Manuel Malaver: Los 24 años de lucha de Venezuela contra el socialismo

Manuel Malaver: Los 24 años de lucha de Venezuela contra el socialismo

Manuel Malaver @MMalaverM

El dato me saltó de pronto en el teclado, justo cuando pensaba en un título que reseñara los últimos días de la incansable lucha que continúan los venezolanos para expulsar las hordas socialistas de su país, y percibí que hace poco, creo que en febrero pasado, cumplió 24 años, -dos décacas y casi media- la refriega que en choques y enfrentamientos de la más diversa índole, ha demostrado que ni nos han vencido, ni los hemos vencido.

No es cualquiera proeza, cuyos laureles más copiosos cuelgan del orgullo opositor, de los hombres y mujeres que en partidos, frentes, coaliciones o la pura y simple calle han salido a enfrentar y no pocas veces derrotar, o hacer retroceder, a militares o paramilitares, fuerzas del orden o del desorden, nacionales o extranjeros que, armados hasta los dientes, violando la Constitución y sin detenerse en la legislación que rige universalmente para los enfrentamientos violentos entre adversarios, han tenido que retirarse con la mala nueva de que “la solución” quedaba para otro día.

La comunicación electrónica, con la contundencia de la instantaniedad, la Internet, las Web Side, los E Mail y, finalmente, “las redes”, han dejado esta historia contada y recontada para quien, con años de diferencia, quiera conocerla, o recuperar cualquier dato que no recuerde bien o haya traspapelado en la memoria y seguro que saltará asombrado frente a los 24 años en que los venezolanos se han negado entregar su independencia, su democracia y libertad.





Una aventura visual que, no solo nos coloca frente imágenes gloriosas o desgarradoras sino que es también un escenario a toda velocidad y en colores de alta definición que nos documenta sobre cómo había cambiado la política y su desarrollo “por otros medios”, después de la “Caída del Muro de Berlín” y el colapso del imperio soviético, de todo lo que se conocía como la “Guerra Fría” y se pensaba había terminado en un mundo unipolar y con la victoria del capitalismo y la democracia liberal en su confrontación contra el comunismo marxista.

Pero no, a diferencia de lo que se creyó durante algunos años, casi simultaneamente con la “Caída del Muro de Berlín” y el “Fin de la Guerra Fría”, el 4 de febrero de 1992, un grupo de militares de baja graduación capitaneados por un teniente coronel, Hugo Chávez, irrumpen con una intentona golpista felizmente fracasada contra el gobierno constitucional y democrático del presidente, Carlos Andrés Pérez y aquí empieza una cruzada por la restauración del socialismo stalinista y castrista en América Latina que- ¿quién lo iba a creer?- hacen de primer motivo para escribir estas líneas 34 años después.

Porque estos “socialistas” no venían de las montañas, ni eran barbudos ni traían fusil al hombro, tampoco eran estudiantes universitarios que a poco habían abandonado las aulas y muchos menos civiles militantes de partidos revolucionarios que habían conocido cárceles, torturas y exilios, sino soldados y oficiales de un Ejército democrático y constitucional, indispensables para que Venezuela viviera sus primeros 40 años de paz social y properidad económica.

Eran soldados y oficiales de baja graduación que no hablaban el lenguaje incendiario de la subersión roja, de acabar con el capitalismo explotador e implantar el socialismo igualitario, sino más bien de “modernizar la democracia, hacerla más justa y popular, “más participativa y protagónica”, y preocupada por tenderle la mano a los que menos tenían pero sin retirársela a “los ricos”, simpre que cumplieran la ley.

Y con ese lenguaje que no era muy diferente al de la socialdemocracia que, desde que ese instauró a la democracia gobernaba al país en la personería de los partidos mayoritarios Acción Democracia y Copei y compartía el conjunto de la sociedad civil y política, se ablandaron los líderes, magistrados y jueces que debían castigar penal y severamente a quienes había violado la Constitución, los golpistas, encabezados por Chávez, los cuáles, no solo no sufrieron cárceles, sino que, no se le anularon sus derechos políticos y así, el gopistas y sus seguidores militares y civiles, participaron en las elecciones presidenciales de diciembre de 1998 y Chávez fue electo presidente por una mayoría de votantes que puso la constitucionalidad, la democracia y la libertad en sus manos.

Sería largo -y quizá inútil- por conocido y sufrido contar lo que vino después. Pero Chávez en pocos meses convocó una Constituyente y puso fin a la Carta Magna que desde 1961 regía la vida institucional del país y lenta, pero implacamente, fue mutilando las garantías ciudadanas, los derechos humanos, la independencia de los poderes y cualquier otro obstáculo que impidiera el establecimiento de una dictadura electoralista, porque, elecciones sí había, pero con un sistema de votacción electrónico que le permitía al dictador controlar cada voto y unas autoridades electorales que militaban en el partido de gobierno y decidían quién ganaba y quién perdía.

Lo importante a reseñar en este tramo es establecer que, tan pronto el país democrático se convenció que había sido víctima de una engañifa marxista-leninista, se lanzó a la calle a denunciarla, protestarla y a desafiarla en cuanta oportunidad se le ofreciera para corregir su error y restablecer la libertad y la democracia.

Son los 24 años de lucha a los que ya hicimos referencia y que se pueden caracterizar en los primero trece (1999-2013), en los que Chávez antes de morir de un cáncer de pelvis, destruyó la economía agroganadera expropiando o comprando fundos con los recursos que le proporcionó el boom de los precios del crudo del 2004 al 2008, estatizando servicios públicos eficientes como la CANTV (la teléfonía fija y móvil), la luz eléctrica, los de suministro de agua, transporte y de todo cuanto hacer un estado mastodóndico que, en poco tiempo, dejó sin infracestructura a un país que cursaba para ser uno de los más desarrollados del Siglo XXI.

Su sucesor, el dictador Nicolás Maduro (2013-hasta hoy), destruyó la industria petrolera y su principal empresa, PDVSA y hoy somos un país que no pruduce crudo, ni refina gasolina y la poca que mueve el transporte nacional hay que importarla.

En otras palabras que, somos un país del 5to mundo, hambriento, con la producción reducida a cero, sin servicios públicos, un salario mínimo que no llega a seis dólares y una inmigracción de siete millones de venezolanos que se cuenta entre las más altas del mundo.

Pero nada que detenga la lucha de los venezolanos que, no obstante, la represión que cuenta cientos de muertos y miles de presos, sigue en la calles desafiando al dictador, sea con diálogos, negociaciones, confrontación de calle y eventos electorales como los que hoy encabeza María Corina Machado que cuenta con el 70 por ciento del país opositor y se espera sean las últimas elecciones de Maduro.

Vienticuatro años de lucha contra el socialismo…Se dice fácil.