Después sabrían que pertenecía al Cártel del Noreste, una escisión del Cártel de los Zetas, bien conocidos por sus actividades de tráfico de drogas, secuestro, trata de personas y extorsión, entre otros delitos.

‘Moreno’ comenzó a ganarse su confianza: se organizaban para conectarse al mismo tiempo y jugar y, en cuestión de semanas, empezaron a comunicarse fuera del juego, vía Whatsapp.

Les ofreció a los tres adolescentes, que tenían de entre 11 y 14 años, una oferta laboral tentadora: trasladarse de Oaxaca a Monterrey donde ganarían 8,000 pesos quincenales, unos 400 dólares.

Ahí trabajarían como ‘halcones’, como se les llama a quienes avisan a los jefes del cártel sobre la presencia de la policía o el ejército. Iban a darles un equipo táctico, binoculares, radios y teléfonos para el mejor desempeño de su nuevo trabajo, recuerda Ernesto que les dijeron.

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