Daniel Noguera, un venezolano que encendió el motor del éxito con un buen café y una Vespa por Cincinnati

Daniel Noguera, un venezolano que encendió el motor del éxito con un buen café y una Vespa por Cincinnati

Daniel Noguera
Daniel Noguera, fundador de Urbana Café/ Foto: Cortesía

 

Desde los inicios de Daniel Noguera en el mundo empresarial, desarrolló aptitudes especiales que se convirtieron en el toque característico del imperio que creó. Su pasión y experiencia es evidente con una propuesta única en Estados Unidos a la que bautizó como “Urbana Café”. Guiado por su espíritu audaz, hace 11 años fundó la primera cafetería sobre ruedas en una clásica Vespa de 1982 y ahora va rumbo al sexto local bajo su gerencia.

El aroma del grano tostado, fusionado al sabor del néctar de los dioses recién hecho y el encanto de estos lugares acogedores lograron la excelencia de una marca que se diferencia del resto. A pesar de los estudios de mercado que hizo el venezolano, ninguno le dio señales de los sorbos más amargos que probaría en este camino ni del éxito que alcanzaría. Tras una preparación minuciosa, el empresario contó a La Patilla cómo reinventó su producto con el paso del tiempo.





Por: Elizabeth Gutiérrez | lapatilla.com

Detrás de cada taza de café, siempre hay una gran historia y Daniel Noguera lo sabe muy bien. El audaz empresario entró en escena desde muy joven. Estudió Administración de Empresas Turísticas en la Universidad Simón Bolívar y recordó que su primer trabajo fue en el icónico Teatro Teresa Carreño. Más adelante, en otras compañías, se desempeñó como supervisor de eventos y se destacó en el área del servicio al cliente.

En el año 2000, empezó a moler su experiencia en suelo estadounidense. Aterrizó en Ohio donde tomó unas cuantas clases más de Administración de Empresas y Ecoturismo, pero nunca planificó permanecer tanto tiempo. Sin embargo, cada grano de esfuerzo y aprendizaje le permitieron añadir más ingredientes a su preparación. 

Daniel Noguera
Daniel Noguera, fundador de Urbana Café/ Foto: Cortesía

 

“En el primer año, conseguí trabajo en una editorial que se convirtió más que todo en una carrera y pues año tras año, le decía a la editorial: ‘Es tiempo de irme a casa, me voy en los próximos tres meses, vamos a contratar a alguien para mi posición’ y cada vez que eso ocurría ellos me decían: ‘oye, pero ¿qué pasa si te quedas un año más y te damos un poquito más de responsabilidades?’, y me quedaba”, contó.

El caraqueño recordó que transcurrieron cinco años de ascensos y numerosos retos que lo envolvieron al punto de gustarle lo que hacía. En ese entonces, decidió que Estados Unidos sería su nuevo hogar y a su vez, el escenario ideal para poner en marcha sus proyectos.

Calentando los motores

Emprender es como andar en una moto: Se necesita equilibrio, determinación y la chispa adecuada para encender el motor del éxito. Pero, ¿qué tal si una persona lleva ese concepto al siguiente nivel? Daniel montó sus sueños sobre ruedas y descubrió que Cincinnati lo motivaría a alcanzar sus metas con una apuesta vanguardista.

Luego de cumplir más de una década de experiencia en el mundo editorial, Daniel se encontraba en un punto de inflexión. Diez años de trabajo lo habían nutrido con conocimientos en gerencia, marketing y asuntos burocráticos, pero también habían avivado su deseo de algo nuevo que lo hiciera sentir más vivo. Cincinnati, con su floreciente mercado cafetero, se convirtió en el lugar donde impulsaría su mayor experimento.

Daniel Noguera
Daniel Noguera, fundador de Urbana Café/ Foto: Cortesía

 

“Habían unas buenas cafeterías de consumo masivo, habían unas cuantas cafeterías de café especializado, pero no era mucho y lo tomé como un proyecto, al igual que como lo hacía en la editorial”, explicó. 

“¿Cuál es mi diferenciador, cuál es mi producto?”, se cuestionó este venezolano. La respuesta le llegó como un destello: La especialidad en el café. Un terreno con menos competidores pero repleto de potencial. Y así, surgió la idea de fusionar su amor por el café con su pasión por las motos italianas clásicas. La Vespa, un ícono en sí misma, se transformó en la base sobre la cual construiría su sueño cafetero.

La Vespa, una máquina con historia que data desde la posguerra, se convirtió en la musa de Daniel. Desde la emblemática Vespa de 1946, que llevaba la esencia de la resiliencia italiana a través de sus ruedas, hasta la Vespa de 1982 que él mismo adquirió en Canadá, cada modelo contaba una historia de superación y estilo. Este caraqueño no solo estaba creando una cafetería móvil, sino que estaba dando vida a un pedazo de historia sobre ruedas.

Una taza de experiencia

Para nadie es un secreto que el camino hacia el éxito nunca es un paseo tranquilo. La transición de la editorial al mundo del café sobre ruedas fue un reto desafiante. “La parte más difícil del proyecto en general es estar en una industria totalmente diferente a lo que yo hacía”, admitió. A pesar de ello, su determinación nunca flaqueó. 

“La fortuna más grande que he tenido en todo este tiempo de vida, ha sido encontrar un trabajo o crear un trabajo donde nunca me siento que estoy trabajando, donde siento que esto es lo que quiero hacer”.

La odisea también incluyó desafíos inesperados, desde cuestiones impositivas hasta regulaciones municipales. El primer año fue un constante aprendizaje de las pequeñas pero cruciales piezas del rompecabezas empresarial. La pasión no solo impulsaba su Vespa, sino que también lo llevaba a enfrentar cada obstáculo con tenacidad y creatividad.

Foto @urbanacafe

 

Hacia diciembre de 2015, la semilla de su arduo trabajo desprendió aromas de grandeza al poder abrir su primera cafetería en tienda física. “La experiencia fue súper linda”, dijo, aunque también admitió que experimentó la etapa más amarga de su vida al abandonar su empleo seguro y lucrativo en la industria de la publicidad para dedicarse a este proyecto personal que no le generaba muchos ingresos.

“Cuando firmé el contrato al principio del verano, en el establecimiento donde está la primera tienda de Urbana, mis ahorros eran ya mínimos. Entonces utilicé todo lo que me quedaba de ahorros para invertirlo en esta ubicación y terminé utilizando una cantidad de préstamos entre familiares, amigos y los bancos, pero sinceramente no era suficiente”.

Daniel rememoró que cuando armó la moto, aprendió cómo trabajar la madera, plomería y electricidad y justamente, esos conocimientos lo guiaron para armar junto a un amigo el 90 % de la tienda. “Esa parte fue muy linda, me llenó mucho hacer algo con mis manos para que las personas lo disfrutaran”, manifestó.

Daniel Noguera, fundador de Urbana Café/ Foto: Cortesía

 

Más adelante, con la llegada del invierno, el panorama empeoró y las ventas cayeron. Los primeros tres meses de 2016 fueron crueles, pues ya no contaba con sus ahorros y consideró poner fin a su emprendimiento. Pero aquella travesía tan solo sería el maridaje perfecto para la explosión de sabores que llevaría su cafetería a otro nivel.

“Estando al final de marzo, pensé: ‘qué lástima, pero esto no funciona, a menos que abril fuera explosivo, que fuera el mejor mes que tuviera Urbana en toda su historia’ y de alguna manera así sucedió. Abril se convirtió en el mejor mes que tuvo Urbana en la historia hasta ese momento. La moto estaba afuera trabajando porque ya el clima lo permitía. En abril las personas generalmente salen de vuelta a la calle, ya están cansadas del invierno, y tuvimos un mes tan bueno que pagamos todas nuestras obligaciones ese mes”, relató.

Los meses posteriores vinieron cargados con mejores ingresos y pudieron costear lo que debían. Esta vivencia, le permitió a Daniel ampliar su estrategia y prepararse aún más en la industria. Entender, aprender y adaptarse, fueron tres combinaciones claves que lo ayudaron a ampliar su visión. 

El combustible del éxito

Con ese propósito, Daniel transformó su sueño en una realidad vibrante y sabrosa que ahora se extiende a lo largo de la ciudad. Desde las calles de Italia hasta el corazón de Cincinnati, la travesía de este venezolano es un verdadero homenaje a la cuna de la civilización europea. “La idea era que le creáramos al cliente esa sensación de que estaba en Italia, así fuera por dos segundos”, compartió.

Pero, la hazaña emprendedora de Daniel no se detiene solo con el motor de la Vespa. Actualmente, Urbana Café se ha convertido en una cadena de cinco establecimientos, incluyendo una pastelería que bautizaron Maxi, más la cafetería rodante. La expansión es impresionante, pero es la filosofía detrás de Urbana lo que realmente resuena. “Urbana no se dedica sinceramente al café”, enfatizó. “Nos dedicamos a que cuando los clientes entran a nuestro establecimiento, se sientan cómodos, a gusto, que puedan tener esa conversación, el meeting, la primera cita”.

Daniel Noguera, fundador de Urbana Café/ Foto: Cortesía

 

El compromiso de Urbana Café con la experiencia del cliente es tan palpable como el aroma del café que sirven. Cada local, desde el centro financiero hasta el pintoresco mercado de Findlay, ofrece un espacio donde las conversaciones fluyen y los sueños encuentran un ambiente acogedor para prosperar. Pero la historia no es solo sobre el negocio, sino sobre el espíritu emprendedor que lo impulsa.

“También nos dedicamos al ámbito del tostado del café. Tostamos café para nosotros, para Urbana, tostamos café para Maxi, pero también tostamos café para otras compañías que tienen, bien sea restaurantes o cafés, pero no están en el punto donde pueden tostar su propio grano. Y también distribuimos café de manera online”, detalló.

Esta actitud de colaboración y apoyo mutuo ha sido un pilar en el viaje de Urbana. La pasión de Noguera por brindar un pedacito de Italia en cada taza de café ha unido a la comunidad en torno a su visión compartida.

Café de excelencia desde la gerencia

Daniel está a cargo de una marca que cada vez adquiere mayor poder en el mercado estadounidense y no es por cuestión de suerte. Además de su capacidad creativa, el esfuerzo desmedido y el compromiso con este proyecto, uno de los elementos más importantes es servir las mejores experiencias a sus clientes para provocarles una sonrisa y garantizar su regreso a Urbana Café.

“Pienso que es la forma como haces que el cliente retorne a ti, siendo lo más justo posible, y esto viene entre varios puntos: Uno es ¿cómo tratas a tu cliente? ¿Lo tratas como a un cliente o lo tratas como tu invitado? Y la otra parte es siendo justo en relación con lo que cobras por tus servicios o lo que cobras por tu producto, y esta parte va también en el cliente interno y el externo”, explicó.

En este sentido, resaltó el valor de los empleados dentro de su organización y la conexión positiva entre el equipo y los consumidores. Mantener a su entorno “feliz” y ofrecer un producto de calidad es la esencia de su éxito.

Foto @urbanacafe

 

“La única forma de ser justo con ambos es que mis trabajadores ganen suficiente dinero para sentirse que salen de la compañía y que tienen acceso a una vida justa, que puedan en algún momento comprarse una casa, un apartamento, un carro, y eso se traduce en el costo que nosotros le debemos pasar al cliente y ese costo nada más es justo si la calidad del producto que le damos a nuestros clientes es la más alta que podemos ofrecerle, y además que la atención que le damos a ellos se refleja también con el pago o la remuneración que tienen nuestros empleados”.

Desde su llegada a tierras estadounidenses, Daniel se ha esforzado en comprender las complejidades del mercado y así se lo hace saber a cada venezolano que llegue con la vocación y el ímpetu de desarrollar su idea. “La primera parte es que entiendan el mercado, que entiendan cuáles son los objetivos que ellos tienen personalmente antes de hacer cualquiera de estos proyectos”, señaló. 

Sus palabras resuenan como una brújula para aquellos que buscan entrar en el mundo del emprendimiento. Todo radica en descomponer las metas en pasos realizables. “Si digo que necesito 3.000 dólares para vivir y vendo mis servicios o mis productos por 100 dólares, entonces ya sé que necesito vender 300 de estos”, compartió. Su enfoque matemático revela el meticuloso cálculo detrás de su imperio. Para él, cada venta es más que una transacción; es un paso hacia la realización de un objetivo y la consolidación de su presencia en la comunidad.

La apuesta de Daniel no se detiene en la comprensión del mercado. Su definición personal encapsulan su esencia y revelan la profundidad de su compromiso, “Soy medio obsesionado. No sé si soy persistente o soy terco o si existe una palabra entre las dos cosas. Y algo que es positivo y negativo es que soy perfeccionista”, confesó con humildad.

A toda marcha

Además de estar al frente de una propuesta innovadora como Urbana Café, el criollo se alista para la apertura de la próxima tienda que se concretará en 2024. No obstante, contó que le dio un toque distinto a su carrera como consultor de proyectos y cómo se visualiza.

“Las consultorías se han convertido en la nueva faceta de mi vida y negocio, y otras de ellas son de forma gratuita a personas que me parece que necesitan esa ayuda, o que ya están en un proyecto y algunas cosas no están yendo bien y no tienen la habilidad de hacer pagos en estos. Pero me gustaría estar más involucrado en el área de educación, bien sea haciendo consultorías privadas o quizás dando clases en alguna universidad o en algún instituto”.

 

En el bullicio de Cincinnati, una historia de aroma y sabor se despliega sobre ruedas, como si el empeño hubiera encontrado su vehículo perfecto. Daniel, un espíritu audaz que cruzó fronteras y desafió convenciones, no solo lleva el café en su moto Vespa, sino también una taza colmada de entusiasmo y perseverancia. 

“Tenía diez años sin ir a Venezuela”, admitió Daniel, mientras su voz vibra con el eco del tiempo transcurrido. El encuentro con su tierra natal fue más que un regreso; fue un abrazo a la esencia de su país y su ser.

Daniel no solo celebra el café, sino también la inquebrantable ética de trabajo que fluye en nuestras venas. “El venezolano es tan trabajador, es humilde, tan educado que es un placer estar entre venezolanos en Venezuela”, relató con admiración.

Sea en Roma o en Cincinnati, ambas llamadas “la ciudad de las siete colinas”, o tal vez en Caracas al pie del Ávila, una buena taza de café solo nos recordará que el motor de la vida arranca cuando finalmente disfrutas lo que haces.